Por fin, luego de darle muchas vueltas, se presentó la iniciativa de Enrique Peña Nieto que plantea cambios en los asuntos energéticos y, supuestamente, traerá el bienestar para México. Aunque para ello haya tenido que evitar tocar el artículo 25 constitucional y aparentemente siga la ruta trazada por Lázaro Cárdenas, el expropiador petrolero. Claro, para […]
Por fin, luego de darle muchas vueltas, se presentó la iniciativa de Enrique Peña Nieto que plantea cambios en los asuntos energéticos y, supuestamente, traerá el bienestar para México. Aunque para ello haya tenido que evitar tocar el artículo 25 constitucional y aparentemente siga la ruta trazada por Lázaro Cárdenas, el expropiador petrolero.
Claro, para llegar a la meta, se nos planteó un panorama catastrofista al máximo, donde Pemex está a punto de colapsarse. Y no es que la paraestatal tenga un funcionamiento óptimo, algo imposible dado el saqueo realizado hace decenios, la corrupción tanto de autoridades como de la cúpula sindical, los negocios hechos a su amparo lo mismo por transnacionales que por hijos de políticos y éstos mismos y la falta de inversión en muchos renglones, incluso en organismos que fueron orgullo mundial, como el Instituto Mexicano del Petróleo.
Pero ya sabemos que en términos políticos, siempre que se pretende otorgar una nueva concesión a la iniciativa privada, se dice que todo va mal y el cambio de propietario mejorará rápidamente las cosas. Lo que nunca ocurre, algo súper demostrado con los bancos, la telefonía, las universidades, las aseguradoras y hasta la medicina privada que se abre paso subrepticiamente para dejar de lado la salud pública.
Pedro Joaquín Coldwell, el mismo que acusó a los jóvenes de la Universidad Iberoamericana (que fueron del 131 a #YoSoy 132) de ser infiltrados y manipulados por López Obrador, ahora dijo: la empresa que ocupa el lugar número 13 entre las más importantes del continente y la 34 a nivel mundial, amén de ganar más que trasnacionales como la Shell en la venta de oro negro, está prácticamente en ruinas.
Además, para que el asunto fuera más catastrófico, durante varias jornadas en los medios se insistió que ya no se necesitaba el petróleo mexicano, pues Estados Unidos con sus descubrimientos y el gas shale, prácticamente sería autosuficiente. Por lo tanto, si México no atendía la exploración de las aguas profundas y la explotación de ese producto nuevo llamado esquisto, no tendríamos nada qué hacer en el orbe.
Y luego, para hacer cambiar las percepciones de que únicamente siguiendo los dictados del gobierno iríamos al primer mundo (algo que recuerda la época salinista con sus cuentas de vidrio, su venta de garaje y su decepción), se nos planteó en la presentación del asunto que de resolverse favorablemente lo proyectado por Enrique, «la reforma generará más empleos, reducirá los precios de la luz y el gas, beneficiará al campo con la producción de fertilizantes y apoyará a las empresas (Reforma, 13 de agosto).
Esto y más en una alocución de Peña Nieto, donde utilizó únicamente la mano derecha para enfatizar sus propuestas. Ello no obstante que insistió seguir palabra a palabra los dictados de Lázaro Cárdenas, quien en efecto no excluyó a la empresa privada de las tareas de la nueva industria, ya que en ese entonces (1938), la bronca era contra las trasnacionales que hicieron de las suyas.
Peña sentenció: «Pemex no se vende ni se privatiza, se fortalece y moderniza» (sic perplejo).
Además, si escuchamos el canto de sirenas, el PIB subirá un punto en 2018 y se crearán 500 mil empleos. Y en 2025, el crecimiento será en el país únicamente por dichas medidas de 2.5 por ciento y habrá chamba para 2.5 millones de compatriotas. Aunque como nos advirtió Keynes hace años, en el largo plazo muchos seremos paletas.
No se crea que a pesar de contar con los votos para aprobar sus reformas (las cuales son consideradas tibias por un PAN que se derechiza al máximo), Enrique sienta que la iniciativa va en caballo de hacienda. Ello porque medios estadunidenses como The Wall Street Journal señalan que México busca volver a las grandes ligas energéticas, aunque algunas petroleras podrían decepcionarse porque no hay una apertura total a las inversiones. The Economist en Inglaterra, ve que Pemex tiene una estructura bastante endeble y mal organizada. Y hasta en la Bolsa Mexicana de Valores el índice descendió en lugar de subir.
Por otro lado, Cuauhtémoc Cárdenas dijo que los cambios no eran parte del espíritu de su padre ya que los contratos de utilidad compartida resultaban inconvenientes. Obviamente que Andrés Manuel López Obrador se inconformó y llamó a los jóvenes a iniciar una serie de protestas contra lo que consideró un ataque a la nación. Y hasta Los Chuchos estuvieron molestos por esa propuesta, aunque dijeron que comentarán todo ello en el famoso Pacto por México.
En las redes sociales, nos informa Jenaro Villamil, hubo una serie de mensajes que destacaron como: Venden Pemex, no obstante que el equipo peñista utilizó el tuiter para intentar ganar la batalla que, otra vez, perdieron.
Hay, eso sí, un bombardeo en los informativos para demostrar que el país se moverá. Y las estaciones gubernamentales, salvo honrosas excepciones, se han cargado del lado oficial: lo mismo dándole voz a supuestos especialistas, siendo parciales y/o minimizando los argumentos contrarios, aunque sean de fuentes extranjeras.
En la prensa los desplegados con un niño lleno de chapopote en las manos y cuyo lema «El petróleo es y siempre será nuestro», es el inicio de una larga serie.
La calle, según decíamos hace tiempo, jugará un papel decisivo.
La batalla por el petróleo inició.
Fuente original: http://forumenlinea.