Vivimos tiempos difíciles, pero el movimiento social continúa abriéndose camino en la lucha cotidiana contra la injusticia, la opresión y la explotación a la que nos somete la burguesía cada día de manera más cruel y sangrienta. Es por eso que en el mes de febrero tuvimos conocimiento de dos propuestas que intentan aglutinar el […]
Vivimos tiempos difíciles, pero el movimiento social continúa abriéndose camino en la lucha cotidiana contra la injusticia, la opresión y la explotación a la que nos somete la burguesía cada día de manera más cruel y sangrienta.
Es por eso que en el mes de febrero tuvimos conocimiento de dos propuestas que intentan aglutinar el descontento social y darle una alternativa política al mismo para orientar sus actividades.
Por un lado, están quienes impulsan la creación de una Constituyente Ciudadana y Popular y que hasta el momento continúan llevando a cabo su plan para tener redactada una propuesta de Constitución el próximo año, aprovechando la conmemoración del centenario de la pisoteada Constitución de 1917 y, por otro lado, asistimos al Primer Encuentro Nacional por la Indignación que pretende también crear un referente programático y organizativo para una trasformación social.
Ambos esfuerzos expresan la necesidad del movimiento organizado de construir referentes de carácter nacional con propuestas para transformar nuestro país y también expresan las diferencias políticas e ideológicas que no permiten que estos procesos confluyan todavía. Ambos esfuerzos expresan intereses de clase que se entrecruzan de manera que no permiten, en ocasiones, ver con claridad qué intereses y de qué clase social son los que predominan en ellos.
Sin embargo, para nosotros, la Constituyente expresa de forma mayoritaria los intereses de la pequeña burguesía del campo y la ciudad y el Encuentro los intereses del proletariado que todavía no logra despojarse del todo de la influencia ideológica, política y organizativa de la pequeña burguesía radicalizada, la cual en este momento sufre los efectos del proceso de proletarización acelerada a que ha sido sometida, sin que dicha proletarización suceda también en su conciencia de clase.
Consideramos también que en el caso del Encuentro se expresan con mayor claridad los intereses de clase proletaria y en el caso de la Constituyente su objetivo es crear un programa que les permita aliarse con la pequeña burguesía reformista que ha definido el camino electoral como el principal, es decir, con el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA).
Como organización, al igual que la gran mayoría de las organizaciones socialistas y comunistas actualmente, pensamos que necesitamos construir un referente político y organizativo que exprese los intereses de la clase proletaria en este momento tan difícil, referente clasista que deberá atraer hacia sí a otras clases, a los pobres del campo y la ciudad, e incluso a la pequeña burguesía proletarizada y con conciencia de clase; un referente capaz de luchar ideológicamente contra las propuestas pequeño-burguesas que no pretenden la superación del capitalismo y que tan sólo aspiran al regreso del supuesto Estado benefactor capitalista, ya sea como objetivo final o como supuesto trámite para la construcción de otro tipo de sociedad.
Todos coincidimos en la necesidad de la unidad, nos los piden las grandes y pequeñas batallas que todas las organizaciones libramos; pero la unidad no es un deseo que se construye sólo con buena voluntad. La unidad la forjaremos en el curso de las batallas que todos libramos por resolver las necesidades inmediatas de nuestro pueblo y por ligarlas a un proyecto que nos permita ejercer la autodeterminación del mismo para superar el capitalismo. En este sentido, la unidad y el camino hacia la misma lo debemos construir conjuntamente desarrollando el acumulado organizativo y político que nos permita, en este momento, resistir la embestida del terrorismo de Estado.
Hoy en día no será la exhaustiva discusión de los programas lo que determinará la posibilidad de la unidad. Es la construcción de nuevos procesos organizativos y la incorporación de nuevos sectores a la lucha política lo que nos hará confluir en el camino de la unidad de clase proletaria, lo que nos permita construir ese referente político al que todos aspiramos para transformar nuestro país; y nos falta mucha, pero mucha labor de propaganda, agitación y organización en los sectores más atrasados políticamente de nuestro pueblo para poder aspirar a construir un referente con raíces en todo nuestro país y en todos los sectores.
Por supuesto, saludamos que la parte organizada de nuestro pueblo busque los caminos de la unidad, es más, ayudaremos a que la unidad de clase proletaria sea una realidad política y lo haremos haciendo el esfuerzo cotidiano de aumentar nuestra labor de agitación, propaganda y organización en donde todavía no existe organización de carácter proletario.
Esta última tarea es ardua, larga y difícil, pero necesaria, y consideramos que es mejor vía que intentar, como el oportunismo de siempre, llegar a «dirigir» lo que se organiza o utilizar como método de organización el dar «consejos» en lugar de enseñar con el ejemplo y formar políticamente al pueblo con el estudio necesario que le permita formarse como clase para sí y adquirir conciencia de sus intereses históricos e inmediatos.
NOTA: Este artículo fue publicado como EDITORIAL del No. 15 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), en circulación desde el 12 de marzo de 2016.
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