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Las autonomías y el olvido

Fuentes: Rebelión

No deberían ser únicamente atribuciones y facultades. Un proceso autonómico no sólo significa transferir competencias a determinada región. Tendría que estar cargado de profundas transformaciones. Podría tener alcances todavía impensados. Formas organizativas, de deliberación y resolución. Esferas de gestión diferentes a las tradicionales. Promover nuevas aspiraciones e intereses para la comunidad. Para qué trasladar atribuciones […]

No deberían ser únicamente atribuciones y facultades. Un proceso autonómico no sólo significa transferir competencias a determinada región. Tendría que estar cargado de profundas transformaciones. Podría tener alcances todavía impensados. Formas organizativas, de deliberación y resolución. Esferas de gestión diferentes a las tradicionales. Promover nuevas aspiraciones e intereses para la comunidad. Para qué trasladar atribuciones y recursos si las regiones van a reproducir viejas estructuras en menor tamaño. Eso va en contra de lo que representa la autonomía.  Esto no es nada nuevo pero sirve para observar ciertas expresiones ‘autonómicas’ del último tiempo.

 

Confianza es lo que esencialmente se desprende de esta clase de reivindicaciones. Las poblaciones producen/contagian confianza para tomar decisiones acerca de su futuro. Transmiten la idea de que son aquellas las que mejor saben que necesitan. Es lo más importante, el proceso adquiere contenido desde abajo. Esto va en contra de las tradicionales formas de administración de lo público. La autonomía debería ser a la democracia liberal lo mismo que un latino es a una defensa europea en fútbol. Desobediencia, pura creatividad, expresión generosa, ruptura del molde. Sin embargo ahora aparecen entre las filas autonomistas los protagonistas de la antigua forma de gobernar en Bolivia. Entonces ya no parece tan honesta la cosa. Porque no creo que de repente tantas personas gustosas de mandar cambiaron y ahora quieren ver el poder en las calles, en los barrios, en los pueblos. Es difícil creer que desde los sectores privilegiados se impulse que la gente de a pie tenga posibilidades reales de decisión. Ahora, muy distinto es exigir atribuciones para volver a mandar. Para encabezar un sistema participativo excluyente en algunos departamentos. El discurso de la autonomía para aplicar una fórmula tradicional de gobernar no pasa de ser retórica aprovechando aspiraciones de la población. Por eso es central a la hora de evaluar el hecho de que los contenidos actuales de la autonomía los proporcionaron las elites.

 

Otra cuestión sospechosa es la notable fijación que se manifiesta por la cuestión recursos. Recursos naturales, plata por impuestos, cooperación internacional, etc. Los autonomistas indican en su discurso que administrarán los recursos con mayor sapiencia. No dudan un minuto en que su visión de la economía es superior a la de otras regiones. Discurso, dicho sea de paso, altamente despreciativo hacia el resto del país. Volvemos a lo de antes, no creo que antiguos defensores del libre mercado traigan innovaciones significativas a la hora de distribuir riquezas. Si ellos ya tuvieron su chance. Así es complicado creer en un alivio para los necesitados de las regiones autonómicas.

 

Para rematar del resto del país mucho no quieren saber. A partir del discurso económico se desprende que al resto de Bolivia no la tienen en muy alta consideración. En serio, es lamentable todo el egoísmo que brota de parte del autonomismo. Egoísmo desde la manera como se refieren a los recursos naturales del país hasta en su exagerada actitud de presentarse como las víctimas principales de este país. Ya lo dijimos arriba, quieren administrar los recursos de su región desentendiéndose de cualquier otra realidad. Administrar, además, con una fórmula que ya trajo malas experiencias a todos. Es visible que este proyecto, de manera sospechosa, es altamente excluyente y adverso con el resto del país a todo nivel.

 

Todo debería ser precisamente al revés. La autonomía debería ser un mecanismo que busque aminorar asimetrías, no que preserve privilegios. Ser una plataforma que despliegue solidaridad entre las diversas regiones del país. En este tiempo nos están presentando una autonomía que principalmente divide. Divide, si, eso hace. Porque unos cuantos se creyeron el cuento de que son superiores y ahora dicen que continúan por su lado. Eso no se hace señores, si las autonomías lo que deberían hacer principalmente es rescatar las diversidades y explotarlas. Pero, repito, los contenidos los generaron las elites y evidentemente hacia ellas apuntan la inmensa mayoría de los beneficios.

 

Todos queremos mejorar la situación pero tratemos que mejoren todos. Y esa autonomía  de las elites no piensa mucho en los demás, más bien olvida mucho. Porque no le gusta dar una mano decide olvidarse de los demás casi por mandato. Se desvincula de otras realidades y se resigna, como en un mal querer, a que nuestras diferencias son irreconciliables. Por eso aun en el caso de que el proyecto autonómico de las elites resulte una experiencia administrativa eficiente es condenable. Condenable porque a nombre de la autonomía una región pretendió olvidarse del resto de su realidad. En un país como el nuestro la autonomía bien podría fundarse en la solidaridad entre diversos. Rescatar la multiplicidad y no prestarse a la división y al separatismo. Explotar las múltiples potencialidades que presenta el país pensando siempre en el desarrollo de la mayoría.

 

De cambio ahora hablan todos, incluyendo viejos conocidos. Hablen de autonomía con una verdadera transformación de las reglas de juego en la participación ciudadana entonces. Y si vamos a cambiar comencemos por nuestras prácticas, por los valores que conllevan nuestras acciones. Así presentar a la autonomía como una plataforma consagrada principalmente a reducir las diferencias entre las regiones del país, no como una instancia que prorroga ventajas. Es justo en este tiempo que corre, creo yo, en el que nuevas actitudes, más solidarias y desprendidas, tienen que primar a la hora de construir alternativas. Tanto para las autonomías como para cualquier otra controversia que llegue a situarse en la agenda pública. Además, con este frío lo mejor es andar todos abrazados.