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Libertad y justicia para Atenco

Fuentes: Rebelión

El 3 de mayo de 2006, el mercado Belisario Dominguez de Texcoco amanecio teñido de negro: la policia estatal y la municipal se encontraban «resguardando» el lugar donde un grupo de floricultores colocaban sus productos a la venta como lo venían haciendo desde siempre. El Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), que […]

El 3 de mayo de 2006, el mercado Belisario Dominguez de Texcoco amanecio teñido de negro: la policia estatal y la municipal se encontraban «resguardando» el lugar donde un grupo de floricultores colocaban sus productos a la venta como lo venían haciendo desde siempre. El Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), que mantenia una mesa de dialogo con el gobierno de Enrique Peña Nieto, llevaba la asesoria y defensa de los agricultores. Un día antes, el gobierno estatal nos había garantizado a los floristas y al FPDT que se retirarían las fuerzas policiacas.

Sin embargo, cuando a las 6:00 de la mañana, nos dirigíamos con los floristas hombres, mujeres y niños, con sus manojos de nubes, gladiolas, crisantemos y nardos, y la voz de sus consignas, a tender sus puestos a la orilla de la banqueta. Nunca nos imaginamos que sufriríamos unas de las mas feroces, crueles y despiadadas represiones en la historia contemporanea de México.

Los floristas, el FPDT, el pueblo cayo en una cínica trampa del llamado «golden boy», en realidad un auténtico Calígula o «golden tyrant», Enrique Peña Nieto, apoyado por el entonces presidenzuelo Vicente Fox Quezada y la complicidad de sus falderillos perredistas texcocanos, todos ellos defensores de un Estado barbaro que tiene como enemigos a los más desprotegidos.

Como es bien sabido, el saldo de la represión de los días tres y cuatro de mayo fue de dos compañeros asesinados, Javier Cortés y Alexis Benhumea, 207 detenidos, 47 de ellos mujeres, docenas de heridos, perseguidos y desaparecidos. Pero esto no fue todo nuestra pequeña comunidad, San Salvador Atenco, cual Franja de Gaza, Tikrit o Kabul, fue ocupada militarmente por miles de policías sanguinarios que profanaron soezmente las pacíficas calles de nuestra amada tierra como violaron a compañeras, hermanas, hijas y familiares en el traslado al penal de Santiaguito, en esos infaustos días.

Como hordas bestiales no se detuvieron ante nada, basta ver la brutalidad de las imágenes: una indígena mazahua que se cubre las piernas cuando los asesinos la pateaban con saña, un anciano parapléjico arrastrado por dos buitres uniformados, un perro golpeado por un granadero, 10, 15, 20, 30 policías apaleando a un entregado militante zapatista de la manera mas monstruosa, los allanamientos a las casas sin orden judicial, una anciana llorando porque se llevaron a sus tres hijos, un atenquense hincado sin zapatos, inundado en sangre en medio de una nueva Plaza de las Tres Culturas, los infames trepados en la iglesia y revisando los tinacos del agua en busca de militantes zapatistas y ejidatarios de Atenco, Èstos son los testimonios inapelables que jamas se borrarán de la memoria de los mexicanos.

De ahí… al infierno. De la persecución de militantes al tortuoso caminar para liberar a nuestros presos. De la inicial denuncia del ultraje al presunto Estado de Derecho y del quebrantamiento de nuestras garantías individuales al dilatado e interminable proceso penal. El gobierno y sus testaferros retuercen las leyes con la misma impunidad del Santo Oficio fincándonos delitos que nunca cometimos, giran ordenes de aprehensión a nuestras compañeras y compañeros más visibles y someten a nuestros pueblos a una férrea y estrecha vigilancia policial. Esta ocupación militar por parte de la policía federal y estatal tiene responsables con nombres y apellidos bien conocidos: Vicente Fox y Enrique Peña Nieto, Wilfrido Robledo Madrid, ex jefe de la Agencia de Seguridad Estatal (ASE), el ahora procurador general de la República Eduardo Medina Mora, Abel Villicaña entonces procurador estatal, Miguel Angel Yunes ex subsecretario de Seguridad Nacional entre otros.

En este espinoso trajinar hemos compartido los apoyos y solidaridades de los compañeros zapatistas de La Otra Campaña, que con talante y valor, desde el principio han estado en planton a las afueras de los penales donde se encuentran nuestros compañeros. También han caminado junto a nosotros en este heroico esfuerzo otras organizaciones obreras, campesinas, indígenas, populares y aun internacionales. Pero, destaca sobremanera el digno papel que ha jugado el grupo de abogados que nos han asesorado en todo el proceso penal, al combatir a un enemigo invisible incrustado en las instituciones mismas del Estado, jugando con sus mismas reglas y evidenciando todas las incongruencias y aberraciones oficiales. Esta unidad de esfuerzos ha logrado arrancar de la carcel a la mayoría de nuestros presos.

Esta violencia del Estado, por supuesto, responde a la lógica misma del capital financiero que gobierna al mundo, es la misma violencia que ejercen en los cinco continentes para arrebatarle a los pueblos sus recursos naturales, desde el petróleo hasta el agua, del maíz al arroz, de las minas a los bosques, de los ríos a los mares, en suma, apoderarse de todas las riquezas del planeta.

Esta guerra declarada a los pueblos del mundo que luchan por conservar sus recursos naturales, alcanzó a Atenco, nuestro pueblo, por defender su territorio, al igual que a las comunidades de Chiapas que luchan contra el olvido, a los pueblos de Oaxaca por su autonomía, a las poblaciones de Guerrero por sus ríos y montañas, a los pueblos de San Luis Potosí y Zacatecas contra las depredadoras empresas mineras, lugares donde los niveles de organización y conciencia social han logrado tal fuerza que se convirtieron en un peligro real para el Gobierno y las empresas trasnacionales.

Esta, y no otra, fue y es la motivación principal del Estado contra el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra: su alto nivel de organización. Un movimiento social triunfante que no fue absorbido por los partidos políticos, una organización horizontal, radical, contestataria, solidaria que crecía al parejo de las demandas sociales rebasando ya la inicial lucha en defensa de la tierra.

Así fue tejiendo una finísima trama de relaciones con otros movimientos en el país y aun en otras partes del mundo. Pero su apogeo llega con su vinculación al movimiento zapatista y su adherencia a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y a La otra campaña. La visita a Atenco del 25 de abril de 2006 de la Comisión Sexta con el SubComandante Marcos al frente fue apoteósica. Esta vinculación entre macheteros y zapatistas alertó al gobierno. Y la respuesta se perpetró una semana después con los hechos referidos arriba intentando pulverizar al FPDT.

Hoy, el gobierno federal y estatal de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto aún mantienen secuestrados a doce de nuestros compañeros, nueve de ellos en el penal Molino de Flores en Texcoco condenados a 31 años 10 meses 15 días y tres compañeros más en el penal de alta seguridad del Altiplano en Almoloya, Estado de México, dos condenados a 67 años de prisión (Felipe Alvarez y Héctor Galindo), y uno, Ignacio del Valle sentenciado a 112 años, acusado de ser el autor intelectual de los hechos del tres y cuatro de mayo. Estos gobiernos han contado con la complicidad de todos los partidos políticos y de todas las instituciones de justicia en el país y a pesar de que la Suprema Corte de Justicia encontró en su investigación que las Autoridades sí cometieron delitos «De lesa humanidad» no señaló responsables y se les absuelve.

Ante la ignominiosa exculpación el 12 de febrero de 2009, por parte de los ministros de marrullera investidura de la Suprema Corte de Justicia de la Nación calderonista que mantienen impune al presidenciable Enrique Peña Nieto y a sus cómplices, el FPDT junto con organismos de derechos humanos y organizaciones independientes, ha aglutinado toda una corriente de opinión de destacadas personalidades como Eduardo Galeano, el obispo Samuel Ruíz, Manu Chao o Adolfo Gilly entre otros, para construir el Comité Libertad y Justicia para Atenco, cuyos objetivos son los mismos que se enarbolaron en el 2002 cuando derrumbamos el decreto expropiatorio, la incorporación de la sociedad civil a la lucha por la liberación de nuestros hermanos presos y perseguidos, y la aplicación estricta de la ley a los que masacraron nuestro pueblo.

En torno a estas demandas y con motivo del tercer aniversario de este atentado contra el pueblo de Atenco, convocamos a todas las organizaciones sociales y políticas nacionales e internacionales a incorporarse a la exigencia de libertad de los presos políticos de México y del mundo este tres y cuatro de mayo.