El jueves 31 llegó a Sucre el vicepresidente de la República, Álvaro García Linera, para solucionar las demandas del pueblo del departamento de Chuquisaca, además de llevar la consigna expresa para la aprobación de un reglamento por simple mayoría para la Constituyente. En esos momentos el Comité Cívico de Sucre, ciudad donde se desenvuelve la […]
El jueves 31 llegó a Sucre el vicepresidente de la República, Álvaro García Linera, para solucionar las demandas del pueblo del departamento de Chuquisaca, además de llevar la consigna expresa para la aprobación de un reglamento por simple mayoría para la Constituyente. En esos momentos el Comité Cívico de Sucre, ciudad donde se desenvuelve la Asamblea Constituyente, se encontraba en paro de 24 horas que se convirtió en indefinido hasta la solución de las demandas. A 24 horas del compromiso del gobierno para atender las demandas del Comité Cívico de Sucre, el Ministro de la Presidencia aún no firmaba el documento. Al trasladarse hacia el local de la Asamblea Constituyente, Álvaro García Linera fue abucheado por la población sucrense, y a continuación se desató un enfrentamiento entre algunos asambleístas y militantes del gobiernista Movimiento Al Socialismo (MAS) que lo acompañaban y la población que se encontraba apostada en la plaza principal, se originó un enfrentamiento de masas contra masas. Estos hechos llevaron a que el constituyente del MAS y principal dirigente del autodenominado «Estado Mayor del Pueblo» Román Loayza convocara a una conferencia de prensa para decir que «no existían garantías» para los constituyentes y planteó que la sede «debería cambiarse».
Frente a la muestra de unidad del pueblo de Sucre, el gobierno se vio obligado a firmar y ratificar acuerdos atendiendo sus demandas, como la construcción del aeropuerto de la ciudad, con lo que se levantó el paro cívico. La madrugada del viernes 1, alrededor de las 4:30 a.m., los asambleístas del MAS pretendieron aprobar el reglamento de debates propuesto por ellos, a su imagen y semejanza, desconociendo a las otras fuerzas políticas y avasallando los principios que dice defender: diálogo, negociación, consenso. El reglamento de debates comenzó a darse lectura por la mesa directiva sin haberse distribuido a los asambleístas quienes inmediatamente (los asambleístas de PODEMOS) se pararon y comenzaron a gritar «dictadura» ya que se buscaba imponer lo que quería el MAS sin mayor discusión. Hubo enfrentamientos verbales, puñetes y chicotazos entre los asambleístas del MAS y de PODEMOS, cuando resbaló el constituyente del MAS Román Loayza y cayó a un hueco de tres metros que separa a la directiva de los constituyentes, sufriendo traumatismo encéfalo craneano. Ahora se recupera lentamente con pronóstico médico reservado. El lunes 28 de agosto el constituyente del MAS Román Loayza declaró en la televisora del Estado Canal 7 TVB que existía «acuerdo en la Comisión de Elaboración del Reglamento de Debates» para declarar a la Asamblea «originaria», que eso significa que «están hablando del origen de los bolivianos no de los indígenas» y que en ella «no hay intervención de extranjeros».
Curiosa definición del concepto de «originaria» porque la burguesía compradora, representada principalmente por PODEMOS, no tiene problemas en aceptarla, es más los podemistas declaran que podían llamarle como quieran mientras se mantengan los poderes constituidos, Ejecutivo, Legislativo y Judicial. En esa pugna política, los representantes de las facciones de la burguesía burocrática y compradora en la Constituyente avanzaban nuevamente a transar como lo hicieran en la Ley de Convocatoria, y mostraban dos posiciones: de un lado, la compradora que apuntaba a mantener las formas demoliberales y, por el otro, la burocrática que apuntaba a disminuir a participación del legislativo, desarrollando mayor centralización y corporativización. Alrededor de las 7:45 a.m. del mismo viernes, se aprobó en grande el reglamento interno con la sola presencia del MAS, declarando la Asamblea Constituyente como «originaria» y la aprobación de los artículos por mayoría simple, lo que significa que la nueva Constitución será la que decida el MAS ya que cuenta con mayoría absoluta. Hoy levantan el carácter de «originaria» y dicen que la Constituyente está por encima de los poderes establecidos y que tiene poder ilimitado, es decir dicen una cosa y hacen otra. Jorge Arias, Raúl Prada, Loyola Guzmán, Carlos Romero y Marcela Revollo, todos ellos elegidos constituyentes por el MAS, son parte de los 10 asambleístas que se abstuvieron de votar el reglamento interno, mostrando las contradicciones dentro de la bancada del MAS.
El presidente Evo Morales ha declarado que esta situación se debe a que PODEMOS y el Comité Cívico de Sucre están en contra de la «nacionalización» y de la Asamblea Constituyente, acusándolos de querer «desestabilizar». Lo que no dice es que esto es producto de su promovida conciliación de clases, de su doble discurso y de lo que ellos mismos han generado cuando aprobaron la Ley de Convocatoria de la Asamblea Constituyente, que en su momento fue alabada por tirios y troyanos, debido al consenso alcanzado por el «izquierdista» Álvaro García Linera, con la derecha cavernaria y retrógrada representada principalmente por la agrupación política PODEMOS. Dicha Ley establece que la Asamblea Constituyente tiene carácter de derivada del poder constituido y que las decisiones se tomarán por acuerdo de los dos tercios de los asambleístas. Luego de las elecciones del 2 de julio y una vez que el MAS obtuvo el 53 % de los asambleístas, algo que no pensaban obtener, comenzaron a elaborar un discurso demagógico que buscaba reivindicar el carácter de «originaria» a la Asamblea Constituyente y aprobar las propuestas por una votación de mayoría simple, para «corregir los errores» que tuvieron en la Convocatoria como en todo el proceso de elección desconociendo a sus propias bases y así recuperarse del descontento del movimiento popular.