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Las aguas suben turbias

Fuentes: Rebelión

Pocos dudan del triunfo de Cristina en primera vuelta, aunque muchos desean que no fuera así. Para que el sordo gobierno -dicen- dé cuenta del descontento que se vive por abajo, y que tiende a acrecentarse. Y aunque el aburrimiento electoral que se vive y que registramos todos sea parte de la realidad, ¿ello se […]


Pocos dudan del triunfo de Cristina en primera vuelta, aunque muchos desean que no fuera así. Para que el sordo gobierno -dicen- dé cuenta del descontento que se vive por abajo, y que tiende a acrecentarse.
Y aunque el aburrimiento electoral que se vive y que registramos todos sea parte de la realidad, ¿ello se explicaría solamente por la falta de disputa o que el resultado ya es conocido de antemano? ¿Allí terminaría la cosa, nos preguntamos nosotros? Creemos que no. Que una mirada tan sesgada a lo que incuestionablemente emerge no sólo es equivocada, sino le sirve a quienes repiten una y otra vez que están dirigiendo hacia buen puerto la resolución de los graves problemas y contradicciones que vive el país. Concretamente, le viene bien al matrimonio Kirchner, a este gobierno y al próximo, para hacernos creer que hay un consenso férreo alrededor de su política, sus figuras, y que tras ellos se ha recuperado la institucionalidad tan gravemente cuestionada en 2001/2002.
La realidad sin embargo es un tanto terca. Se la puede ignorar, también intentar tapar, pero termina aflorando y provocando creciente descontento para luego producir estallidos. En Córdoba por ejemplo, se sigue ocultando que las cifras más altas estuvieron en la abstención que llegó al 31,28%, y que sumada a los votos nulos y en blanco alcanzó a más de 800.000 personas, bastante más que cualquiera de los dos candidatos que siguen disputándose el triunfo (Schiaretti o Juez), y que rondarían no más allá del 25% cada uno, cifra que surge después de descontar las abstenciones. Pero esto quedaría en meras cifras si no tomáramos en cuenta la percepción popular que mayoritariamente considera que hubo fraude, que hubo y hay perro, no sólo montado por los políticos, sino también ahora por la Justicia.
Por eso movilizaciones multitudinarias ganaron las calles para repudiar y reclamar un control del voto que no deje lugar a dudas de quién finalmente ganó, aunque la crisis abierta difícilmente encuentre mecanismos que reestablezcan la confianza de la población.
¿Y en Tucumán?
Pocos días antes, el 26 de agosto en Tucumán, los medios hicieron aparecer la reelección de Alperovich (candidato K) ganando por un 78% (!¡), lo que fue caracterizado «como un hecho histórico». La realidad, un tanto mas triste y menos altisonante, redujo esa cifra a un modesto 55.02% dado que la abstención-votos en blanco y anulados superó el 30%. Igualmente, aquí no termina la cosa, porque un nuevo procedimiento llamado «acople» hizo que se sumaran artificialmente votos a Alperovich, como si representaran un caudal propio en las elecciones a gobernador. Por el contrario, olvidando supuestas diferencias, orígenes y proyectos políticos que los separarían, -y como en un vil y descarnado comercio-, decenas de partidos provinciales que aprobaron su legalidad entre gallos y medianoche, apostaron al caballo del comisario y al comisario mismo (Alperovich) para separarse luego en las legislativas y rapiñar algunos puestos. Allí ya desnudo y sin acoples, el reelecto gobernador obtuvo la módica suma del 24.76% (descontada la abstención que sumó el 27.13%). Por tanto, también en Tucumán y en las legislativas, la fuerza de Alperovich terminó detrás de la abstención, el voto en blanco y los anulados. Habiéndose eliminado la famosa «ley de lemas» cuestionada hasta el hartazgo por la población de todo el país por antidemocrática, se terminó inventando un nuevo procedimiento mucho más siniestro que el anterior (el llamado acople), y que por lo «exitoso» de su estreno en Tucumán amenaza con ser utilizado en distintas provincias del país. Así se evidencia que la crisis de los partidos políticos es tan profunda y sin retorno, que se borraron de un plumazo las supuestas fronteras políticas que separan. a unos de otros partidos.
Igualmente la astucia por perpetuarse en los cargos nos preparaba otra novedad. En Catamarca se termina de aprobar que una coalición denominada Frente Cívico y Social que postula candidatos a diputados nacionales en la provincia, (oficialistas por supuesto) fueran pegados a las boletas de tres fórmulas presidenciales, las de Cristina Kirchner, Ricardo López Murphy y Ricardo Lavagna, bajo el argumento esgrimido por el actual gobernador Brizuela «que de esta manera la gente irá a las urnas a votar». El método se lo ha titulado «lemas invertidos»…
Una distancia sideral
¿Cómo no tener entonces la certera percepción de que las inmensas distancias que separan a los supuestos «representantes» de los «representados» pueda tener caminos o vehículos de retorno? ¿Qué elemento constituyente de democracia formal permanece hoy en las cáscaras vacías de los actuales partidos políticos?
Y esto vale tanto para el oficialismo como para la oposición, marcados todos por la misma crisis de representación-dominación que con toda agudeza pegó un salto cualitativo a partir de la rebelión de 2001-2002 y que dejó herida de muerte a toda la clase política, sus partidos e instituciones. Finalmente, como si nada hubiera ocurrido, se terminaron quedando todos y haciendo las peores componendas y travestismo político para no caer. Sueltos de cualquier institución partidaria que los contuviera, llevaron el personalismo a extremos nunca vistos, echando por tierra cualquier idea o proyecto colectivo de país y de sociedad. Terminaron de convertir así el juego político en una mera moneda de cambio que todo lo puede: comprar, vender, corromper, cooptar, mentir o acallar como sea. El «todo vale» que todos conocemos, que busca votos y apoyos inmediatistas sin medir ninguna de las consecuencias que ello trae aparejado para el futuro. En esto el gobierno y el FPV de K. llevan sin dudas, la más completa delantera y sin abstención alguna de quienes los acompañan.
Porque tampoco operó la mentada renovación política kirchnerista. Al igual que con los más siniestros intendentes del conurbano bonaerense a los que Cristina denunció no hace tanto tiempo como parte de una mafia, al igual que la impresentable sociedad actual con Rico (¿será por los derechos humanos?) para obtener un poco más de votos, se quedó con todo lo viejo, repudiado y caduco.
 
Por todo esto, la percepción popular puede medirse en una repetida y contundente frase: ¿Se creen que somos giles!!! ?
Tal vez por esa razón el ex presidente Duhalde con una mirada un tanto más allá de los votos y las presiones diarias del poder, ha salido a plantear que se ocupará de dos temas que considera fundamentales y de los que nadie se acuerda (refiriéndose críticamente al gobierno): reorganizar al Partido Justicialista hoy hecho jirones, y trabajar sobre una reforma política ya varias veces prometida y ni siquiera esbozada. Ambas preocupaciones dan cuenta de la necesidad que tiene el sistema capitalista de ir construyendo diques de contención estratégicos que impidan llegar a situaciones límites como las vividas hace apenas cinco años atrás, las que sin dudas, representaron grietas mucho más graves y profundas que las de otros países del Continente, y que lejos de cerrar o cicatrizar, siguen tan abiertas como amenazantes.
De eso no se habla ni de aquello tampoco
Es innegable que los viajes hechos por Cristina al exterior tuvieron un claro objetivo. Alejar cualquier preocupación de los amos del Norte, hacer buena letra en búsqueda de apoyo e inversiones, además de dar claras señales de apoyo a la comunidad israelí. Y para no dejar lugar a dudas que su cercanía con el Presidente Chávez sólo está dada por negocios, viajó a Brasilia a entrevistarse con el mismo Lula y empresarios de ese país, hoy tan prestos a invertir en la Argentina como a mantener excelentes relaciones con EE.UU.
Aún así, la candidata fue increpada por los índices inflacionarios, tanto en Brasil como en EE.UU. Y peor aún, los brasileros tenían hecha ya la proyección inflacionaria de este año y que les da un 17% para nuestro país.
La realidad es que muy lejos de la marcha peronista, y más lejos aún de «combatir al capital», y sin otra similitud con Evita que la de ser mujer, Cristina intenta separar su figura de «esposa K», sin conseguirlo. Todo aparece tan claramente producido y orquestado, tan acartonado, ampulosamente shopppineado y detallista hasta la superficialidad más extrema, que resulta muy difícil creer en el ejercicio de un espontáneo liderazgo político. No hablamos de carácter, porque seguramente lo tiene. Pero innegablemente, y a no dudarlo, gobernarán estrechamente los dos, entre otras cosas porque todo está pensado y dirigido para que él pueda volver a la Presidencia finalizado el mandato de Cristina. ¿Será por aquello que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer?
¿O logrará Cristina liberar al debate los temas hoy prohibidos? ¿Reconocerá la falsedad de los actuales índices del Indec?
¿Se prohibirá la exportación de todos los alimentos producidos en nuestro territorio si ellos pretenden ser cobrados a valor dólar? ¿Aceptará que existe un aumento inflacionario que desborda el corsé del aguante popular? ¿Y que los conflictos salariales que se avecinan son justos? ¿Se impedirá mandar a reprimir trabajadores y movilizaciones populares que reclamen por sus derechos? ¿Se reconocerá por fin que un país en serio no tiene la mitad de trabajadores en negro? ¿O con niveles alarmantes de desnutrición? ¿Qué es necesario parar los negocios de viviendas de súper lujo para construir masivamente viviendas populares? ¿Que tenemos el derecho a viajar y transportarnos como personas y para ello dejar de engordar parásitos? ¿Se negará a aumentar las tarifas de los servicios públicos? ¿Dirá por fin que la desaparición de Julio López muestra que los genocidas siguen actuando impunemente? ¿Se pondrá toda la fuerza gubernamental y estatal para esclarecer el hecho y castigar a los responsables? ¿Se decidirá por fin recuperar soberanía energética y defender tenazmente los bienes naturales? ¿Hablará claramente y sin tapujos sobre la deuda externa de más de 165 mil millones de dólares? ¿Se reconocerá que lo que pagamos al FMI y aún postergando necesidades elementales de la población no nos liberó ni ahí de seguir tan colonizados como antes?
 
A esta altura si contestáramos que sí, o dudáramos, no sólo nos pasaríamos de ingenuos, sino de irresponsables. Porque responder a todos estos interrogantes de manera positiva implicaría sin dudas haber tenido otro proyecto de país y de sociedad que el matrimonio K y su entorno nunca buscaron siquiera bosquejar.
Los cambios gubernamentales operados por la estrecha sociedad del matrimonio K. no cambiarán tampoco ahora para ese lado. Si de algún cambio se habla, no nos molestemos en abrir las manos. No vendrá para nosotros o para recuperar el país y nuestros recursos. Y aunque los índices de crecimiento económico sigan siendo altos, favorecidos por los precios internacionales.
No hay otra
La esperanza se fue corriendo hacia el descreimiento, y el descreimiento se encamina a la protesta y el reclamo. No hablamos del escenario electoral que no deparará grandes sorpresas, ni en propios ni extraños (léase Cristina versus oposición). Tampoco por la izquierda que no verá aumentar su caudal. Hablamos del día después, cuando no nos quede otra que prepararnos para el reclamo y la movilización que acompañe. Aún cuando nos cueste mucho construir redes solidarias y nuevos organismos para hacerlo. No habrá otra. Aún cuando los burócratas de la CGT o del CTA sigan enfrentando a sus propios afiliados y negando sus reclamos. Aunque muelan a palos a quien proteste, como lo hicieron los directivos de la UTPBA con un trabajador, o favorezcan a los empresarios como lo hicieron en la larga y ejemplar huelga de FATE que reclamaba un aumento salarial superior al pautado por el gobierno, o de los trabajadores del pescado de Mar del Plata que superexplotados exigen se los blanquee, o de los textiles de La Plata que reclamaban efectividad, o el carneraje abierto impulsado por la UTA en subterráneos…
No hay lucha que libren los trabajadores que no sea bombardeada por los dirigentes sindicales, sean de donde sean. Ni qué hablar del papel de la CTERA en las huelgas docentes de Santa Cruz o Neuquén…
Y lo peor es que si de «representación sindical» hablamos, ocurre más o menos lo mismo que en la política. La mentada «representación» no existe.
Comenzando porque la mitad de los trabajadores que lo hacen en negro no están afiliados a ningún sindicato. Y que sólo 2 de cada diez en todo el país lo están. Ello no sólo daría cuenta de las inmensas transformaciones operadas en el mundo del trabajo, sino también del desprestigio (repudio) que tienen los dirigentes sindicales y los sindicatos mismos, ubicados como los ven los trabajadores, en las más altas escalas de opulencia y del poder. El mejor ejemplo es Moyano, un claro empresario que en sus ratos libres oficia de dirigente sindical (y que de esa manera renueva su utilidad de cercanía con el poder). Siempre dispuesto a devolver favores, hace poco más de un mes se ocupó de convocar a un gran almuerzo de empresarios con el objetivo de hacer campaña electoral a favor del gobierno. Fue allí donde con total soltura dijo en su discurso que «es preocupante que los que tienen una 4 x 4 no la disfruten ya sea por los robos o por el riesgo de que los maten«, aunque inmediatamente para que no lo critiquen, les recordó amablemente la necesidad de blanquear a los trabajadores en negro…
Sin embargo, no todo viene a favor de estos burócratas-empresarios. Surgen nuevos delegados en las empresas, se desarrollan y fortalecen camadas de jóvenes activistas en los conflictos, los que dejando atrás las viejas prácticas de burócratas y matones impulsan con audacia la democracia sindical, la construcción de agrupamientos integrados por trabajadores de diversas experiencias, todo lo que posibilita (si las luchas se acrecientan) que se vayan sentando sólidas bases para una renovada reconstrucción de la clase trabajadora argentina.
 
Otra política y construcción es posible
La Asamblea de Gualeguaychú se ha sostenido en el tiempo y de manera independiente, contra muchos pronósticos agoreros. Ahora, alcanzando dimensiones nuevas y más complejas, como son las difíciles articulaciones internacionales que abarcan a nuevos sectores sociales y demandas.
Tiene la virtud, sin embargo, de cosechar lo que sembró, porque nunca fue tentada a utilizar o creer los discursos chauvinistas que tanto le fueron ofrecidos. Siempre pensaron que lo peor que les podía ocurrir era alejarse de los pobladores de la vecina orilla, del pueblo uruguayo, tan maltratado y desoído como el nuestro. Por eso activistas de ambas orillas hicieron el resto y finalmente se juntaron.
El 7 de Octubre pasado, unos 100 argentinos y 300 uruguayos crearon la Asamblea Regional Argentina-Uruguay. Sus amplios objetivos abarcan la lucha contra las pasteras, la forestación indiscriminada, el modelo de subdesarrollo y sordera de los gobiernos de aquí y de allá. Deliberaron 5 horas en el Club Palmirense de Nueva Palmira, Uruguay. Se hizo presente una importante delegación del Movimiento Sin Tierra de Brasil. Lo hicieron también los pobladores de Colonia Agraciada de Uruguay, un pueblo de tamberos que supieron cortar las rutas y fueron presos por luchar contra la Planta Isusa de ácido sulfúrico que está destruyendo el medio ambiente. Se denunció también el trabajo esclavo del sector Forestal de Tranqueras.
Y siguieron las denuncias, desnudando los falsos discursos frenteamplistas o mal llamados progresistas de Uruguay y de Argentina. No hubo nadie que reivindicara nada de esas gestiones. Por el contrario, se unieron más firmemente para continuar y fortalecer la lucha, ahora conjunta, resolviendo reunirse una vez al mes.
 
Hace poco más de un año escribimos una nota titulada No todo se compra ni todo se vende, refiriéndonos a la Asamblea de Gualeguaychú. Allí destacábamos la metodología empleada para persistir en el tiempo y progresar. El respeto al debate colectivo, a la asamblea como institución trabajosamente construida, al voto para dirimir diferencias, a la acción sostenida por una importante mayoría que se involucra y participa…
Son valiosos pasos en el camino de ir creando una nueva institucionalidad, nuestra, de poder de los de abajo, capaz de proyectar aún simbólicamente nuevas relaciones humanas y solidarias, orientadas no sólo al reclamo puntual y el rechazo a las condiciones de vida existentes, sino fundamentalmente encaminadas, a veces a tientas, pero con firmeza, a la búsqueda de otro proyecto de país y de sociedad. Es ese camino el que pensamos hay que recorrer, sin esperar más nada de quienes han dejado de representar cualquier aspiración o necesidad popular.
Las esperanzas que signaron los primeros años posteriores a la rebelión del 2001/2002 con el gobierno K. han comenzado su cuenta regresiva. El tiempo del descrédito ocupa nuevamente su lugar, aún cuando se siga mirando a la destrucción social y humana en que estamos inmersos, como si ello fuera algo transitorio, capaz de recuperarse. Nada más lejos de la verdad. Porque este país que quedó para no irse, el que vemos todos los días, el que sufrimos por tanta injusticia, no tiene retorno. A menos que nos dispongamos colectivamente a darlo vuelta de raíz.
Por eso, para eso, necesitamos impulsar la construcción de un proyecto revolucionario nacional y continental de nuevo tipo, capaz no sólo de alejarse de los ritmos y agendas que nos marcan los poderosos, como decidido a incentivar una rebelión tenaz contra el supuesto «orden» existente.