Durante la presentación de la campaña en Barcelona de «JUSTICIA PARA SOL», que la periodista mexicana Soledad Jarquín Edgar hizo el martes 28 de junio, en el Colegio de Periodistas de Barcelona, la colega estuvo rodeada de unas 20 periodistas amigas, la mayoría integradas en la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género y de La Independent, así como de activistas mexicanas en Barcelona y compañeras de la AMC (moncomunicacio.com)
Jarquín Edgar resumió los hechos sobre el asesinato todavía sin esclarecer de su hija María del Sol, en 2018 en su país, en el estado mexicano de Oaxaca, pero sobre todo se extendió sobre la campaña que le ha llevado por diferentes ciudades europeas: Berlín, Bruselas, Barcelona y que finaliza a Madrid el 6 de julio.
Como podéis ver si miráis el video completo en el Facebook de Món Comunicació (https://www.facebook.com/mon.comunicacio/videos/1064924264123049) que emitió en directo Susana Villafañe, Jarquín Edgar explicó los hechos desde el principio y se mostró emocionada en diferentes ocasiones, cuando refirió que la vida le cambió de arriba abajo, cuando supo el 2 de junio de 2018 que había perdido por siempre y no vería nunca más a su hija pequeña de 23 años, quien ya ejercía de reportera y fotoperiodista (consultar el emocionante despido publicado en angelespress / https://www.losangelespress.org/tu-cuerpo-olia-a-sangre-soledad-jarquin-a-su-hija-periodista-asesinada-en-oaxaca/)
También se emocionó al final del encuentro, cuando explicó que «contar con el apoyo de las compañeras periodistas significaba mucho para ella y para que la campaña sirviera por fin para que en México se reanudaran las investigaciones, superando la corrupción y las irregularidades habidas, para acabar con la impunidad del asesinato de tres personas», y que puso fin en la vida de María del Sol Cruz Jarquín, asesinada en un atentado en junio de 2018 en Juchitán de Zaragoza (México).
La fotoperiodista trabajaba de jefa del departamento de Comunicación Indígena Intercultural de la Secretaría de Asuntos Indígenas. En el ataque también murieron la candidata Pamela Terán Pineda y su chofer Adelfo Guerra Jiménez.
Soledad Jarquín, premio Nacional de Periodismo 2006, ha contado con la ayuda del grupo feminista Consorcio para el Diálogo Parlamentario de Oaxaca, el apoyo para denunciar ante el Comité por la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW), y poder realizar esta gira de denuncia. Está convencida de que «si conseguimos implicar de verdad la acción política y policial del Gobierno mexicano, gracias a una mayor presión internacional y a las redes locales y nacionales, se llegará a descubrir la ‘verdad’ y juzgar a los culpables».
Y añadió: «Mi tragedia personal no es un caso aislado, forma parte también del movimiento de las madres contra la impunidad y, con nuestra continua actividad, trabajamos sin descanso para denunciar a los culpables y conseguiremos que se haga justicia».
Su lucha, al igual que la de tantas madres, familiares, activistas y periodistas es muy dura, porque muchas personas como ella, en su país, corren peligro de muerte y se tienen que mover con guardaespaldas. Ella, como otras muchas personas, ya ha recibido varias amenazas de muerte.
Recuerdos de Oaxaca
Estar con Soledad estos días en Barcelona, me ha estimulado a recordar la semana que pasé con ella en su casa de Oaxaca, cuando estuve durante las fiestas de todos los Santos, en noviembre 2013.
Me sentí rodeada de afecto, de sus perros y de su hija pequeña, María del Sol, que entonces solo tenía 18 años y ya empezaba sus primeros pasos en la fotografía. La recuerdo alegre, vital y muy próxima. Recuerdo especialmente que la ayudé a ella y a su madre a realizar el tradicional «Altar de los muertos», que se ponían en todas las casas, aunque yo entonces pensaba que solo lo hacían en las casas «religiosas».
Soledad me había acogido en su casa unos días porque me conocía como integrante, como ella, de la RED Internacional de Periodistas cono Visión de Género (RIPVG) y me recibió al igual que otras compañeras de la Red de otros estados mexicanos. En total, en casi dos meses, recorrí unos ocho estados, un viaje del cual tengo un recuerdo imborrable.
Pero la estancia con Soledad, conocer a sus hijas y a su nieto fue realmente especial. Ella me acompañó a conocer una familia indígena hasta un aislado lugar montañoso, a unos 30 kilómetros de donde vivía; familia a la que ayudaba como feminista y activista de los Derechos Humanos, en la denuncia y búsqueda de dos de sus sobrinas desaparecidas, suponían que asesinadas, porque nunca se encontraron sus cuerpos. Pero también pude participar en algún acto cultural al que la acompañé y estuve con amigas suyas artistas, en una bonita exposición sobre máscaras.
Esperamos que este «Viaje campaña» de Soledad sirva para que, de una vez por todas, dejen de asesinar a mujeres en México, se acabe con la injusticia del olvido y con la impunidad en la que viven los autores, que supone no ser perseguidos por sus crímenes. Esto los hace creer que tanto si matan a una mujer, a periodistas o a activistas de ambos sexos, no les pasa nunca nada.