«Los indios habíamos sido sujetos y actores sin historia, sin memoria, sin territorio, sin liderazgo, sin perspectiva de poder y en ese contexto sale electo Evo Morales de la región aymara de donde yo vengo. La estructura del Estado es tan colonial que incluso hay que descolonizar al propio Gobierno de Evo Morales» Trascripción íntegra […]
«Los indios habíamos sido sujetos y actores sin historia, sin memoria, sin territorio, sin liderazgo, sin perspectiva de poder y en ese contexto sale electo Evo Morales de la región aymara de donde yo vengo. La estructura del Estado es tan colonial que incluso hay que descolonizar al propio Gobierno de Evo Morales»
Trascripción íntegra de la conferencia, 7 de Abril de 2006, dada en Asturias en el marco de las jornadas de « Encuentro de sensibilización Sur-Norte … Bolívar que camina… por América Latina…» organizadas por Soldepaz Pachakuti. (La ortografía de algunos nombres puede no ser correcta). Miguel Ángel Llana
«Muchas gracias amigos, hermanos y hermanas de Soldepaz Pachakuti de esta región de Asturias, España. Quiero hacerlos llegar un saludo fraternal de hermandad revolucionaria de la tierra de los indígenas, de los indios aymaras, quechuas, guaraníes, lecos, de eso que después lo llamaron Bolivia que históricamente es el Gran Qullayusu.
Qullasuyu es una región del Gran Tawantinsuyu. Antes de que los españoles y los portugueses llegaran a nuestras tierras pues éramos un pueblo, una nación con distintas lenguas, territorios y una gran experiencia política. Experiencia de memoria histórica. Bien, pues vengo de las tierras, y particularmente del pueblo aymara, que en el último tiempo en Bolivia, y creo que en la colonia también, fue y es el actor central de los procesos y de los levantamientos y rebeliones indígenas. Quisiera compartir algunas reflexiones que yo hice, como alguien que viene de los ayllus, de los barrios, de esos lugares discriminados, inbivilizados e incluso, vistos como no hombres, sin alma, sin historia, sin memoria y eso es lo que pensaron de nosotros.
Pero estamos aquí como dice la lema de la ciudad de El Alto, de donde yo vengo, «El Alto de pié nunca de rodillas», esa es la lema de nuestra ciudad, y creo que los aymaras que habitamos esa ciudad, siempre nos hemos mantenido de pie ante cualquiera poder, ante el Gobierno, ante el Estado o ante cualquier organismo internacional, y con dignidad, con capacidad de hacer las cosas, de decir al mundo nuestra forma de pensar, nuestra formas de sentir, nuestras formas de vivir y también nuestras forma de lucha.
Entonces en ese sentido yo quiero reflexionarles puntualmente sobre los levantamientos indígenas en Bolivia y las perspectivas de estos pueblos y las demandas y los proyectos que de allí surgen.
Ustedes habrán escuchado o habrán visto en periódicos, en televisión, espero que aquí en España por lo menos haya sido importante, pues Evo Morales que estuvo por estas tierras y que nadie o muy pocos escucharon, pues estuvo aquí un hombre, de ese nivel y también estuvo otro líder Felipe Quispe, que como que son indios de repente, para mucha gente no tienen mucha importancia, pero estuvieron aquí.
Yo quiero hablarles básicamente de los levantamientos indígenas en Bolivia y de la elección reciente de Evo Morales con el 54% de votación que es histórica y alta. Pero antes de entrar en ese detalle, yo quisiera situaros en el contexto; Bolivia, tiene una vida republicana de 180 años y 500 y más años de colonización, pero en los 180 años del país, los indios, los indígenas habíamos sido como sujetos sin historia, sujetos y actores sin memoria, sujetos y actores sin territorio, sin liderazgo, sin perspectiva de poder.
Y en ese contexto es que el 18 de diciembre de 2005, sale electo Evo Morales de la región de donde yo vengo también, de la región de Gran Jach’a Karangas, de los ayllus de esa región aymara y, que creo, que hizo una especie de revolución en los medios de comunicación cuando se supo la noticia de que ganó un indígena cocalero, estigmatizado por el tema: coca igual a narcotráfico, pero que no es cierto. Entonces que en el mundo hay una especie de revuelo, y más aún, en Bolivia las oligarquías no quisieron aceptar que eso era cierto, si no que era un invento de los medios, y que eran pronósticos exagerados y que no era cierto. Pero era tan cierto porque se estaba escribiendo una gran historia. Los levantamientos indígenas que provocan todo ese proceso, sin duda están marcados en un contexto estructural, social y político y económico fundamental en el país.
Nosotros hacemos una referencia muy importante al pensamiento indianista de Fausto Reinaga, uno de sus textos se llama «La revolución india» y hay otro que se llama «La tesis india». En los años 1969-70, en esos tiempos se habían planteado la idea del concepto de nación-estado, como una comunidad lingüística, territorial y cultural y, Bolivia estaba en un proceso de constitución del Estado Nacional y que por supuesto estaba en la búsqueda de la conciencia nacional boliviana y que autores como Zabaleta Mercado y otros habían discutido la importancia de la conciencia nacional para emerger, para emprender un desarrollo nacional del país y, en ese escenario y en ese contexto, surge este autor al plantear que esto era la conciencia nacional, como una unidad, como una unicidad lingüística cultural, territorial y posiblemente, corporal de los cuerpos, que resquebraja y se quiebra en dos. Reinaga plantea que en Bolivia no es cierto que haya conciencia nacional y es imposible que exista conciencia nacional y no puede construirse un estado nación moderno, así, entendido en el concepto europeo, porque en Bolivia, había dos bolivias, una Bolivia india mayoritaria oprimida y una Bolivia blanca mestiza minoritaria opresora y que estas dos bolivias de tiempo en tiempo siempre colisionaban, siempre chocaban y por supuesto entonces estaba en permanente estado de guerra en la que los indios sistemáticamente desde la colonia y desde la república habían sufrido un proceso de avasallamiento de sus derechos al territorio, a la educación, a la vida y que por supuesto, la república no había liberado a los indios más bien los había oprimido más aún, y que en este contexto, no se podía buscar una conciencia nacional y un estado-nación.
Y si ese concepto de Estado-Nación era la sola referencia de las ideas darwinistas sociales de Nicomes Antelo, por ejemplo, decir que los inferiores por naturaleza deben sucumbir ante los superiores y que esta idea darwinista de la selección natural de las especies había tenido una idea en el plano social muy fuerte y que por supuesto, esta era la idea del estado-nación pero no la idea del estado-nación intuida ni constituida por los indios.
Entonces hubo siempre en Bolivia un fracturamiento histórico al interior, propio. Un fracturamiento histórico que de tiempo en tiempo colisiona y colapsa permanentemente al gobierno y hasta el Estado. La posibilidad de que permanentemente el estado de guerra en todos los escenarios posibles y de vez en cuando paz; para oprimir y, para que sufran dominación los indios.
En ese contexto es que los modernos, llamémosles así, los contemporáneos movimientos indígenas surgen a partir de los años sesenta, setenta, ochenta, noventa hasta llegar al 2000, 2003 y 2005 que es un largo proceso de acumulación de memorias históricas y de estrategias de lucha, de demandas de tipo local, regional y nacional; de una articulación territorializada en distintas demandas, en distintos escenarios del poder del Estado y la república, para demandar y decir aquí estamos los indígenas, que el Estado republicano no nos toma en cuenta.
En ese contexto en el año 1988, 1994 y 1995 donde hubo, y creo que hay, un quiebre histórico, porque hasta en ese momento en las luchas sociales, la hegemonía la llevaba la clase obrera, el movimiento obrero con poderosísima fuerza para incursionar en el debate con el Estado y demandar al Estado su reconocimiento, pero ahí hubo el decreto 21060 de Gonzalo Sánchez de Losada que era Ministro de Planificación, y que se implanta este decreto para conseguir una relocalización de los mineros, es decir, despido de los mineros hacia los campos, hacia las ciudades, hacia la amazonía o las regiones cocaleras y a partir de ese momento del quiebre del movimiento obrero, surge paralelamente el movimiento indígena popular.
Ya no son la condición clásica de movimiento obrero, asalariado, minero o fabril, si no ahora, son los indígenas que empiezan a plantear sus demandas no desde las minas, si no desde sus comunidades, desde sus ayllus, desde sus regiones y desde sus propios territorios al Estado, exigiendo el reconocimiento y respeto a la vida.
En ese contexto pues, en 1988, se produce la primera masacre cocalera en Chapare en donde surge como liderazgo Evo Morales y allí 16 cocaleras mueren por la represión policial y militar. Hasta ese momento, Evo Morales no era alguien más que un dirigente deportivo, secretario de deporte de una colonia, y nada más. Pero, a partir de esto, se articulan la seis federaciones cocaleras de Chapare y empieza a articularse ahora como demanda y que la prensa llamó como aquello que la organización de los narcotraficantes que estaban allí, de los cocaleros. Desde el 94, 95 hasta el 97 hay unas multitudinarias marchas que vienen, ya sean de Chapare o Cochabamba hacia la ciudad de La Paz, sede del Gobierno, demandando reconocimiento a la hoja de coca, demandando reconocimiento a los derecho de los pueblos y de las culturas andinas en la amazonía.
Y en el 2000 asistimos, más aún, a la emergencia de otro poderoso movimiento indígena aymara, particularmente de la región de Omasuyus, región en la que se constituye. Chapare es una región central de Bolivia y Omasuyus o los aymaras de la región Norte de Bolivia es otra región importantísima con larga historia de luchas y levantamientos indígenas. El 9 de Abril allí se producen los primeros enfrentamientos con la policía y el ejército con el saldo de un militar, un capitán, muerto y dos jóvenes indígenas aymaras muertos. Es el primer escenario de un levantamiento aymara-quechua en la región donde se van a constituir después los cuarteles indígenas y la constitución del Estado mayor indígena de Qalachaka y, donde además de este cuartel, se articulaba el Estado mayor indígena de Calachaka y se articulaban otros cuarteles en otras comunidades y en otras regiones, incluso cuarteles móviles difusos que aparecían y desaparecían en el escenario de la lucha. Allí se declara y allí se produce la declaración de Achakachi, el manifiesto de Achakachi, que son declaraciones de un auto gobierno indígena en la región y, con la posibilidad de tomar el Estado, el Gobierno porque se dice en el documento –en este histórico documento- que hay el renacimiento del poder indigenal y el desconocimiento de las autoridades del Estado, el corregimiento, la policía y la subprefectura. Este no reconocimiento, implicaba el reconocimiento de las autoridades originarias propias de Jilaqatas o los secretarios generales, como los referentes del gobierno de los aymara de la región.
Era una articulación territorializada en todos los niveles y espacios. Si hacemos un cálculo, aproximadamente, habrían sido como unos quinientos mil indios levantados contra el Estado y el Gobierno blanco-mestizo de General Hugo Banzer Suárez que era el dictador en los años setenta y allí empieza a plantearse y se demanda y se dice: declaramos la guerra civil. Se declara el estado de sitio indígena, se declara el cuartel general de Qalachaka, se declara el autogobierno indígena, con una cantidad de documentos que se promulgan allí. Y en ese escenario se produce el discurso radical y la toma íntegra de los caminos, de las poblaciones que allí existen y que en ese proceso de articulación que va llegando poco a poco hacia la ciudad de la Paz y del Chapare, que es el otro epicentro, que se va articulado que va llegando a Cochabamba y todo ese proceso de crecimiento, de articulación de los dos epicentros de los movimientos indígenas, y que yo lo llamo, territorialización del conflicto del Estado indígena en Bolivia.
Este proceso de territorialización del Estado indígena en Bolivia implicaba muchas cosas. En un momento pudiera haber sido Achakachi el que se levanta, después es Sorata, después es Warisata, después Ayo Ayo, después es Chapare, después son los Ayllus, después es El Alto. El estado del territorio que hace tiempo era legítimo y «natural», desde esos lugares los indios empiezan a levantarse en cada uno de ellos y es como una especie de bomba puesta que, al menor pisotón, revienta, y revienta, para articularse con otros levantamientos, con otras estrategias, con otros escenarios y empieza así a crecer, empieza a expandirse a otras regiones, para articular el término de ocupación territorial y, ahí tenemos, un gran escenario de constitución de las demandas y que es muy importante decirlo.
Entonces, en ese contexto, también en Bolivia, el Estado nos preguntó y nos dijo: ¿cuántos indígenas habrá en el país? Queremos saberlo para la dominación y para la administración de poblaciones, nos preguntaron y dijeron, a ver tú ¿con quién te identificas mejor, como aymara, quechua, guaraní, leco o chipaya? Y también en una categoría de lenguas o de pueblos.
En Bolivia, entonces, la población es de nueve millones, aproximadamente, y resultó que el 62 % de población dijo ser indígena, lo que es una auto identificación y, que no es eso solamente, hay que tomar en cuanta que es de 15 años para arriba, pues de los de 15 años para abajo, no le han preguntado, pues les habían considerado como categoría de menor de edad, sin conciencia y, por supuesto, yo no digo, que preguntaran a nuestros hijos, a nuestros sobrinos, que si eres aymara o eres quechua o qué, por sí que los factores culturales, la lengua, la forma de vestir, pues son indígenas y la población joven y de niños es muy alta en Bolivia. Nosotros hicimos unos cálculos y, del 75 al 77% de la población total del país es indígena, con una gran diversidad de pueblos, diversidad de regiones y diversidad de estrategias y de perspectivas políticas.
En ese contexto se plantea la posibilidad de articular un gobierno indígena en el país, en Bolivia. Este escenario, tiene para mi, una especial reflexión e importantísimo debate que yo quiero lanzaros ya, y es que estos levantamientos indígenas que se han ido produciendo, han ido develando, desmontando, descarnadamente y así de objetivamente las cosas, y es que nos dimos cuenta que los indígenas sufrimos dos grandes tipos de dominación, que son estructurales y cotidianas.
Son estructurales porque vienen de un proceso histórico largo de la acumulación de la dominación y, cotidianas, porque se manifiesta en la calle, en la plaza, en la tienda, en las conversaciones más corrientes de la vida social.
Estas son las dos grandes dominaciones que los indios descubrimos mediante los levantamientos.
La primera, los indios sufrimos una dominación étnica por el color de la piel, por el lenguaje, por la vestimenta, por los lazos culturales que nosotros tenemos y, se nos discrimina y, se nos cataloga como algo que no es un sujeto histórico, sino como sujeto a un cierto protectorado, digamos.
La segunda, es que la dominación de clase, y la dominación de clase es más aún, más descarnada, porque los mineros en Bolivia son indígenas, son indios, pero bajo el discurso de clase, estos sufren un proceso de explotación del capital-trabajo-salario y, por que son indios.
También las empleadas domésticas en las ciudades, son indias y no hablan castellano muy bien, no tienen los hábitos culturales de las elites dominantes, entonces se les paga automáticamente un salario bajo.
Esta complejidad de la dominación en América Latina y, en Bolivia en particular, es digamos, que la dominación se hace muy compleja. Por una parte se sufre la dominación étnica porque tienes un color de piel, un lazo cultural y, por otro, porque eres pobre y te explotan de esta manera y más aún; las mujeres indias, sufren tres tipos de discriminación: por ser mujer, por ser india y por ser pobre. Y los hombres, dos tipos de discriminación: por ser pobre y por ser indio.
Este proceso complejo de la dominación que está básicamente, entre lo que podríamos llamar la constitución colonial de la modernidad y la constitución moderna con relación a la colonialidad, resulta que se hace difuso, invisible y no perceptible en muchos de sus sentidos. Se hace muy sutil la dominación y, algunas veces descarnada y violenta, que la sufres en las cárceles, en la represión en las calles, en la violencia y que como la dominación, se hace tan difusa y compleja entonces, nosotros no sabemos en muchos casos, ubicar si sufres por que eres indio o por que eres pobre.
No te lo puedes explicar, y mucha gente, no se lo explica, es decir, yo no sé si a mí me discriminan por que no tengo plata y sólo por eso o, por que soy indio, aunque tenga plata. Pero de cualquier manera sufro la discriminación.
Este también es un proceso de racismo estatal muy implicado en las estructuras del propio estado y, es tan fuerte que tú puedes tener plata, puedes tener cien mil dólares o 20.000 dólares, qué sé yo, pero si portas un capital corporal de indio, pues tu plata no vale mucho, pues sigues en la categoría de la discriminación de esos niveles de la indianidad. Bueno, si ya no tienes plata, más aún.
Entonces estos procesos tan complejos de la dominación, se hacen tan visibles para el indio, que entonces la gente se da cuenta, en las calles, en las plazas y dicen, a ver, a mí me joden, primero por que soy mujer, dicen las mujeres de pollera y con su coca, segundo, porque no tengo plata y, tercero, por que soy india y los medios de comunicación creen que por que soy india robé, y me pueden matar, violarme o lo que sea, pero estas cuestiones no interesan a los que sustentan el poder, pero sí al indígena pues para nosotros sí importa mucho, porque es nuestra vida. Y esto es así, y es entonces cuando ellas descubren estas dos vertientes, la discriminación y la dominación y, los hombres también.
Las mujeres en la guerra de octubre en el 2003 o en el cuartel de Kalachaka en Omasuyu o en las regiones cocaleras de Chapare, las mujeres descubren su situación, y los varones indígenas es una cosa que deben conocer. Saben que las mujeres, se ponen, van adelante y detrás o a los costados los hombres. Por el hecho de que los soldados son varones y que son las mujeres las que están marchando adelante, no les podrán agredir, podrán por lo menos respetar algo. Sí, es una buena estrategia, alguna vez lo respetan pero muchas veces igual las patean y las matan. Que en cuanto que el ejército de soldados «machos y nosotras las mujeres aquí, estamos dispuestas ahora a pelearnos igual que cuando lo hacemos con nuestros maridos, pues ahora con ustedes», entonces muchos hombres líderes reconocen esa lucha y me lo dicen a mi alguna vez cuando yo los entrevisté.
Cuando nosotros tuvimos a Bartolina Sisa y a Gregoria Apaza, en 1781 y cercamos a los abuelos de los españoles en La Paz y en Sorata, los arrasamos con agua y fuego pues decía en Qalachaka uno de los jóvenes dirigentes, «yo pienso que Bartolina sí estaba decidida a morir y decidida a luchar, porque las mujeres se ponen adelante y, digamos en términos de los dominantes, son las más tercas, las que no entienden y por eso están ahí adelante».
En Warisata sucedió una cosa impresionante y salió en los periódicos, una mujer con su fusil mauser que no es nada moderno, es de la segunda Guerra Mundial y que para ustedes seguramente ya no tiene ningún uso, pero ahí en las comunidades, tiene un gran valor estratégico y simbólico, la mujer alza el fusil y hace el ademán de disparar a los militares y a los periodistas y estaba allí cargado con su niña a su espalda con la wawa y a partir de ese proceso, las mujeres dicen: «si los hombres mueren nosotras estamos aquí» y, nosotros los hombres también decimos, «si a ustedes les matan todos aquí estaremos y si a ambos nos matan; los perros, las piedras y las montañas lucharán y hablarán por nosotros. Las montañas se darán la vuelta y no podrán transitar ni trenes ni helicópteros, ni camiones ni nada, todo nuestro territorio estará en rebelión».
Con este modo y manera de construir nuestro imaginario y discurso en estos escenarios, es entonces cuando ahí nosotros empezamos a reflexionar duramente sobre las condiciones de la dominación moderna y colonial. Moderna, porque la modernidad legitimizó que el indio no sea un ser histórico, y es colonial, porque es absolutamente racista y dónde los indios no tienen razón política, no pueden hacer política por que estos sólo sirven para mano de obra, para carpintería y albañilería, para eso sí, pero no para la política, la política es como para los «cultos», para los que saben del poder, pero para los indios no, y aquí, empezamos a romper esta lógica, esta manera de razonamiento y, en nuestros ayllus hacemos política, administramos el poder de la comunidad y administramos las formas de legitimarla y la rotación de autoridades y todo el proceso.
La estrategia política de los movimientos indígenas en el último tiempo y en los procesos históricos, han sido los sistemas de turno y rotación, lo que es una gran tecnología política y comunal para nosotros.
El sistema de rotación y turno es una estrategia de envolvimiento y desenvolvimiento al poder del Estado y del ejército que muchas veces, el plan pulga, que es lo que se planificó en la región del altiplano de la Aymara. Consiste en que tú apareces en la plaza, en la calle, en la avenida, en el camino carretero y bloqueas con piedras, perros muertos, lo que sea. Además, pones unos letreros allí: Banzer tirano, asesino o Goñi cabrón y vas y te retiras a las montañas, viene la policía y el ejército con sus tractores y a limpiar. Y, como son lógicas de turnos y manejos de rotación, cuando el ejército está avanzando y no tiene la lógica de rotación, ellos avanzan y piensan que dejan limpia la avenida, pero atrás viene otro bloqueo, y ellos avanzan, pero hacemos otro bloqueo, y avanzan y viene otro, y el camino está permanentemente ocupado por las piedras, por la paja, por la tierra, por los vidrios, por lo que sea. Esa capacidad de ir y moverse y de manejar el territorio, la geografía, de ocultarse, de bajar y subir de escaparse y esconderse. Alguna vez enfrentarse, otra vez no y, entonces los militares, como que siempre terminan diciendo al final de la tarde cansados ya: «estos indios de mierda» y añaden porque estos indios de mierda, joden al país y joden a la nación. Todo por esta capacidad de articulación, de manejo de turnos y de rotación, es una estrategia comunal que nosotros la pervivimos, la mantenemos y es la lógica de la herencia de las estructuras de los ayllus, que allí tienes que manejar estas estructuras colectivas de las cosas y si tienes que comer en comunidad en apthapi que es como una especie de comida comunitaria y que ahí comemos como decían los hombres y mujeres en la lucha, decían «cuando hay levantamiento porque hay apthapi por que hay ollas comunes comemos bien, estamos gordos en los bloqueos y los soldados que están con sopa de caldo de alguna cosa pequeña y hambrientos y nosotros estamos comiendo bien por que tenemos una gran tecnología comunal de aptapi» y de hacer las cosas en conjunto e incluso la comida sale sobrando cuando comes en comunidad.
Entonces estas maneras que son importantísimas y además el manejo de la geografía, el manejo del espacio urbano en El Alto, por ejemplo, cuando nosotros en octubre y mayo -junio fue vital y esa ciudad en El Alto construida por la mano de obra de los migrantes de los aymara, de los quechua, de los mineros, exmineros; unas ciudades pues muy complejas y son como que entras por una calle, se acaba, la otra calle aparece por allí y otra distinta que se cruza y así todo un enredadero de repente para el orden moderno del espacio urbano, pero para nosotros es estratégico pues ahí los emboscamos al ejército a la policía y los pescamos de atrás, de adelante y ahí los apedreamos y los hacemos correr y así manejamos, nuestra ciudad, nuestro espacio nuestros escondites y hay lugares como que no tienen casa son como vacíos, con adobe y ahí adentro te ocultas y de ahí encima les tiras con orín o lo que sea y los vas a espantar, convertimos las calles con olor a indio y en ese escenario alguien podrá venir a ese lugar pero escapará seguramente, pero los soldados sí vienen porque también son indios.
Entonces este escenario y esta construcción de cómo se hace el escenario de posibilidades ha desembocado finalmente en lo que nosotros hemos planteado pues la nacionalización del gas, el petróleo y la propia Repsol, queremos desde nuestro, desde nuestro punto de vista nacionalizarla sin indemnización. Y que bueno ahorita que uno de los representantes de Repsol esté preso o esté perseguido judicialmente en Bolivia, me parece que es un acto de que sí, ¿no? Soberanía ante todo.
Planteamos la Asamblea Constituyente como el nuevo escenario, no la reforma de la constitución, si no el escenario de la refundación del Estado blanco mestizo colonial y razista del país. Una nueva escritura de la constitución, nuevos derechos y nuevos códigos para que se reconozca al fin a los indígenas y de repente a partir de allí, no sólo que nos reconozcan si no que nosotros reconozcamos ahora a los blancos mestizos, a las elites y que nos demanden ahora a nosotros su reconocimiento y los vamos a reconocer, por que nosotros ahora podemos reconocerlos, ellos siempre nos han negado nuestro reconocimiento, ahora podemos hacerlo a ellos ¿no?
Este es un escenario de la Asamblea Constituyente que es un gran escenario aunque yo tengo una opinión crítica a la convocatoria que se hizo en el último tiempo porque creo que no va a garantizar la refundación del país.
Y por supuesto el juicio de responsabilidades a Gonzalo Sánchez Losada, al presidente neoliberal que tuvimos y al que tiramos a Estados Unidos y que ahí en El Alto hay más de setenta muertos y cuatrocientos heridos. Esto es u proceso de juicio de responsabilidades para que vaya a la cárcel y que esos muertos y no sólo muertos, hay quién ha perdido un dedo, perdió un brazo, una pierna, un ojo, son procesos de cómo el Estado trató a los alteños a los indígenas, entonces queremos que Sánchez Losada vaya a la cárcel con treinta años sin derecho a indulto.
Además, planteamos pues que la educación tenga una profunda transformación. El gobierno planteó descolonizar la educación, y me parece bien, pero esa descolonización debe ser radical y profunda, por que toda la estructura es colonial.
El gobierno de Evo Morales que es mi hermano pero que la estructura del Estado es tan colonial que incluso yo decía que hay que descolonizar al propio gobierno de Evo Morales, y no es problema de él tampoco, si no es un problema de la estructura del Estado, es que como decía Silvia Riveiro, una socióloga, el Estado está loteado, se han loteado los organismos internacionales de cooperación, ministerios, viceministerios. Cada uno de los lugares está ocupado y copado y loteado. Y, ahora expropiar esos territorios del Estado, y ahora que los indígenas gobernemos el Estado es un proceso largo y complejo, en el que incluso el ministro gana 14.000 bolivianos y el cooperante internacional, el representante, gana 12.000 dólares [Un dólar 8 bolivianos]. Sin ninguna comparación entre los 14.000 bolivianos y los 12.000 dólares que gana el otro, entonces este es un proceso de profundo loteamiento del Estado, como una estructura absolutamente colonizada de la estructura, de los organismos financieros internacionales de cooperación con el Estado, y esa es una batalla que hay que hacer en este terreno.
El tema de la educación es vital, por que la educación siempre es el escenario en el que al indígena se le ve como unas figuritas, unos dibujos, e incluso ahí nosotros discrepamos con la idea de Bolívar, por que en la reforma educativa hay una escritura que más o menos dice en aymara así «Tatá Simón Bolivarajá jiwasan qhespiyirisawa» la traducción literal al castellano es «El señor Simón Bolívar es nuestro gran libertador» y para los indios Bolívar no significa el gran libertador de los indios, por que fue Bolívar el que quiso privatizar la tierra de los ayllus y lo hizo diciendo «los indios deben de tener su propiedad privada», pero los indios siempre tuvieron la tierra colectiva y los decretos de Trujillo y de Cuzco patentizan aquél decreto de Bolívar en el que el objetivo básico era liberalizar a los indios, darles su tierra y déjense de tierras comunitarias, cosas colectivas que los indios manejan y allí pues Bolívar nos asestó un duro golpe. En ese contexto nosotros discutimos, que nosotros que tenemos grandes referentes como Tupak Katari, Bartolina Sisa, Pablo Zarate Willka y en el último tiempo sin duda, Evo Morales y Felipe Quispe, entonces son los nuevos referentes, el nuevo escenario en que nosotros estamos discutiendo de cómo reformar la educación o cómo transformar el tema de la educación en Bolivia, pero desde la visión indígena.
Finalmente el tema de la pobreza porque en el país, en las ciudades de La Paz, de El Alto, un 50%, un 55% de la población es población pobre. Debajo de eso hay niveles de pobreza, de indigencia y claro hay también sectores aymaras y no aymaras con gran capital económico, para hacer negocios. En ese escenario nosotros, y yo particularmente desde la Universidad Pública de El Alto y como director de la carrera de Sociología me place compartir, conversar con ustedes el escenario en el que nosotros estamos aquí, para conversar para dialogar y así desde este pequeño rincón del mundo, a ustedes y a América Latina, que los indios estamos desde nuestro lugar luchando y visibilizando un proyecto histórico y diciendo a nuestros opresores, a los blancos mestizos como les llamamos allá, como dijo Fausto Rainaga, como dijo también Felipe Quispe, más o menos, en una conferencia: «nosotros los indios, los indígenas, los aymaras, luchamos para liberarlos a ustedes q´aras y, la palabra q´ara, es un apelativo muy fuerte de insulto, es decirle alguien que no tiene nada, ni cultura, ni historia del mundo indígena. Nosotros luchamos y morimos para liberarlos a ustedes de la dependencia norteamericana que ustedes sufren, pero no entienden nuestra lucha, queremos liberarlos a ustedes, no sólo a nosotros, sino a ustedes también queremos liberarlos, pero ustedes jamás entienden pues siempre terminan matándonos cuando queremos liberarlos», decía este dirigente Felipe Quispe a un auditorio lleno de mucha gente.
Y es cierto, los indios, los indígenas, creo que luchamos por nuestra auto liberación y luchamos por la liberación de otros pueblos oprimidos y de nuestros propios opresores que nos oprimen en Bolivia para que ellos vivan al fin libres de la dependencia norteamericana y de cualquier otra dependencia extranjera en el país. Muchas gracias.
*Pablo Mamani, es Sociólogo y director de la carrera de sociología de la Universidad de El Alto, Bolivia.