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Las bondadosas preocupaciones externas

Fuentes: masbolivia.org

Casi en tropel, por estos días, llegan misiones de diversos países con la publicitada intención de mostrar su preocupación por la situación política de nuestro país y, a renglón seguido, ofrecer sus buenos oficios para que salgamos de la crisis que, por ser ignorantes y atrasados, hemos creado nosotros mismos para nuestro propio descrédito. Todos […]

Casi en tropel, por estos días, llegan misiones de diversos países con la publicitada intención de mostrar su preocupación por la situación política de nuestro país y, a renglón seguido, ofrecer sus buenos oficios para que salgamos de la crisis que, por ser ignorantes y atrasados, hemos creado nosotros mismos para nuestro propio descrédito. Todos ellos subrayan que no vienen por intereses de las empresas que explotan el gas natural que tenemos en abundancia; sostienen que ese es un tema que debemos resolver los bolivianos con las empresas, sin olvidarnos de la globalización, la seguridad jurídica y, de ahí en adelante, no se contienen en el planteamiento que realmente los trajo hasta nuestras lejanas y, para ellos, inhóspitas tierras.

Vienen desde Europa y de Estados Unidos, vienen de los países vecinos y no tan cercanos, llegan de muchos lugares. Por respeto a los países africanos, debemos decir que ellos no nos enviaron ninguna misión; no está entre sus preocupaciones ese tipo de acciones.

En la última semana, el Parlamento Británico y casi simultáneamente el Parlamento Europeo, estuvieron diciéndonos qué debemos hacer. No hacía falta que repitieran el estribillo: no estamos aquí para defender los intereses de las petroleras («ellas tienen suficiente poder para defenderse solas»). Están dispuestos a darle seguimiento a los experimentos en que estamos sumergidos y hasta ofrecen apoyo para aligerarnos la carga de lo que estamos haciendo.

A uno de los visitantes se le escapó el gazapo (como dicen en España) y se lanzó en una perorata sobre el buen uso que debemos darle al gas. Recordó que fue el Acuerdo del Carbón y el Acero, lo que inició la integración de Europa y nos retó a que hiciésemos lo mismo. Lanzados en la cátedra que tanto les gusta (¡son tan gentiles, que están dispuestos a enseñarnos de todo!) otro se relamió para reclamarnos que estábamos repartiendo el dinero del gas sin haberlo vendido y que podríamos quedarnos sentados sobre nuestros pozos.

Todavía les faltaba: un tercero dejó en claro que, estaban dispuestos a ayudarnos, que había una franja de comercio con arancel cero, sin contraparte (¡así de generosos son!), pero que ni se nos ocurra pedir que supriman la subvención de su agricultura y que, por supuesto, si queríamos seguir gozando de los beneficios que se dignaban otorgarnos, tendríamos que incorporarnos a la globalización. Hasta llegaron a recomendarnos que entremos al TLC Andino propiciado por Bush.

Ha sido aleccionador: Europa sigue vendiéndonos baratijas a precio de oro y plata.

¡Cómo iban a olvidarse del gas! Ocurre que el petróleo está alcanzado cotas superiores a los 60 dólares por barril, mientras el gas estamos vendiendo a 2.30 dólares por millar de pies cúbicos. Para hacer una comparación, un barril de petróleo equivale, en potencial energético, a 6 millares de pies cúbicos. Si esto es así, el millar debiera valer 10 dólares; de hecho, en Europa y Estados Unidos, el consumidor final paga hasta 12 dólares. Pero, según nos adoctrinan nuestros ilustres visitantes, nosotros debemos dar seguridad jurídica a los bondadosos empresarios que se dignan explotar el sucio gas, para que nosotros obtengamos la no despreciable ganancia del 18%.

¡Debemos agradecer a nuestros visitantes!