Los dos años de gestión macrista y sus efectos regresivos tanto en materia de distribución del ingreso como en derechos sociales de la mayoría del pueblo argentino marcan un punto de inflexión político a la hora de conllevar una respuesta que pueda darse como superadora de la situación actual. No fue una mera casualidad dichos […]
Los dos años de gestión macrista y sus efectos regresivos tanto en materia de distribución del ingreso como en derechos sociales de la mayoría del pueblo argentino marcan un punto de inflexión político a la hora de conllevar una respuesta que pueda darse como superadora de la situación actual.
No fue una mera casualidad dichos triunfos electorales, sino que obedece a una clara estrategia hilvanada con anterioridad y reforzada por los problemas que acarreo las últimas etapas del gobierno saliente y de la falta de nitidez y claridad al momento de considerar su continuidad.
La falta de diagnósticos claros a la hora de considerar a la fuerza oponente opero a favor del gobierno a la hora de la votación de 2017 que llevaba consigo la perdida de votos ocurrida desde 2013 en sectores tanto medios como populares.
También es valido pensar el desgaste de gestión y la clara lanza judicial mediática contra varios ex funcionarios que opero como un hábil proyectil electoral bajo la bandera de la lucha contra la corrupción.
En ese marco, la disgregación peroneana obedecida por la diferenciación sobre el kirchnerismo y el ego de varios dirigentes fue el broche final para que el macrismo configure un horizonte político de 12 años también bajo una gestión que operativiza sobre logros pasados privilegia a los sectores de privilegio y opera también sobre los sectores de bajos ingresos manteniendo o ampliando la política del subsidio social.
Como todo proceso neoliberal los sectores medios son los que mas sufren dichas medidas y ven con incertidumbre un horizonte de cambio en su situación buscando una respuesta política que aun no ha sido definida.
La política no es matemáticas viejo refrán del ambiente rosquero por lo tanto el sumar por sumar bajo el lema somos el 60 por ciento que no los voto implicaría pensar la necesidad de incorporar en términos reales a la ciudadanía para que de allí no solo puedan surgir las verdaderas necesidades y propuestas para enfrentar al oponente sino también la elección de los candidatos así estos dejar de ser por dedometro o por el encuestador de turno.
Asimismo, se debe integrar una oferta mínima de programa que no solo critique la gestión actual, sino que trace horizonte de superación y para ello es necesario contar con los mejores integrantes intelectuales y técnicos del campo.
Por lo tanto, solo apostar al derrotero de gestión del oponente y esperar una coyuntura internacional adversa no es el mecanismo conducente para dar el salto en la Argentina.
A menos de 18 meses de la próxima contienda debemos reflexionar críticamente sobre nuestros pasos e integrar a las amplias mayorías que exceden a solo un campo político.
Ezequiel Beer – Militante Politico
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