Entre la insurgencia en Michoacán, el incendio en Guerrero, la muerte de reporteros en Veracruz, la guerra contra la vida en Tamaulipas y el miedo que despiertan las carreteras por la noche en Chihuahua, Durango y Zacatecas, el país parece haberse olvidado de Oaxaca. ¿Qué pasa en Oaxaca? En Oaxaca se instaló la Comisión de […]
Entre la insurgencia en Michoacán, el incendio en Guerrero, la muerte de reporteros en Veracruz, la guerra contra la vida en Tamaulipas y el miedo que despiertan las carreteras por la noche en Chihuahua, Durango y Zacatecas, el país parece haberse olvidado de Oaxaca.
¿Qué pasa en Oaxaca? En Oaxaca se instaló la Comisión de la Verdad para esclarecer los hechos de 2006-2007. ¿Cuáles hechos? La muerte de al menos 26 personas, la desaparición de 3, el encarcelamiento y tortura de cientos y el agravio de miles: ya por golpizas, por intoxicación con gas, amenazas, destrucción de propiedad.
A nueve años de distancia las dudas y el dolor persisten. Un solo caso sirve de ilustración: ¿Dónde están los dos miembros del EPR -Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez- desaparecidos en Oaxaca en 2007? Nadie lo sabe. El comandante Jonás Efigenio Gutiérrez Corro -quien se negó a recibirlos de manos militares porque «estaban muy golpeados» según consignó la Comisión de Mediación entre el EPR y el gobierno federal- desapareció también: hombres armados lo secuestraron cerca de su domicilio y no se volvió a saber de él. ¿Quiénes perpetraron estos secuestros y desapariciones forzadas?
Otro caso: ¿qué cacique -por muy poderoso que sea- tiene la capacidad de mandar a matar a un jefe policiaco -Alejandro Barrita, director de la Policía Auxiliar, Industrial, Bancaria y Comercial en Oaxaca- en presencia de su escolta personal -integrada por 5 hombres armados y entrenados- como ocurrió en 2008?
A casi una década del levantamiento popular de 2006-2007 las dudas persisten. El sistema que aquella rebelión enfrentó sigue ahí, presente, vigente, con sus mecanismos y sus perpetradores intactos -o muertos-.
La Comisión de la Verdad se instaló con discreción -para no entorpecer el proceso de planeación y arranque de sus actividades- en septiembre de 2014. En la primera quincena de enero de 2015 hizo su primera rueda de prensa y en la segunda -el 28 de enero y luego otra vez el 1 de febrero- la casa del presidente de la Liga Mexicana por la Defensa de los Derechos Humanos (Limeddh) fue allanada y saqueada. ¿Y qué es la Limeddh? Nada más y nada menos que una de las organizaciones que dio uno de los seguimientos más puntuales a la detención, tortura y fabricación de culpables en el proceso de 2006-2007. (La organización, que ya había sufrido dos allanamientos a sus oficinas en el pasado, custodiaba un acervo histórico de importancia clave para encontrar evidencias y deslindar responsabilidades.) Un día después del robo, el ex gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, declaró: «Yo no temo a la Comisión de la Verdad, la PGR investigó y me exoneró.» (Tiempoenlinea.com.mx. Feb. 2, 2015).
Tal vez sean coincidencias, tal vez no.
Tal vez la maquinaria funciona.
Mientras tanto, entre lo que pasa en Michoacán, Guerrero, Veracruz, Tamaulipas, Chihuahua, Durango, Zacatecas y más, en las montañas de Oaxaca -nos dice un conocedor- niños de seis años caminan por horas llevando de la mano a niños de cuatro a escuelas desiertas, desvencijadas en las que con frecuencia no hay maestros. Van caminando y regresan igual si no se desvanecen por falta de alimentos. Al mismo tiempo, en los valles centrales, la élite capitalina ha copiado el gusto de otras metrópolis por las revistas de sociales: rubios y rubias en bodas, cocteles y eventos políticos y sociales desfilan por sus páginas.