La publicación de la Victoria Estratégica, tanto por el tema que aborda -la revolución cubana- como por la persona que la escribe -Fidel Castro-, es una invitación a explorar y conocer una de las epopeyas más heroicas de América Latina en el siglo XX. El voluminoso trabajo político-intelectual de Fidel Castro, que a sus 84 […]
La publicación de la Victoria Estratégica, tanto por el tema que aborda -la revolución cubana- como por la persona que la escribe -Fidel Castro-, es una invitación a explorar y conocer una de las epopeyas más heroicas de América Latina en el siglo XX.
El voluminoso trabajo político-intelectual de Fidel Castro, que a sus 84 años se encuentra en una incansable campaña por la paz mundial, hace un recorrido de los combates que el ejército rebelde tuvo que librar en la Sierra Maestra, el escenario principal de operaciones de un grupo de jóvenes -hombres y mujeres- que se propusieron -siguiendo las enseñanzas del Apóstol José Martí- lograr la plena independencia de Cuba.
La obra, impresa a tiempo record en La Habana, ya es motivo de búsqueda en varias librerías del mundo. Se han impreso más de 10.000 ejemplares en un primer momento y es poco para la sed de conocimiento de miles de personas. Por lo pronto, se la presentó en Venezuela y Bolivia, además de Cuba por supuesto. En La Paz se lo hizo en la noche del lunes 30 de agosto, con la presencia del presidente Evo Morales, el vicepresidente Alvaro García Linera, su gabinete ministerial en pleno, intelectuales, dirigentes de izquierda, dirigentes sociales, militares y policías, quienes escucharon, primero al historiador Eugenio Suárez y luego al comandante de la revolución, Guillermo Díaz, el primer campesino que se sumó a los expedicionarios del Granma -el yate en el que los rebeldes llegaron desde México a Alegría de Pío (hoy provincia Granma) el 2 de diciembre de 1956, para iniciar la lucha armada- y hombre clave para reagrupar a los rebeldes que se habían dispersado y buscar los fusiles perdidos.
Díaz recuerda que cuando el ataque de los batistianos dispersó a los rebeldes, al principio solo se re-encontraron tres hombres (Fidel, Universo y Faustino) y luego aparece Raúl Castro con cinco fusiles más de los dos que tenían en el primer momento. «Ahora sí ganamos la guerra», sostuvo Fidel. Al escuchar ese relato, las cerca de 400 personas en Palacio de Gobierno, lanzaron una sonrisa respetuosa y expresaron admiración que se tradujo en un cerrado aplauso.
Con un estilo claro, sencillo y directo – hemingweyano diría Katiuska Blanco, la investigadora que tuvo a su cargo la edición-, Fidel -el líder revolucionario con el que soñar en una sociedad libre y digna dejó de ser una tentación para los cubanos y cubanas que habían pasado del sometimiento del imperio español al estadounidense-, se encarga de revelar detalles y hacer un análisis en profundidad -político y militar, táctico y estratégico- de los duros combates que el Ejército Rebelde libró por 74 días ante una ofensiva del ejército batistiano -el mejor armado por los Estados Unidos en ese momento en América Latina-, destinada a impedir la expansión de la ola emancipatoria que se estaba apoderando de toda Cuba.
El libro, con cerca de 900 paginas entre narrativa, fotos y mapas, entra en los pormenores de la ofensiva del ejército batistiano, en su primera fase, el 25 de mayo de 1958 y concluye con el balance final de la batalla, el 6 de agosto de ese mismo año, cuando las fuerzas rebeldes logran la «victoria estratégica» que allanó el camino para que alrededor de cuatro meses después, el 1 de enero de 1959, triunfara la primera revolución que dos años después -en abril de 1961- sería declarada socialista.
Como señala el historiador Eugenio Suárez, entre el asalto al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953 -cuando 5 rebeldes mueren en combate, 56 son asesinados y más de una docena, entre los que estaba Fidel son detenidos y encarcelados al tratar de huir a una zona apta para la lucha guerrillera-, hasta el triunfo de la revolución, ese 1 de enero de 1959, transcurren cinco años, cinco meses y cinco días.
Lo más sorprendente de esos 74 días en los que la muerte y el destino de la patria cubana se jugaba todos los días, si la revolución se presentaba como verdadera, por parafrasear al Che, es que 10.000 hombres bien alimentados, entrenados y equipados por los Estados Unidos fueron derrotados por solo 300 hombres que apoyaban su lucha en la fuerza moral de su causa y en la confianza del pueblo.
Y es que, como dijo el presidente Evo Morales en la noche en que la «victoria Estratégica» entró a Palacio de Gobierno, «Fidel es inigualable». Con un conocimiento pleno del arte militar, de las debilidades y fortalezas del ejército represor, pero al mismo tiempo con una confianza en la moral de su ejército rebelde, el líder revolucionario -ha dicho el comandante Díaz- las batallas las tenía ganadas antes que empezaran.
En la presentación de su libro en La Habana, el 3 de agosto pasado, Fidel señalaba a un auditorio repleto de combatientes de Sierra Maestra:
«La derrota de la ofensiva enemiga, después de 74 días de incesante combate, significó el viraje estratégico de la guerra. A partir de ese momento la suerte de la tiranía quedó definitivamente echada, en la medida en que se hacía evidente la inminencia de su colapso militar.»
«Ese mismo día redacté una carta dirigida al mayor general Eulogio Cantillo, quien dirigió toda la campaña enemiga desde el puesto de mando de la zona de operaciones, asentado en Bayamo. Le confirmé a Cantillo que se encontraban en poder de nuestras fuerzas alrededor de 160 soldados prisioneros, entre ellos muchos heridos, y que estábamos en disposición de establecer de inmediato las negociaciones pertinentes para su entrega. Tras complicadas gestiones, esta segunda entrega de prisioneros se efectuó varios días después en Las Mercedes».
«En el curso de esos 74 días de intensos combates para el rechazo y la derrota de la gran ofensiva enemiga, nuestras fuerzas sufrieron 31 bajas mortales. Las noticias tristes no amilanaron nunca el espíritu de nuestras fuerzas, aunque la victoria nos supo amarga muchas veces. Aún así, la pérdida de combatientes pudo ser muy superior, teniendo en cuenta la intensidad, duración y violencia de las acciones terrestres y los ataques aéreos, si no lo fueron se debió a la extraordinaria pericia alcanzada por nuestros guerrilleros en la agreste naturaleza de la Maestra y por la solidaridad de unos rebeldes con otros. Muchas veces, heridos graves salvaron su vida, en primer lugar, porque sus compañeros hicieron lo imposible por trasladarlos a donde pudieran asistirlos los médicos, y todo a pesar de lo abrupto del terreno y el silbido de las balas en medio de los combates».
Con el triunfo de la contraofensiva rebelde «la Sierra Maestra está ya totalmente libre de fuerzas enemigas» y marca -según relata Fidel en el «balance de la batalla»- el viraje irreversible de la guerra. La victoria revolucionaria estaba asegurada y el ingreso en La Habana pocos meses después un acontecimiento mundial.
La «victoria estratégica», trabajada por Fidel desde junio de 2009, con el apoyo de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, contiene una narrativa que invita a soñar, como dijera el Che, en una revolución necesaria y posible.
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