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Las ofensas al pueblo

Fuentes: Rebelión

Un diario nacional escribió, este domingo; «Autoridades del Beni desairan a Chávez». En realidad, debió decir que ofendieron al pueblo. El Beni, departamento de más de 200 mil kilómetros cuadrados, es la zona que ha sufrido un desastre mayor por la inundación de sus extensas llanuras. El prefecto departamental y el alcalde de la capital, […]

Un diario nacional escribió, este domingo; «Autoridades del Beni desairan a Chávez». En realidad, debió decir que ofendieron al pueblo.

El Beni, departamento de más de 200 mil kilómetros cuadrados, es la zona que ha sufrido un desastre mayor por la inundación de sus extensas llanuras. El prefecto departamental y el alcalde de la capital, seguidores obsecuentes del fallecido dictador Hugo Banzer, se negaron a recibir al presidente Hugo Chávez. El mandatario venezolano entregó importante ayuda a los damnificados: toneladas de alimentos, medicinas, herramientas y 40 tractores para la reconstrucción de las tierras devastadas. El hecho de que, el presidente Evo Morales, estuviese presente, hizo más ostensible la afrenta.

Un día antes, la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) en Santa Cruz, rompía lanzas contra el gobierno, aduciendo que los ministros que iban a reunirse con ellos, para coordinar acciones de recuperación de la agroindustria, se reunieron previamente con los campesinos; protestaron por la «relegación» a que fueron sometidos.

Guerra declarada

El presidente Morales, dejando de lado los constantes ataques que recibe en forma constante, ha buscado formas de cooperación en procura del desarrollo productivo del país. De adversarios políticos han pasado a ser enemigos declarados. Reclaman autonomía no sólo de gestión sino de legislación y rechazan cualquier modalidad de fiscalización. Pretenden formar islas de gobernación autoritaria, desconociendo la autoridad del gobierno central y despreocupados del futuro del resto del país.

Ya no se trata de descentralizar el poder gubernamental; la intención es abiertamente separatista.

Muestran, la presencia de médicos cubanos, como intromisión. Protestan contra la estrecha relación con el gobierno de Venezuela. Pese a que prefecturas y alcaldías se benefician con los nuevos contratos de explotación de gas y petróleo, se regocijan porque se encontraron errores en algunos y están dispuestos a postergar indefinidamente su corrección, sin importarles, ni mucho ni poco, el desarrollo de las regiones que dicen representar.

¿De que se trata? Es una abierta lucha de clases. Pomposamente se proclaman nacionalistas y demócratas, pero siguen la política de entrega de recursos naturales a las empresas transnacionales y subvierten el orden público, buscando crear condiciones para que caiga el primer gobierno elegido por mayoría absoluta en más de 40 años.

Por supuesto, en sus pretensiones conspirativas, cuentan con que los viejos políticos, reagrupados en siglas minoritarias. PODEMOS, que encabeza el ex presidente Jorge «Tuto» Quiroga, estruendosamente derrotado en dos elecciones, sigue creyendo que lidera la oposición, aunque sólo es un obediente ejecutor de la conspiración. Lo que queda del MNR que implementó el neoliberalismo y UN, el reagrupamiento de un sector del desprestigiado MIR, marchan detrás en casi todas las acciones.

El cambio no se detiene

Las pequeñeces de estos grupos no detienen el proceso de cambio que está construyendo el pueblo, encabezado por el presidente Evo Morales.

La contingencia de las inundaciones, que causaron mayores daños que en otras ocasiones, se está encarando por primera vez con un programa de reconstrucción. La reacción negativa de los prefectos se debe a que querían tener las manos libres para gastar fondos propios y recibir asignaciones del Tesoro General de la Nación, además de las donaciones internacionales, para reeditar sus viejas prácticas: beneficio a los empresarios que inflan sus pérdidas y limosna a los sectores pobres.

Activamente se prepara la prevención de las enfermedades que trae el fenómeno, la reconstrucción de las viviendas de las familias necesitadas, el apoyo a la recuperación de la agricultura y la ganadería y los proyectos de prevención para reducir el efecto de futuras contingencias.

Los grandes empresarios se acostumbraron a especular. Vieron las inundaciones, como una oportunidad para seguir especulando. Este gobierno les muestra que no actuará según sus intereses. Por eso han declarado una guerra que nada tiene de democrática, tampoco de nacionalista.