El tiempo pasa, las heridas y problemas no quedan resueltos. El 2 de abril se recordarán los 25 años de la toma por las fuerzas armadas argentinas de las Islas Malvinas; ese salto en el vacío tuvo como base la reivindicación histórica del pueblo de recuperar las Islas de la Gran Bretaña y que los […]
El tiempo pasa, las heridas y problemas no quedan resueltos. El 2 de abril se recordarán los 25 años de la toma por las fuerzas armadas argentinas de las Islas Malvinas; ese salto en el vacío tuvo como base la reivindicación histórica del pueblo de recuperar las Islas de la Gran Bretaña y que los dictadores quisieron manipular para consolidarse en el poder. Muchos sectores sociales y políticos reaccionaron al principio con euforia y posteriormente llegó la angustia, el dolor y la muerte de jóvenes soldados, víctimas de la incapacidad e irresponsabilidad de quienes llevaron al país a una aventura bélica que terminó en trágica derrota.
Es necesario hacer memoria y rendir homenaje a aquellos que cayeron luchando por el sueño de recuperar lo que el imperio británico arrebató por la fuerza hace más de cien años. Recordar a «los chicos de la guerra», soldados que yacen en ese jirón de la patria distante y enajenada y tener presente a los veteranos de guerra de Malvinas que aún continúan reclamando al gobierno y la sociedad el lugar que merecen.
Todos debemos hacer memoria. Recuerdo el encuentro con el canciller Nicanor Costa Méndez en el Palacio San Martín; por primera vez me recibía un ministro de la dictadura militar. La reunión fue tensa entre largos silencios y palabras medidas. Le reclamé sobre la situación de la guerra en las Islas Malvinas y archipiélagos, las consecuencias para el país y la necesidad que el gobierno militar acepte la Resolución 502 de la ONU. Con la mirada pérdida y como hablando consigo mismo, la respuesta del canciller fue: «Esto se nos escapó de las manos…., la situación se ha vuelto incontrolable… Mañana llega al país el general Alexandre Haigh, Secretario de Estado Norteamericano, sería conveniente señor Pérez Esquivel que se reúna con el general».
Señor Canciller, Ud. sabe que no soy parte de éste gobierno y que no comparto su política ni su actuación y no pienso encontrarme con el general Haigh. Mi presencia aquí es para pedirle que acepten la Resolución 502 de las Naciones Unidas que establece el retiro de las tropas argentinas y su reemplazo por los Cascos Azules, o fuerzas compartidas; a partir de esa Resolución, es necesario negociar con el gobierno británico la soberanía de las islas. Todavía hay posibilidades y un margen de tiempo. Actúen antes que sea tarde.
El gobierno no puede ignorar que los aliados históricos de los británicos son los EE.UU. Varios gobiernos europeos han declarado su apoyo a Gran Bretaña y dispuesto bloquear las exportaciones, aplicando sanciones comerciales y cortando los créditos a la Argentina. Por otra parte, el TIAR (Tratado Interamericano de Ayuda Recíproca) no funciona y en todo el continente sólo dos gobiernos hay manifestado la intención de apoyar a la Argentina: Cuba y Perú.
La patética respuesta del canciller Costa Méndez, fue repetir como una letanía: «Esto se nos escapó de las manos…., las decisiones están en manos de los comandantes», dando a entender las diferencias y conflictos entre ellos, como su imposibilidad de cambiar la situación.
A 25 años de la guerra, Gran Bretaña se niega a negociar la soberanía de las Islas con Argentina, desoyendo los reiterados llamados de la Asamblea General de la ONU y el Comité de Descolonización. El comandante británico de las Islas, ha lanzado un alerta y advertencia por supuestas actividades que podría desarrollar Argentina durante el aniversario.
Muchos acontecimientos marcaron en estos años la vida del pueblo argentino. Por un lado la resistencia social continúa reclamando el derecho de Verdad y Justicia. El pueblo dejó de ser espectador y asumió su protagonismo
Por otra parte, el modelo económico neoliberal impuesto durante la dictadura militar continúa vigente y el empobrecimiento del pueblo se ha profundizado generando conflictos
Durante estos años en las Marchas de la Resistencia uno de los cantos-consignas fue denunciar el pasado reciente y el presente: «¿Qué han hecho con los desaparecidos,… la deuda externa, la represión, … ¿Qué han hecho en las Malvinas,… que los chicos ya no están…? Vivimos una etapa marcada por la sangre y el dolor del pueblo y la resistencia, por la memoria de miles de desaparecidos, torturados, asesinados, prisioneros, muchos luchadores sociales que querían otro país libre y soberano.
En estos años los gobiernos constitucionales profundizaron el modelo neoliberal impuesto por la dictadura. Llevaron al país a la destrucción de su capacidad productiva, provocando el aumento la pobreza, el analfabetismo y las enfermedades endémicas. El gobierno de Carlos Menem profundizó el modelo económico y el saqueo continuó con total impunidad. El gobierno de De la Rúa siguió la misma política hasta el trágico diciembre del 2001. Nada cambió, todo es igual, lo mismo un burro que un gran profesor….»
«Las Malvinas son argentinas y la Argentina también». Es necesario continuar reclamando el derecho sobre las Islas del Atlántico Sur y a la vez denunciar y reclamar al gobierno nacional y los gobiernos provinciales que no continúen vendiendo la Patria a empresas extranjeras, privilegiando los grandes intereses de los monopolios económicos internacionales que cuentan en el país con mayor cantidad de extensión de tierras que todo el territorio de las Islas Malvinas. ¿De qué soberanía están hablando?
En el año 2006 los obispos argentinos dieron a conocer el documento «Una tierra para todos», que denuncia y pone en evidencia la desigualdad y represión que sufren los indígenas y campesinos, arrastrados a vivir en la pobreza, las comunidades expulsadas de sus tierras, la destrucción de su hábitat, condenándolos a la inacción.
No existe una ley nacional que ponga límites a la venta de tierras a extranjeros; el control de los latifundios y monopolios, que son los verdaderos dueños del país que acumulan y concentran la riqueza en pocas manos y provocan la exclusión y pobreza en la mayoría del pueblo. No existe un Catastro y registro de tierras provinciales y nacionales. Los alambrados caminan de acuerdo a los intereses de turno. El gobierno no ignora esto, pero mira para otro lado ocultando su complicidad.
El país está en remate y la soberanía gravemente amenazada. Ya no sabemos si el territorio que pisamos es argentino; si queda algo del patrimonio del pueblo para legarlo a nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.
Los gobernadores provinciales se han enquistado en el poder y actúan de acuerdo a sus intereses, realizan negocios y venta de tierras. Esos señores feudales están en campaña electoral para perpetuarse en el poder y ser re-elegidos para no perder el negocio. Están vendiendo desde la Puna a la Patagonia; la Cordillera de los Andes a empresas mineras. Inmobiliarias extranjeras ponen en subasta las tierras argentinas.
Debiéramos recordar a Daniel Viglietti en su conocida canción «… a desalambrar, a desalambrar, la tierra es tuya, mía, de Juan, María y José…». El pueblo ve impotente cómo se aplica la política de devastación y destrucción de los montes naturales con una explotación intensiva e irracional, agroquímicos afectando el ecosistema, y los acuíferos en peligro de privatización, pérdida y contaminación del agua.
Pobladores de zonas rurales y suburbanas, campesinos e indígenas son expulsados por la fuerza pública de sus tierras. Son extraños en su propia tierra, y se les está negando el derecho de vivir dignamente.
El sistema privilegia el capital financiero sobre el capital humano. A esto le llaman «democracia», mientras hoy en el país se continúa violando sistemáticamente los derechos humanos, sociales y culturales. Se pregona lo que no se cumple. Y cuando los sectores populares reaccionan frente a las injusticias, los acusan de violentos y piden la mano dura y la represión es la única respuesta.
El gobierno nacional no puede seguir con la política mediática del avestruz y el doble discurso, no es posible buscar alianzas con gobernadores que venden las provincias al mejor postor. Los pueblos tienen memoria y no olvidan y llegado el momento tendrán que rendir cuenta. La justicia tarda, pero llega.
Hay que resistir viviendo y recuperar la Soberanía Nacional. Impedir que los vende Patria, continúen subastando el país a capitales extranjeros. No hay que olvidar que las Islas Malvinas son argentinas y la Argentina también.
Es el mejor homenaje que podemos hacer a los chicos que lucharon y dieron su vida en Malvinas y por todos aquellos que soñaron y se comprometieron por un mundo mejor; por nosotros mismos, hombres y mujeres que queremos vivir en Paz y Libertad y nunca como esclavos.