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Las 7 mentiras de la derecha y su miedo escénico

Fuentes: Rebelión

1.- Sus referéndums sobre estatutos autonómicos: La mentira ha sido la gran ganadora de las cuatro consultas, desde Santa Cruz a Beni, desde Pando a Tarija. Las campañas por el sí han sido manipuladas y se han convertido en campañas por el sí a las autonomías (referéndum que ya se celebró en 2007) y no […]

1.- Sus referéndums sobre estatutos autonómicos: La mentira ha sido la gran ganadora de las cuatro consultas, desde Santa Cruz a Beni, desde Pando a Tarija. Las campañas por el sí han sido manipuladas y se han convertido en campañas por el sí a las autonomías (referéndum que ya se celebró en 2007) y no a los estatutos donde el alcance de sus competencias exclusivas (desde tierra, impuestos y recursos naturales a comercio exterior, vivienda, salud, educación e incluso policía, entre otros) ha sido silenciado y ninguneado. Por supuesto que era más fácil votar por el sí a la autonomía con un alto componente de identificación regional anticentralista que dar un aval al privilegio y a los intereses de unos pocos. La derecha miente y manipula pero no es tonta.

2.- Su anticentralismo: la derecha «cívica» refugiada en las regiones se dice anticentralista. Echa las culpas del retraso histórico de Bolivia al centralismo que no pudo articular un estado nacional. Lo que no dicen es que durante años y años, fueron ellos los que impulsaron, defendieron y vivieron del centralismo. Lo que cambió es que con el voto popular fueron sacados del poder central de manera contundente y aplastante. Y ahora quieren volver, tienen prisa y no reparan en nada. En décadas pasadas apelaban a los golpes de estado, a la tortura, a las desapariciones, al miedo, a los estados de sitio. Hoy, por orden de Estados Unidos (antiguo auspiciador de golpes como en Chile), estas medidas han quedado para la historia. Los «pichones» de las dictaduras, como los llama Evo, padecen Alzerheimer político. La «Bolivia autonómica» es la mentira tras la cual se esconde el intento de volver al neoliberalismo; la «Bolivia autonómica» es la nueva alfombra de piedras contra la construcción de un proyecto popular y plebeyo, con un estado fuerte y dueño de los recursos naturales. A pesar de haber sido parida y haberse desarrollado gracias al estado central, la élite de Santa Cruz, que lidera a la nueva derecha regional, no ha tenido ni la ambición ni la habilidad de conformarse como una élite nacional, es decir pensar en lo nacional. Refugiada ahora en las regiones y desconfiazada e incluso traicionada (merced a la aprobación de los referendums revocatorios) por la derecha política de Podemos y «Tuto» Quiroga, sienta las bases, desde su plan «autonómico», para volver al poder, agrupando a las élites del resto del país lideradas por el Oriente y su proyecto político neoliberal que apuesta sin dudas por el debilitamiento en la construcción de un estado nacional. La derecha antes derrotada y bajoneada, hoy se rearticula, se reconstruye y lo único que escuchamos es «autonomia, autonomía». La derecha miente y manipula pero no es cojuda.

3.- Su falso «vivir mejor»: para esconder sus verdaderas intenciones, la derecha se vuelve más izquierdosa que el propio gobierno. Los prefectos se llenan la boca con medidas para el beneficio de todos y todas las bolivianas. «La autonomia es el cambio, es la auténtica revolución del siglo XXI, es el instrumento para derrotar la pobreza», dijo Mario Cossío en su discurso de celebración de la aprobación del estatuto autonómico tarijeño. La primera «gran» acción del prefecto cruceño Rubén Costas fue elevar el salario mínimo de 577 bolivianos a mil. «Esa es la autonomía al andar, la autonomía para la gente», dijeron los amanuenses de Costas. Pocos recordaron que el incremento del «salario digno autonómico» solo afecta a 15.000 personas de un total de 800.000 trabajadores, la mitad en el sector informal, para los cuales no había elevación posible. Es decir, solo iban a ver ascendidos sus pobres salarios, aquellos que tienen un contrato y sus empresarios cotizan a la seguridad social. Por supuesto, que con los prefectos y sus estatutos, el futuro será mejor para todos los bolivianos que tendrá más vivienda, más sueldo, más salud, más educación… Progreso y solidaridad, dice Costas. Lo que no dice es el progreso de quiénes, la solidaridad de cuántos. Por cierto, ¿y cuando gobernaron ellos y sus amigos porqué no mejoraron un carajo? «Que los beneficios del gas se sientan para todos, especialmente para las grandes mayorías empobrecidas», dijo Cossío la noche del 22 en la plaza 24 de Septiembre. Y cuándo el partido del ex presidente del Senado ( hasta el último día de gobierno de «Goni») privatizó todo y regaló los beneficios del gas a las petroleras extranjeras, ¿quién pensó y dónde estaban las mayorías empobrecidas? ¿estaban sirviendo el cafecito que se tomaban en las reuniones donde vendían el país y saqueaban sus riquezas, con altísimos níveles de corrupción?

4.- Su discurso de unidad nacional, integración y modernidad: ¿Hablan ahora de unidad cuando antes vendieron a la patria? ¿Hablan ahora de unidad cuando no pudieron constuir institucionalidad en todos los territorios de la patria? ¿Hablan de modernidad cuando en realidad quieren volver a la noche oscura del neoliberalismo antipatria, a la vergonzosa situación del esclavismo y la servidumbre guaraní en el Chaco? ¿critican la tendencia estatista del gobierno afirmando que esa ideología ha sido derrotada por la historia? Y el neoliberalismo salvaje y la supremacía absoluta del mercado, ¿en qué país no desarrollado ha triunfado?

5.- Su disfraz de la democracia: («contra el totalitarismo del MAS»). La estrategia de vaciar de contenido y significante conceptos como autonomía y democracia esconde la táctica de conformar un bloque opositor compacto que pueda derrotar en las urnas a la visión popular-nacionalista-plebeya. La autonomía se «desideologiza» para no visibilizar, en un principio, el enfrentamiento ideológico con el gobierno del MAS. Es decir, la bandera de la autonomía departamental (por cierto reconocida en el proyecto de nueva constitución del MAS y otras nueve fuerzas políticas) se prostituye en pos de la táctica de recuperación del poder por parte de la derecha, que se vanagloria y se dice «demócrata» pero que no respeta los resultados de la mayor victoria electoral de la historia de Bolivia. ¿La democracia sirve sólo cuando obedece a sus intereses y privilegios? ¿son tan egoístas que no pudieron esperar cinco años bajo el gobierno de «un don nadies»? ¿Cuándo cambió el plan de «dejar gobernar al indio para que se vaya al carajo» a «tumbar al indio a como de lugar»? ¿la votación por un estatuto autónomico es un signo de democracia y la elección en Yacuiba de un subprefecto opositor a Cossío es ilegal? Por supuesto, que el ente que agrupa a los prefectos se llama: Consejo Nacional Democrático, el autodenominado Conalde.

6.- Su exacerbación de las identidades culturales regionales: jamás se habló tanto en Bolivia de collas, cambas, chapacos, cochalas… La estrategia de ahondar estas diferencias tiene como objetivo polarizar y bloquear el proceso de cambio. El «todos somos cruceños» del prefecto Costas intenta esconder las 44 competencias exclusivas de su estatuto autonómico. ¿Son todos los cruceños terratenientes? ¿son todos oligarcas? ¿veranean todos en Miami?

7.- «La Bolivia de mañana»: Unitel los reunió en la noche del domingo 22 en Tarija. Estaban los cuatro prefectos y Manfred. Ahí, tomando café y fumando puchos, adelantaban: el revocatorio es una imposición del centralismo y es atentatorio de nuestras autonomías ya conquistadas. «Esta es la Bolivia de mañana», titula Unitel. Contra el pasado centralista, contra Evo y contra el MAS. Vergonzosa y curiosa paradoja: los enterrados por la historia en Bolivia, los protagonistas del ayer enarbolan la bandera del mañana, del futuro. La política en Bolivia es un quilombo pero también, una paradoja constante y a veces sangrante..

Siete mentiras y un miedo

Pero detrás de las siete mentiras llega el miedo escénico, a pesar de todo. La derecha miente y manipula. Ha recuperado terreno y ha empatado el partido después de ir perdiendo por goleada al inicio del encuentro. Con la «condescendencia» del equipo que, «sobrado», se relaja, como todos los que sacan gran ventaja. Pero están divididos y fragmentados entre la derecha política-parlamentaria (Podemos y cía) y la cívica-regional (de los cuatro prefectos opositores y Manfred). La primera, celosa de la segunda. Y la segunda puteando contra la primera por la aprobación del revocatorio con las reglas de Evo. Ahora los prefectos no quieren ir al revocatorio por miedo escénico a perder, por pavor al escenario: las urnas. Porque esa consulta es un torpedo a su línea de flotación, a su plan gradual de aplicación de los estatutos autonómicos, al margen del estado. Porque en el camino, algunos prefectos se tendrían que ir a casa antes de tiempo. Entonces en esta coyuntura, donde el gobierno ha recuperado la iniciativa, las urnas molestan. ¿No era que son más que demócratas que nadie?