Hacia finales del siglo VII a. C. y principios del siglo VI a. C., el fabulista Esopo escribió en la región de Frígia la fábula “Las ranas pidiendo rey” donde un grupo de ranas que deseaban tener un rey porque ya no querían vivir en el desorden y la anarquía solicitaron a Zeus que les asignara uno.
Zeus, en primera instancia, les envió un pequeño tronco a su charco, pero luego de perderle el miedo al madero y notar que no se movía ni hacía nada, las ranas comenzaron a saltar sobre él en señal de desprecio. Regresaron de nuevo con Zeus para pedir un cambio de rey pues no les agradaba ese objeto inerte y tranquilo que no era capaz de darles órdenes. Zeus envió entonces a una serpiente en lugar del madero, y se las comió a todas.
La fábula nos invita a reflexionar que un pueblo que es libre y feliz no necesita de un monarca que lo gobierne con mano dura. Nuestra historia nacional está plagada de estos nefastos ejemplos. Sí, ciudadanos mexicanos que piden a un gobierno extranjero que intervenga en asuntos que solo competen a los mexicanos. Así la historiadora Erika Pani retrató a los conservadores en su texto “¿Ranas pidiendo rey? Un retrato de los imperialistas”, quienes viajaron a Trieste en 1863 ofreciéndole la corona de México a la casa de Habsburgo, que finalmente impusieron mediante la fuerza militar e instauraron el segundo imperio mexicano en manos de Maximiliano.
El golpe de estado a Francisco I. Madero se fraguó entre viejos porfiristas y Henry Lane Wilson, entonces embajador de Estados Unidos en México. La Decena Trágica fue así Una historia de traición, perfidia y asesinato a un gobierno constitucional elegido por el pueblo.
La expropiación petrolera, ese arrebato soberano del presidente Lázaro Cárdenas no fue indiferente a estos hechos de traición nacional. Por eso este 18 de marzo, en el 85 aniversario de la Expropiación Petrolera, el presidente Andrés Manuel López Obrador ante un Zócalo repleto recordó:
“En nuestro país, la Expropiación Petrolera causó, entre una minoría, un profundo malestar sobre todo entre los ricos de la época, en sectores de clase media y en la mayoría de los medios de comunicación. Es interesante, y esta es una lección, destacar que históricamente la derecha siempre se reagrupa cuando se pretende llevar a cabo un cambio democrático y se torna de plano intolerante y hasta violenta cuando se trata de reivindicaciones sociales a favor del pueblo y del dominio de la nación. Recordemos que el derrocamiento del presidente Madero, nuestro apóstol de la democracia, contó con la intervención del embajador estadounidense, pero fue es derrocamiento llevado a cabo por grupos internos de la derecha que previamente habían promovido una campaña de odio y desprestigio consistente en ridiculizar al mandatario, al presidente Madero, en los periódicos, hasta el punto de tratarlo como loco y espiritista. Lo mismo sucedió cuando la expropiación que, aunque no afectaba de manera directa a intereses privados nacionales, sirvió para aglutinar todo el descontento de los grupos conservadores contrarios a la política agraria, laboral y educativa del general Cárdenas. En este ambiente se funda, el 17 de septiembre de 1939, el Partido Acción Nacional, que nace criticando la Expropiación Petrolera”.
No tiene porque sorprendernos entonces la posición golpista y contraria al interés nacional que la hipócrita derecha mexicana asume en estos momentos históricos, encarnada principalmente en el PAN, PRI y PRD, pues es en estos momentos interesantes donde la derecha se muestra con su verdadero rostro, el de vendepatrias, hipócritas y traidores.
Hipócritas son porque ahora dicen estar en contra de una supuesta militarización del país pero fueron ellos quienes iniciaron el proceso de militarización durante la usurpación de un presidente espurio como lo fue el sexenio de Felipe Calderón.
Hipócritas también porque iniciaron una guerra supuestamente contra el narcotráfico pero lo que vivimos fue el uso de las fuerzas armadas para apoyar al Cártel del Chapo Guzmán con Genaro García Luna.
Vendepatrias y traidores porque como las ranas corren a buscar en gobiernos extranjeros la intervención en asuntos internos que solo nos competen a las y los mexicanos.
Así, en 2020 el presidente de la Coparmex, Gustavo de Hoyos, denunció al Rey de España que el Gobierno de México tomaba decisiones irracionales acusándolo de “populista”. El año siguiente, el escritor Enrique Krauze, escribió un artículo en el diario The New York Times titulado “¿Puede Biden ayudar a contener el declive democrático de México?” donde pedía a Joe Biden que limitara “las tendencias autoritarias de López Obrador y promoviera un enfoque de moderación”. Este año, algunos legisladores de Estados Unidos, sostuvieron que, si el Gobierno de México no detenía el tráfico de fentanilo hacia la frontera norte, ellos iban a proponer al congreso de Estados Unidos que soldados estadounidenses intervinieran en nuestro territorio para enfrentar a la delincuencia organizada. Presuroso, el presidente del PAN Marko Cortés que el presidente López Obrador debía “reconocer su rotundo fracaso en seguridad y retomar la necesaria colaboración con la DEA en el combate al narcotráfico”. Agencia, que se sabe, controla el trasiego de la droga hacia los Estados Unidos y estuvo al tanto de los vínculos de Genaro García Luna y Felipe Calderón con los carteles de la droga.
En todos estos hechos históricos hay una gran enseñanza: “la principal es que sólo con el pueblo, sólo con el apoyo de las mayorías se puede llevar a cabo una transformación popular para hacer valer la justicia y enfrentar a los reaccionarios que se oponen a perder privilegios”. No hay transformación posible sin el pueblo. Y eso lo tiene claro el presidente, y por eso salió el pueblo a la calle a hacerle frente a las pretensiones imperialistas de cualquier gobierno extranjero en nuestro país.
México, ya cambió, ya no es súbdito ni colonia como en antaño, hoy, como dijo el presidente, es un país independiente y libre, no una colonia ni un protectorado de Estados Unidos, que pueda amenazarnos con cometer cualquier atropello, porque jamás permitiremos que violen nuestra soberanía y pisoteen la dignidad de nuestra patria.
Frente al imperialismo extranjero, hoy más que nunca, solo el pueblo puede salvar al pueblo y solo el pueblo organizado puede salvar a la nación a fin de que no regresen al poder los oligarcas y prevalezca en nuestra patria una auténtica y verdadera democracia.
Por eso,
¡Patria sí, intervencionismo, no!
¡Que viva nuestra soberanía nacional y nuestra cuarta transformación!
Yaomautzin Olvera Lara. Profesor-Investigador de la Universidad Intercultural de Colima. Licenciado en derecho por la Universidad de Colima especialista en Ciencias del Ambiente, Gestión y Sustentabilidad. Es militante del Movimiento de Regeneración Nacional.
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