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Semanas que parecen años

Lecciones del movimiento magisterial

Fuentes: Rebelión

Lenin dijo en alguna ocasión que hay décadas en las que parece que nada pasa y semanas en las que suceden décadas. Él se refería a la manera en que el luchador social debe encarar las épocas de repliegue y de algidez de la lucha, por lo que resulta de vital importancia que entendamos en […]

Lenin dijo en alguna ocasión que hay décadas en las que parece que nada pasa y semanas en las que suceden décadas. Él se refería a la manera en que el luchador social debe encarar las épocas de repliegue y de algidez de la lucha, por lo que resulta de vital importancia que entendamos en qué situación estamos, para poder dar los siguientes pasos en la lucha. Ante la masacre perpetrada por la Policía federal y la Policía estatal en Nochixtlán, Oaxaca, la respuesta del pueblo organizado no se hizo esperar en forma de marchas, brigadeos, paros de labores en las universidades públicas, asambleas e incluso cierre de las escuelas de educación básica por parte de padres de familia en diferentes lugares del país.

Algunas preguntas surgen a partir de estas movilizaciones. La primera es: ¿por qué hubo que esperar la represión para que los sectores más diversos se movilizaran? Algunos compañeros ven con amargura la existencia de sectores del magisterio que se unieron tardíamente a las movilizaciones. La cuestión aquí es si esa amargura corresponde con la realidad o con nuestros deseos, a veces debemos entender que hay lugares en donde las organizaciones han sido golpeadas hasta el punto de la extinción y no se puede exigir a nadie más de lo que puede dar.

Otra pregunta es: ¿por qué la lucha contra la reforma educativa, y mucha de la propaganda de la izquierda anticapitalista, se ha centrado sólo en la cuestión laboral del magisterio? La Reforma educativa es una de las reformas más lacerantes contra la mayoría de la población, el contenido antipopular de las modificaciones a la Ley General de Educación y a la Constitución debe ser parte central de la propaganda de la lucha contra el gobierno. Por medio de la Reforma educativa se están sentando los primeros pasos hacia la privatización de la educación, pues se impondrán a los padres de familia distintos pagos para que funcionen los planteles, entonces, muchos padres que ya viven en pésimas condiciones se verán en la necesidad de decidir si están en capacidad de pagar la escuela de sus hijos. De esta manera, la Reforma educativa no es únicamente una reforma laboral contra los maestros, sino un ataque al derecho a la educación de nuestros hijos, un ataque profundo a nuestro ya de por si pobre nivel de vida y si no explicamos estos aspectos de la lucha con profundidad, con sencillez y con audacia, cómo podemos esperar que las personas respondan a nuestros llamados a la lucha y la solidaridad.

Finalmente, una cuestión que se refleja en el movimiento magisterial, pero que es un problema «estructural» de la izquierda mexicana, es el espíritu de grupo, la tendencia a preocuparse más de la lucha particular de nuestro gremio, de nuestro estado, de nuestra sección, de nuestra organización, más que de la lucha organizada de la mayoría del pueblo, de temer las alianzas con las fuerzas antineoliberales y de la perspectiva a corto plazo que siempre acompaña a la lucha puramente económica.

Parece que estamos teniendo las mismas discusiones de toda la vida, sin embargo, fallamos en explicar cuál es el contenido de estas discusiones, a veces hay que dar un paso atrás y plantearnos las preguntas adecuadas, ¿estamos en un momento de repliegue o de ascenso del movimiento? ¿en este momento corresponde una táctica de repliegue ordenado, de agitación y organización o de confrontación? ¿podemos exigir más a nuestros aliados que ellos a nosotros? ¿le ponemos precio a la solidaridad, como los grupúsculos que hace poco exigían a los simpatizantes la «adherencia» a su programa para acompañarlos en la lucha? Nosotros creemos que es momento de regresar con el pueblo no organizado, que es momento de agitar y organizar en los barrios, en los mercados, escuela por escuela, cuadra por cuadra. Que es mejor centralizar las acciones que dislocar, que vale más una marcha multitudinaria, unitaria, que muchas marchas con menos gente. Debemos cuidarnos de los arribistas y los oportunistas de toda calaña, es cierto que en todo momento estamos expuestos a agentes desorganizadores, pero no debemos confundir la lucha por acotar a los oportunistas con escatimar la solidaridad que nos brinda nuestro pueblo, así sea el pueblo más resueltamente decidido a luchar contra el terrorismo de Estado, a quedarse en el plantón o en los bloqueos o, bien, el pueblo que se organiza para participar de manera electoral. Todos estamos siendo afectados por la reforma, entonces en esta lucha estamos metidos todos.

No hay que pecar de ingenuidad, si bien es cierto que muchas personas se encuentran indignadas y aún se están movilizando como respuesta a la represión estatal, también es cierto que desde las organizaciones anticapitalistas se carece de una alternativa política que conjunte los esfuerzos aislados, que sea capaz de lograr la confluencia de todas las luchas de los oprimidos y explotados, es pues una tarea pendiente y urgente de todos los luchadores socialistas y comunistas el construir esta alternativa clasista y combativa para las más amplias masas.

¿Qué hemos aprendido en la OLEP de estas semanas de movilización con los maestros? 1. No hay que esperar las coyunturas ni las masacres, como la ocurrida en Nochixtlán, para realizar brigadas de agitación y propaganda en todos los sectores del pueblo, éstas deben ser parte central de una actividad permanente que debemos impulsar incluso en el repliegue, preparándonos para que en la siguiente coyuntura podamos encarar al enemigo de clase organizados y unidos. 2. No debemos confundir nuestros deseos con la realidad, no podemos exigir a nuestros aliados más allá de los que las condiciones concretas de la lucha les permiten, no podemos exigirle a un aliado que ha sido golpeado una y otra vez que se ponga al frente de las acciones. 3. Es mejor centralizar que dislocar, es más efectivo planificar que improvisar, debemos pensar en nuestros intereses de clase antes que en el gremio o el centro de trabajo o incluso que la misma agrupación política a la que se pertenece, debemos ser capaces de llevar hacia adelante la lucha más allá de la presente coyuntura. 4. Las alianzas son necesarias, sobre todo en la parte más álgida de la coyuntura y si bien no debemos diluirnos en ellas, tampoco hay que temer, pues la presente etapa de lucha exige que las más amplias masas sean sumadas a la lucha política.

Sabíamos que habría represión, pero su magnitud fue inesperada, no se esperaba que el Estado actuara de manera tan sanguinaria contra la población desarmada y ellos tampoco esperaban la valiente defensa que desplegaron los pobladores de Nochixtlán, no sólo de su tierra, sino de su legítimo derecho a la protesta social contra una reforma que atenta contra los intereses más sentidos de la población. Es un error pensar que el Estado se va a tentar el corazón cuando lo que está en juego es la defensa de sus intereses de clase, los intereses de la burguesía. Si queremos salir airosos de esta batalla debemos fomentar la solidaridad de todo el pueblo con la lucha social, debemos construir organización permanente de todo el pueblo trabajador, debemos impulsar la lucha política desde las bases, desde donde se siente más duramente la represión, pero también se siente más calurosamente la solidaridad.

¡Luchar con dignidad, con el pueblo organizado, luchar hasta vencer!

NOTA: Este artículo fue publicado como EDITORIAL del No. 19 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), en circulación desde el 25 de julio de 2016.

Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.