En los últimos años, en el país se ha desatado un fenómeno alarmante en torno a la apropiación del discurso y las luchas que desde las y los oprimidos libramos en contra del despojo capitalista de nuestros territorios y conquistas sociales. No es sorpresa que las universidades se hayan convertido en instrumentos que legitiman el […]
En los últimos años, en el país se ha desatado un fenómeno alarmante en torno a la apropiación del discurso y las luchas que desde las y los oprimidos libramos en contra del despojo capitalista de nuestros territorios y conquistas sociales.
No es sorpresa que las universidades se hayan convertido en instrumentos que legitiman el despojo y saqueo de nuestros pueblos, y no sólo eso, sino también en administradoras y ejecutoras de dichas prácticas que bien podríamos calificar como genocidas, etnocidas, ecocidas y epistemicidas.
Tal es el caso que la readecuación de planes de estudio, la firma de convenios de aparente extensión académica y las investigaciones en distintas disciplinas científicas, lejos de proporcionar un incremento en la calidad de vida de los pueblos, se subsumen realmente al metabolismo del capital, adecuándose al proyecto de reordenación territorial que las grandes potencias hegemónicas imponen, en el cual, nuestra vida y futuro, no tienen cabida de otra forma que no sea la de una mercancía más a explotar.
La cooperación con grandes empresas nacionales y transnacionales en la ejecución intelectual y técnica de sus planes mercantiles de despojo, vuelve a las universidades cómplices en la negación que se nos impone al derecho de una libre autodeterminación que como pueblos tenemos.
A la vez, la tendencia fetichizada de «intelectualizar» (que bien podríamos calificar como especializar) a las y los estudiantes se vuelve una estrategia que alimenta la división del trabajo intelectual del manual, generando así una ideologizante categoría de «superioridad» que en los hechos impone falsas divisiones entre la clase trabajadora, mistificando la academia hasta convertirla en un órgano amputado de los pueblos, negando con esto su esencial labor, que no es otra sino la de ser un instrumento para la liberación y no de la opresión.
Es un hecho que la producción científica que dese la academia se puede realizar, propicia el desarrollo de las fuerzas productivas a tal grado que el hambre y la miseria que se nos es impuesta podría erradicarse ante tal magnífico desarrollo; sin embargo, nos encontramos en un momento histórico en el que el desarrollo de las fuerzas productivas lejos de facilitar y propiciar el desarrollo físico y espiritual del ser humano, se vuelcan en contra de este, generando así elementos que nos acercan cada vez más a la barbarie que el capital propone.
Todo esto, a la vez, se haya encubierto por un falso discurso progresista, que bajo una máscara bondadosa niega el proyecto de exterminio que se está realizando desde hace más de 500 años en contra de nuestros pueblos, sino, miremos cómo ahora las universidades se han encargado de «explicarnos» a lo largo de la historia la manera en que debemos organizarnos y llevar a cabo nuestras prácticas revolucionarias, institucionalizando la rebeldía y encausándola en el «mejor» de los casos, a vías insuficientes y de contención como los partidos políticos y/o foros intelectuales, en los que se ha dejado de hacer la revolución para tratar de explicarla.
No hay que ir tan lejos para encontrar ejemplos claros en nuestro país, universidades como la UNAM, la de Morelos, Querétaro, Michoacán, entro muchas otras más, realizan constantemente foros de discusión intelectual sobre procesos revolucionarios y/o luchas populares, pero que mantienen convenios vigentes con la clase antinacional, empresas transnacionales y aparatos represores del Estado que gestionan el terror y son causa inmediata del despojo que origina estas luchas.
A lo que nos limitaremos en este artículo será a analizar con algunos ejemplos cómo este proceso se lleva a cabo en la Universidad Autónoma de Querétaro.
La UAQ, cómplice y gestora del terror.
Aún cuando los portavoces oficiales (y no oficiales) de la rectoría se empecinen en negar la privatización de la Universidad y su real carácter de cómplice y ejecutor de las políticas neoliberales, la Universidad Autónoma de Querétaro atraviesa en estos momentos uno de sus periodos más críticos en lo referente a una real autonomía.
La reciente lucha que el Sindicato de trabajadores y empleados de la universidad autónoma de Querétaro (STEUAQ) ha comenzado a librar, dejó entrever que el proceso de privatización se ha recrudecido de manera inhumana, mapeando y visibilizando a los actores que realizan este proceso, así como a los traidores que legitiman y enmascaran este proyecto de muerte. [1]
Sin embargo, el proceso de privatización y de real sometimiento de la Universidad a los intereses del mercado ha sido un trayecto silencioso y gradual, que ha afianzado un mecanismo hegemónico recubierto de falsos progresismos, nos limitaremos, en este artículo, a enunciar tres ejemplos claros en el orden material e intelectual de lo que se ha venido realizando dentro de la Universidad.
El primero de ellos es en el orden de la readecuación de planes de estudio a favor de la producción teórica e ideológica que legitime la implantación de megaproyectos territoriales de despojo dentro del Estado de Querétaro; para dar un ejemplo de esto observemos lo ocurrido en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Querétaro, quien, en convenio con la Universidad Aeronáutica de Querétaro (UNAQ) firman un convenio a inicios del 2015 [2] , para regular la producción y adecuación de leyes en materia de aereoespacio en el estado; si bien, en otro orden de ideas, el convenio se le presentó a los estudiantes y comunidad universitaria en general como una oferta de apertura de nuevos campos laborales, en los hechos, es una labor que legitima y crea una legalidad neoliberal, que legitima la ocupación y territorialización de estas empresas en el Estado, convirtiendo así a Querétaro en un nicho de manufactura en materia de aeronaves.
Pasemos a un segundo plano, la sobreexplotación laboral a estudiantes; bajo la fachada de servicio social y prácticas profesionales, se han entablado convenios con empresas nacionales y extranjeras con el objetivo de «mejorar la formación académica de los estudiantes», convenios que parecieran ser de un corte netamente «académico» pero que sin embargo, están dotando de mano de obra altamente calificada a las empresas instaladas en el Estado, para que esta, desarrolle trabajos técnicos especializados sin ninguna remuneración económica correspondiente a la realización de estos servicios.
Ejemplo claro de esto es el convenio que la Universidad Autónoma de Querétaro, a través de la Facultad de Ingeniería, entabla a mediados del año 2011 con la empresa Makino [3], quienes bajo la promesa de incorporar a los estudiantes a la plantilla laboral de dicha empresa, someten a estos a realizar trabajaos altamente calificados, que producen un extra excedente económico para la empresa; además, de no otorgar (bajo el pretexto de inexistencia contractual) a los practicantes los derechos laborales contemplados en la Constitución Mexicana de los Estados Unidos Mexicanos y los referentes a la Ley Federal del Trabajo, promoviendo así, no sólo la sobreexplotación de estudiantes, sino la inseguridad laboral.
Por último, se debe mencionar el actual convenio que la UAQ, a través de la facultad de ingeniería mantiene con la empresa CATECNA [4] con el fin de generar un horno para la extracción de mercurio en el municipio de San Joaquín (municipio que se ha caracterizado por su alto grado de marginalidad y pobreza), el cuál bajo el discurso de la «sustentabilidad» impone métodos más eficientes para la explotación del mercurio en esta zona, despojando así a los habitantes de esta de su territorio.
La lista es extensa, pero la enunciación de éstos tres convenios que la universidad mantiene tanto con el sector público como el privado enuncian la política de despojo que la UAQ no sólo legitima, sino propone como programa de estudios en las aulas; cabe resaltar que las contradicciones que se presentan dentro de la universidad, son un reflejo entre el criollismo y la necesidad de emancipación de las clases populares.
El falso debate, propuesto por los sectores alineados al aparato de la rectoría, y con esto, al aparato del estado, pretende generar divisiones dentro de los sectores oprimidos, quitando del renglón el problema nodal que atenta en contra de la autodeterminación y la justicia social, que no es otro sino, la inminente privatización de las conquistas sociales que como clase trabajadora hemos conquistado.
Notas
[1] Para profundizar más en este tema, revise mi análisis del conflicto STEUAQ vs. UAQ http://www.rebelion.org/noticia.php?id=210892&titular=%BFpor-qu%E9-el-steuaq?-la-lucha-por-la-universidad-p%FAblica-en-quer%E9taro-
[2] http://www.u15433785.onlinehome-server.com/noticias/1-noticias/7746-uaq-y-unaq-firman-convenio-para-la-colaboracion-en-derecho-aeronautico
[3] http://sexenio.mx/queretaro/articulo.php?id=1563
[4] http://conacytprensa.mx/index.php/tecnologia/materiales/2374-reportaje-conacyt-catecna-y-la-uaq-desarrollan-proyecto-de-horno-para-la-extraccion-de-mercurio-para-san-joaquin-queretaro
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