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Las reformas laborales electoreras, el cretinismo parlamentario y la verdadera lucha de los obreros

Fuentes: Rebelión

Frente al proceso electoral que se avecina, se está dejando caer sobre las cabezas de los obreros mexicanos una catarata de reformas que pretenden hacerse pasar como genuinas preocupaciones sobre los problemas de los trabajadores, pero que no tienen ningún otro objetivo que el de ganar su voto y nada más.

Desgraciadamente, la falta de educación política y de verdadera conciencia de clase, hace de la mayoría de los trabajadores, presas fáciles de la demagogia de los políticos tradicionales.

Ya lo hicieron los morenistas y otros partidos, durante el año pasado con lo de la jornada de 40 horas: promesas y más promesas de que se aprobaría (¡hasta llamaron a movilizarse “para presionar”! …cosa que al final no hicieron) y en los momentos decisivos, al tronido de los dedos del poderoso empresariado mexicano encabezado por Carlos Slim, dijeron, por boca del mismísimo presidente López Obrador, que era mejor dejarlo “para después”. Y así fue: la reforma por las 40 horas no se aprobó porque los empresarios se opusieron y porque los morenistas y sus aliados recularon, porque a fin de cuentas no era una verdadera preocupación ni de López Obrador ni de morena, ni de los demás partidos que la trajeron como trapo de su demagogia. Así es que quedó “para después”. ¿Cuándo será ese “después” del que habló el presidente? nadie lo sabe, pero es de llamar la atención que en el último paquete de “Reformas Constitucionales” propuesto por AMLO el pasado 5 de febrero, verdadera diarrea de 20 “proyectos”, no aparezca ni por equivocación, el de la jornada de 40 horas como uno de sus intereses, aunque es seguro que se la seguirá usando como carnada electoral para pescar votos.

Y así también las más recientes reformas planteadas, como lo es destacadamente, la modificación al sistema de pensiones con la que se promete retornar al antiguo esquema pensionario de 1973, claramente más beneficioso para los trabajadores que el actual de las Afores que los condena a sobrevivir en su vejez con lo que puedan ahorrar. Esta propuesta de reforma que, de llevarse a cabo, por supuesto sería buena para los trabajadores, no tiene ni pies ni cabeza de como sería implementada y menos de cual sería la base económica que la haría viable. (sobre esto consúltese las atinadas declaraciones y sostenidas con datos, del Secretario General de la Confederación Revolucionaria de Trabajadores (CRT) en sus redes sociales https://www.facebook.com/share/v/tRL7EGet1ft2LudL/?mibextid=oFDknk y las de Carlos Urzúa exsecretario de Hacienda en el sexenio de López Obrador https://www.facebook.com/share/p/tbpaUTFYuF7AAUkv/?mibextid=oFDknk )

Existen también otras propuestas que tienen la misma intención electorera de las que quedan dichas, pero que además retratan también la incapacidad de los diputados promoventes (de morena y sus aliados, sobre todo) para abordar los principales problemas que padecen los trabajadores.

Una de ellas es la conocida como “Ley Silla” (que prohíbe a los patrones obligar a los trabajadores a permanecer de pie durante la totalidad de la jornada laboral y, en el caso de funciones incompatibles, prohibirles tomar asiento periódicamente durante el desarrollo de sus funciones), reforma ya aprobada por el senado pero a la cual le falta pasar a ser votada en el pleno de la Cámara de Diputados (si es que tienen a bien añadirla en la agenda de sus asuntos a tratar en su próxima sesión ordinaria) y se espera que quedaría aprobada antes de que finalice el 2024. Una vez aprobada deberá ser publicada en el Diario Oficial de la Federación y el decreto entraría en vigor seis meses después de su publicación y, a partir de ahí, los “empleadores” (como gustan ahora llamar a los patrones para que no se escuche tan feo) tendrán 12 meses para adecuar las condiciones de su empresa para su implementación (Heraldo Binario del 5 de diciembre de 2024).

Estimado y paciente lector, ¿te cansaste de la narración de todos estos vericuetos parlamentarios? ¡Pues los trabajadores bien pueden ESPERAR SENTADOS la implementación, en los hechos, de la famosa Ley Silla que les promete poder sentarse!

Se agrega que: “Los inspectores de la STPS vigilarán su realización y, si los patrones no cumplen, habrá multas que irán de los $25,900 a los $259,300” (Portal “Líder Empresarial” del 6 diciembre 2023). Quienes andamos en las fábricas o zonas fabriles sabemos que tales inspectores nunca se aparecen en los centros de trabajo y que cuando llegan a hacerlo es sólo para revisar papeles en las oficinas de las empresas y para recibir otros papeles… de esos de distintas denominaciones que expide el Banco de México, para hacerse de la vista gorda y reportar que todo está bien.

Pero a los diputados promoventes de la tal Ley, les debe parecer que con ella se han convertido en verdaderos santos benefactores de los desposeídos y con la conciencia tranquila se disponen a descansar en sus mullidas y cómodas camas, una vez que, según ellos, tienen el mundo ya bien controlado.

Esto es un claro ejemplo de lo que en su tiempo, Carlos Marx, Federico Engels y Vladimir Ilich Lenin, tres de los más grandes maestros de los obreros de todo el mundo, llamaron el “cretinismo parlamentario” al designar así la actitud de líderes supuestamente obreros que alejados de la realidad perdían toda inteligencia y todo lo querían solucionar “con una nueva ley”.

«Hay que estar verdaderamente muy afectado por esta enfermedad tan particular que desde 1848 golpea a todo el continente, es decir, el cretinismo parlamentario, que relega en un mundo imaginario a aquellos que la sufren y les quita toda inteligencia, todo recuerdo, toda comprensión del rudo mundo exterior». (Carlos Marx. El 18 brumario de Luis Bonaparte)

No saben del rudo mundo del que se ponen a hablar (el de los problemas de los trabajadores) y, para todo problema que se les presenta como nuevo o que ellos suponen nuevo, no tienen más consejo y remedio que “una nueva ley” y el sometimiento y resignación de los obreros a esperar lo que desde sus bien surtidas mesas puedan tirarles al piso esos cretinos del parlamento y sus amos de la industria y de la banca.

Pero, además, en el caso que venimos tratando, hay que señalar que desde la promulgación de la LFT en 1970 ya existe una obligación semejante a la que comentamos: “Obligaciones de los patrones Artículo 132.- Son obligaciones de los patrones: V. Mantener el número suficiente de asientos o sillas a disposición de los trabajadores en las casas comerciales, oficinas, hoteles, restaurantes y otros centros de trabajo análogos. La misma disposición se observará en los establecimientos industriales cuando lo permita la naturaleza del trabajo”.

Podrán decir que no bastaba, que había que detallarla, pero para el caso el resultado es el mismo si los obreros de cada uno de los centros de trabajo no están unidos, organizados y dispuestos a dar la pelea por defender sus derechos: el puro “manto protector de las leyes” o la acción de vigilancia que el Estado (no ejerce) para aplicar la ley, no los va a salvar.

Otro caso ilustrativo del cretinismo parlamentario, de esa enfermedad tan en boga también en nuestros días, es su reciente protesta contra las llamadas “listas negras”, es decir, el mecanismo que los patrones usan para cuidarse unos a los otros, como clase, para no ser infiltrados por obreros levantiscos que hayan sido despedidos de otras empresas y cerrarles las puertas de la suya; “boletinar al trabajador”, “ponerle en el índice”, se decía ya desde hace tiempo. Aunque ahora los patrones le han puesto un nombre más elegante, llamándole “Buró laboral”, más o menos como el Buró de crédito con el que identifican a los que quedan a deber.

Los señores diputados (de diversos partidos) se han espantado como señoritas de colegio de monjas, al enterarse recientemente de que existen las mencionada “listas negras”: “Los legisladores buscan fortalecer la libertad sindical con una nueva reforma a la Ley Federal del Trabajo, tras la difusión de listas negras que denunciaron trabajadores de Coahuila”. Han descubierto un nuevo problema (nuevo para ellos), y contra él se alzan valientemente a plantear “una nueva reforma a la LFT que prohíba a los patrones o sus representantes tomar medidas que condicionen el empleo de un trabajador a su afiliación sindical o participación en actividades sindicales” (Diario El Financiero del 11 de Febrero de 2024). ¿Cómo pretenden lograrlo? “prohibiendo a los empleadores transferir los datos sensibles de los trabajadores que sean susceptibles de ser utilizados para la generación de sistemas de información que puedan derivar en burós laborales o listas negras” (Del texto de la iniciativa presentada ante la Comisión de Trabajo de la LXV Legislatura de la H. Cámara de Diputados del 9 de febrero). ¿Cómo se asegurarán de aplicar esa prohibición? Nadie lo sabe. Lo único que apuntan es que “al que lo haga […] se hará acreedor a una sanción que va de 6 meses a los 6 años o de 1 año a 10 años de prisión” (Diario El Financiero del 11 de Febrero de 2024). Y así, los cretinos diputados, que viven en un mundo imaginario que les quita toda inteligencia y de nueva cuenta, seguros de tener el mundo controlado con sus grandes reformas, se irán a descansar tranquilamente a sus aposentos.

Pero, otra vez, este asunto de las “listas negras” y “poner en el índice” aparece en el “rudo mundo exterior” desde que existen obreros y patrones y su uso está prohibido en la LFT desde 1970: “Artículo 133.- Queda prohibido a los patrones o a sus representantes: IX- Emplear el sistema de poner en el índice a los trabajadores que se separen o sean separados del trabajo para que no se les vuelva a dar ocupación” y también se encontraba sancionado desde entonces, si bien genéricamente, por el “Artículo 1002. Por violaciones a las normas de trabajo no sancionadas en este Capítulo o en alguna otra disposición de esta Ley, se impondrá al infractor multa por el equivalente de 50 a 5000 veces el salario mínimo general”. Cierto que, prohibidas desde hace más de seis décadas, las famosas “listas negras” siguen tan campantes como el whisky aquel, y seguirán a pesar de leyes más detalladas y sanciones mayores que no tienen manera efectiva de acabar con ellas, porque los patrones siempre encontrarán formas de burlarlas. De nueva cuenta, como en el caso de la “Ley Silla”, lo único que puede vencer al “rudo mundo exterior” que enfrentan los trabajadores, es la unión, la organización y la conciencia de los diversos grupos obreros de cada empresa y la construcción de una gran unidad obrera nacional de clase para enfrentar a nivel nacional a los patrones.

En última instancia, si verdaderamente quisieran allanar el camino a la democracia sindical, esos legisladores deberían de buscar establecer medidas efectivas contra los despidos en general, que es el gran temor de los obreros para dar su lucha, y de protección efectiva a los líderes obreros verdaderamente auténticos, para evitar la represión patronal contra los movimientos de independencia sindical y de lucha consecuente por los derechos laborales.

Establecer, por ejemplo, que el patrón que quiera rescindir el contrato de cualquier trabajador, deberá ganarle primero en un juicio previo, que quedará obligado el patrón a respetarle su puesto, su salario y prestaciones, obligado a concederle todos los permisos con goce de sueldo que sean necesarios durante el juicio (buscando que no venzan al obrero por cansancio o por hambre, como ahora pasa) y a comprobar fehacientemente la causa que aduce para su intención y establecer por ley, para el peor de los casos, indemnizaciones verdaderamente elevadas para desalentar los despidos injustificados. Y medidas de protección a los representantes obreros (una especie de fuero o inmunidad inviolable) contra el despido, obligatoria de respetar por parte de los patrones, durante todo el tiempo del desempeño de sus funciones y hasta por un período posterior a su fin.

Que hacen falta reformas a las leyes laborales, ¡eso es innegable! Pero no las de pura apariencia y superficiales como han sido hasta ahora las de la 4T, hechas por cretinos parlamentarios que poco o nada saben de la ruda realidad que padecen los trabajadores mexicanos, por gente que vive “en un mundo imaginario que les quita toda inteligencia” y que usan sus tales reformas, sólo para sus fines electoreros.

Hacen falta reformas más profundas, que calen hondo en la verdadera problemática que padece la clase obrera, como la que decimos aquí contra los despidos y la protección a los auténticos líderes obreros; como una política de significativos aumentos salariales pero con una enérgica política de contención en los precios de las mercancías; como la eliminación (o por lo menos reducción significativa) del cobro de impuestos a los ingresos del obrero, tanto en el salario como en todas sus prestaciones; el incremento del porcentaje que le corresponde a los trabajadores por concepto de utilidades y no el miserable 10% que se les concede ahora y que además se les escamotea; el reconocimiento y respeto, sin tantas trabas legales, a la actuación de los sindicatos de trabajadores; el respeto irrestricto al derecho de huelga sin que pendan sobre la cabeza de los sindicatos los fantasmas de la inexistencia, ilegalidad o imputabilidad de las mismas contra los trabajadores, entre otras.

Por todo esto compañeros trabajadores, debemos tomar conciencia de nuestros verdaderos intereses como clase y saber que detrás de toda esa andanada de reformas supuestamente favorables a nosotros, se esconde la mano de quienes sólo nos quieren usar como carne de votación para su ambición de perpetuarse en el poder sin tocar para nada lo verdaderamente trascendental para modificar nuestras condiciones de trabajo y de vida. Dispongamos a dar valientemente y sin temores nuestra lucha sindical en cada una de las empresas, sacando al charrismo sindical ahí donde lo tenemos como cadenas que nos detienen, a formar verdaderos sindicatos de lucha obrera, pero sabiendo que debemos caminar hacia la formación de la gran unidad obrera nacional con la formación de un auténtico partido de la clase trabajadora y de todos los proletarios de México que nos conduzca a la toma del poder político como herramienta principal para cambiar de raíz esta injusta realidad que padecemos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.