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La unidad como catarsis del cabildo de la capitalidad

Fuentes: Rebelión

                                 Catalogando categóricamente el cataclismo causado por el cabildo del pasado 20 de julio, concluiríamos consecuente y contundentemente de que esa volcánica voluntad del pueblo paceño, purgó la pungida pugnacidad de las pulsiones populares de mantener la sede de la república en la ciudad de […]

                                
 
Catalogando categóricamente el cataclismo causado por el cabildo del pasado 20 de julio, concluiríamos consecuente y contundentemente de que esa volcánica voluntad del pueblo paceño, purgó la pungida pugnacidad de las pulsiones populares de mantener la sede de la república en la ciudad de La Paz; por el de la denodada y democrática Defensa de Unidad Nacional.
 
No es entonces por lo impresionantemente inenarrable que ha sido o pudo haber sido el «millonario» y militante mitin de las masas movilizadas –masas en ascenso llamaría Zabaleta- hacia la ciudad del Alto exigiendo emotivamente de que la sede de gobierno se mantenga en la ciudad de La Paz, ni por el espectacular como enumeradamente exagerado y exponencial efecto escénico, mediáticamente magnificado de esta superlativa sumatoria sociológica; sino y sobretodo por la democrática derivación que desprendidamente decidiera esa numerosa y noble multitud movilizada, exigiendo enfervorizadamente la Unidad Nacional.
 
Es por ello que no sólo enmudecidamente se ha eclipsado la menguada Media Luna, sino que en todo caso, el lado oscuro de su obnubilado, obsceno y oligarca oportunismo, ha desnudado degeneradamente su despotismo por defender única, unilineal, impúdica e inconfesablemente sus intereses y privilegios de clase en si y para si; a decir de Nikos Poulantzas.
 
Esta es entonces la recalcitrante y rebelde repuesta a la oposición política del país, que insidiosamente introdujo en la Asamblea Constituyente el tema de la radicatoria de la sede de gobierno en la ciudad de Sucre, recurriendo reptante y repentinamente a un resentimiento regional por el histórico hito de la heridas inflingidas durante la guerra federal de 1899.
 
Es en ese sentido que se tiene que comprender comparativamente las significativas señales que han salido de los correlativos y contradictorios cabildos que se han realizado tanto en La Paz y Santa Cruz; en el que, éste último aspira «autonómicamente» a ser hegemónica y elitistamente, el nuevo referente de la «republica». Pero a la vez restringida, regional y reaccionariamente representativo de una híbrida identidad nacional -la de los mestizos- que ha bastarda y bajamente basado su percepción en la particularista postura de plantear plenamente un subrepticio separatismo. Como ha sido la provocadora presentación de esos egoístas y elitistas estatutos, aristocráticamente autonómicos que el diputado de Podemos Klinsky, confeccionó contraproducentemente, puesto que también ya recibió refractariamente la creciente crítica de parte de la sociedad boliviana en su conjunto por el alevoso acápite de la regulación de los movimientos migratorios en el oriente.
 
Claro que ésta no fue la única muestra de la manera en la que los autonomistas del cabildo del millón de Santa Cruz, demostraron su despreció por un criterio de Unidad Nacional; puesto que está también, la alevosa agresión asestada contra el presidente de la CIDOB Walter Chávez por parte del constituyente de PODEMOS Fernando Morales, en ocasión de la marcha indígena que reivindica el reconocimiento de las autonomías indígenas, acaparadas arbitrariamente por las departamentales.
Tan gráfica y groseramente como ha sido desconcertantemente  demostrado en el caso de las mas de 27000 hectáreas que detentan discrecionalmente la familia del presidente del comité cívico de Santa Cruz Branco Marinkovic, ya que alimenta aún mas la avidez y angurria autonómica por detentar tierras para el engorde y la especulación financiera, para el monopólico modo del enriquecimiento ilícito.
 
O las alevosas amenazas del comité cívico contra los propios cruceños que han tenido temeraria audacia y atrevimiento de apoyar el proceso de Cambio en el país; declarando descabelladamente la defunción y muerte civil a todos «los traidores» de Santa Cruz  e incluso irrisoriamente negándoles el saludo.
 
O la recientemente regionalista respuesta del líder de PODEMOS Jorge Quiroga, en sentido de soliviantar subversiva y separatistamente a través de la ratificación regional en los nueve departamentos de referéndum departamentales para la aprobación del nuevo texto constitucional presentado por la Asamblea Constituyente.
 
No es casual consiguientemente este infame intento por recurrente y regionalmente resquebrajar la Unidad Nacional, porque si revisamos las reivindicaciones de los  reaccionarios, es repetida representativo su secuencial y cercenador separatismo en los cuatro anecdóticos antecedentes apuntados anteriormente para atentar atomizadamente contra la Unidad Nacional. Y es que no repararan reflexivamente en nada, hasta no lograr una solución por la vil vía del desastre, ya que poco o nada les interesa la unidad nacional, por ello es que si revisamos las alevosas acciones de estos apátridas autonomistas, todas, absolutamente todas, antagónicamente apuntan contra la Unidad nacional   
 
Y no es por tanto coincidentemente casual de que la capitalidad sea una conspiradora y confrontacional cortina de humo, precisamente provocada para atentar contra a Unidad Nacional, ya que sintéticamente significaría el «providencial» y protervo pretexto para promover un proceso de balcanización de Bolivia.
 
Es entonces cuando la oposición tiene que instrumentalizar insidiosa e infamemente el histórico hito de la capitalidad para desestabilizadamente desintegrar al país, a partir de regionalizar los resentimientos entre La Paz y Sucre, ya que los chuquisaqueños motivados mañosamente por una diputada sucrense, retrógrada y repentinamente reclaman el regreso de la sede a Sucre.
 
Pero convendría comprender, que no es precisamente por las cosmopolitas condiciones para que la sede regrese y radique en Sucre como «históricamente» fue y aristocráticamente añoran ahora los chuquisaqueños; sino porque, si bien es cierto que 1825 , fue Sucre donde se gestó el histórico hito de la independencia de la república, no es menos cierto de que quienes efectivamente se emanciparon fueron los mestizos y criollos respecto a la corona española; fundándose funesta, precisa y precariamente una república que restringida y resentidamente relegó a los indígenas, segregándolos separatistamente.
 
Si a esos quienes estuvieron entusiasmadamente en el cabildo de La Paz, pidiendo por la Unidad Nacional, y no reivindicando regionalmente Autonomías; que bien y con sobrada razón podrían pedirla por la pretérita proscripción de la que fueron otrora objeto; sino que en todo caso la gigantesca generosidad de esa monumental movilización ha reclamado recurrentemente por la Unidad Nacional.
 
Y es que además ha sido especialmente en La Paz donde se han condensado contestariamente toda la rebelde resistencia al represor régimen del republicanismo neoliberal y además que en el Alto ha asumido de «avanzada» la resistencia y cartesiana caída del genocida gobierno de Goni.
 
En cambio en contundente contraposición las contradictorias concepciones del cabildo del «millón» de Santa Cruz, se ha caracterizado por ser perentoriamente pertinaz, porque se les reconozca reaccionaria y regionalmente un régimen de predestinados privilegios, que proscriba a los de los indómitos indígenas de tierras bajas, a esos que soberanamente sentenció también Tupak Katari, diciendo de que volveríamos y seríamos MILLONES;  como es el caso del cabildo de La Paz y no el de Santa Cruz, que dudo mucho de que hayan llegado siquiera al millón.