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¿Mala administración fiscal, deuda odiosa o pillaje?

Llanto por Argentina

Fuentes: Information Clearing House

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens y revisado por Carlos Riba García.

Argentina ha llevado a EE.UU. ante el tribunal en La Haya por bloquear el acuerdo de 2005 del país con la mayoría de sus acreedores. El asunto subraya la necesidad de un mecanismo internacional por si las naciones van a la bancarrota. Mejor todavía sería un sistema global sustentable que evitara la necesidad de bancarrotas soberanas. 

Argentina era el país más rico de Latinoamérica antes de que décadas de políticas económicas neoliberales e impuestas por el FMI lo ahogaran en deuda. Una severa crisis en 2001 la arrojó al mayor default de la deuda soberana en la historia. En 2005, renegoció su deuda con la mayoría de sus acreedores con un «recorte» de 70%. Pero los oportunistas «fondos buitre» que habían comprado deuda argentina a precios de deuda problemática, insistieron en recibir 100 centavos por dólar.

Elliott Management, de Paul Singer, ha pasado más de una década tratando agresivamente de forzar a Argentina a pagar casi 1.300 millones de dólares de deuda soberana. Elliott recibiría unos 300 millones de dólares por bonos que según Argentina obtuvo por 48 millones. En circunstancias que la mayoría de los acreedores han aceptado pagos con una pérdida de 70%, Elliott Management obtendría por lo tanto un rendimiento del 600%.

En junio de 2014, la Corte Suprema de EE.UU. se negó a considerar una apelación contra un fallo de un tribunal de Nueva York que bloqueaba el pago a otros acreedores hasta que los fondos buitre hubieran sido pagados. Esa acción llevó a Argentina al default por segunda vez en este siglo, y la octava vez desde 1827. El 7 de agosto de 2014, Argentina solicitó a la Corte Internacional de Justicia de La Haya que tome medidas contra EE.UU. en relación con la disputa.

¿Quién tiene la culpa? La prensa financiera global culpa a la propia mala administración fiscal de Argentina, pero Argentina sostiene que está dispuesta y es capaz de pagar a sus otros acreedores. La culpa es más bien de los fondos buitre y del sistema judicial de EE.UU., que insiste en un pago abusivo incluso si significa poner en peligro el mecanismo de solución internacional para países insolventes. Si los acreedores saben que unos pocos buitres que insisten en su negativa pueden provocar un default, es poco probable que se pongan de acuerdo con otras naciones insolventes en el futuro.

También se ha culpado al FMI y al sistema bancario internacional por no ofrecer un mecanismo de solución justa para países que van a la bancarrota. Y a un nivel más fundamental, la culpa reside en un sistema monetario global basado en endeudamiento que impone la bancarrota a algunos países como necesidad matemática. Como en un juego de sillas musicales, algunos protagonistas tienen que recurrir a la cesación de pagos.

En la actualidad, la mayor parte del dinero entra en circulación en la forma de crédito bancario o deuda. La deuda siempre crece más rápido que el suministro de dinero, ya que siempre se debe más de lo que fue creado en el préstamo original. Nunca hay suficiente dinero para todo el mundo sin aumentar el peso de la deuda. Como señala el economista Michael Hudson, la deuda pendiente crece exponencialmente hasta que su pago se hace imposible. Entonces el país se ve obligado al default.

¿Mala administración fiscal o deuda odiosa?

Aparte de la imposibilidad de desempeño, hay otra defensa que Argentina podría utilizar en la corte internacional, la de la «deuda odiosa». Conocida también como deuda ilegítima, esta teoría legal sostiene que la deuda nacional incurrida por un régimen para propósitos que no sirven a los mejores intereses de la nación no debería ser exigible.

Esta defensa ha sido utilizada exitosamente por una serie de países, incluyendo Ecuador en diciembre de 2008, cuando el presidente Rafael Correa declaró que su deuda había sido contraída por regímenes anteriores corruptos y despóticos. La defensa basada en la deuda odiosa permitió que Ecuador redujera la suma debida en un 70%.

En un convincente artículo publicado en Global Research en noviembre de 2006, Adrián Salbuchi presentó una defensa similar para Argentina. Siguió la pista de los problemas del país hasta 1976, cuando su deuda externa era de menos de 6.000 millones de dólares y representaba solo una pequeña porción del PIB del país. En ese año:

Un régimen militar-civil ilegal y de facto derrocó el gobierno constitucionalmente elegido de la presidenta María Isabel Martínez de Perón y nombró como ministro de economía a José Martínez de Hoz, quien contaba con estrechos vínculos con -y el respeto de- poderosos intereses bancarios privados internacionales. Con pleno respaldo de la Junta Militar, implementó sistemáticamente una serie de políticas y leyes económicas y financieras altamente destructivas, especulativas, ilegítimas -incluso ilegales- que en unos pocos años multiplicaron casi por ocho la Deuda Pública, a 46.000 millones de dólares. Esto se relacionaba íntimamente con los intereses de importantes círculos bancarios y petroleros internacionales que, en esos días, necesitaban urgentemente reciclar inmensas cantidades de «petrodólares» generados en las Crisis del Petróleo de 1973 y 1979. Esas entradas de capitales no fueron invertidas en producción o infraestructura industrial, sino que fueron utilizadas para alimentar la especulación en mercados financieros locales por bancos y negociantes locales e internacionales que pudieron aprovechar las altísimas tasas de interés locales en pesos argentinos vinculadas a tasas de cambio del dólar estadounidense estables y poco realistas a mediano plazo. [Retraducido del inglés, N. del T.]

Salbuchi detalló la caída de Argentina desde entonces hacia lo que se convirtió en una trampa de la deuda de 200.000 millones de dólares. Gran parte de esa deuda, afirmó, era «deuda odiosa» y no debiera haber sido pagada:

Hacer que el Estado argentino -es decir el pueblo de Argentina- soportara todo el embate de esa tormenta equivale a genocidio y terrorismo financiero… El pueblo de Argentina sufre actualmente graves dificultades, con más de 50% de la población sumida en la pobreza…. La ley básica universal da al pueblo argentino el derecho a defender legítimamente sus intereses contra los diversos protagonistas multinacionales y supranacionales que, abusando del inmenso poder que manejan, impusieron directa y/o indirectamente complejas acciones y estrategias conducentes al problema de la Deuda Pública. [Retraducido]

Sobre el sorpresivo pago del presidente Néstor Kirchner en 2006 de todos los 10.000 millones de dólares debidos al FMI, Salbuchi escribió cínicamente:

Esa institución clave fue instrumental en la promoción y la auditoría de las políticas macroeconómicas del gobierno argentino durante décadas… Muchos analistas consideran que… el FMI fue para Argentina lo que Arthur Andersen fue para Enron; la diferencia es que Andersen fue disuelto y cerrado, mientras que el FMI sigue predicando sus doctrinas mal concebidas y ejerce presión… El propósito primordial del FMI es ejercer presión política sobre gobiernos endeudados, actuando como una verdadera agencia coercitiva por cuenta de los principales bancos internacionales.

Bancarrota soberana y el «Reajuste económico global»

Sobra decir, el FMI no fue cerrado. Más bien ha continuado para convertirse en el regulador internacional de la deuda soberana, que ha alcanzado niveles críticos globalmente. La deuda total, pública y privada, ha crecido por sobre el 40% desde 2007, a 100 billones (millones de millones) de dólares. La deuda nacional de EE.UU. ha crecido de 10 billones de dólares en 2008 a más de 17,6 billones en la actualidad.

En el Foro Económico Mundial de Davos en enero de 2014, Christine Lagarde, Directora Gerente del FMI, habló de la necesidad de un «reajuste» económico global. Las deudas nacionales tienen que ser «reposicionadas» o «reajustadas» periódicamente para que los acreedores puedan seguir con sus demandas exponencialmente crecientes de intereses, en un esquema financiero global basado en crédito creado privadamente por bancos y prestado con intereses. Hay que incurrir continuamente más deuda con rendimiento de intereses, hasta que la deuda agobie el sistema y tenga que ser reajustada nuevamente para mantener el funcionamiento del juego de la usura.

La deuda soberana (o nacional) en particular necesita «reajustes» periódicos porque, a diferencia del caso de individuos y corporaciones, no existe ningún mecanismo legal para que los países se declaren en bancarrota. Individuos y corporaciones tienen activos que pueden ser liquidados por un tribunal de bancarrota y distribuidos equitativamente a los acreedores. Pero los países no pueden ser liquidados y vendidos, excepto mediante «reajuste estructural» al estilo del FMI, que puede imponer la venta de activos nacionales a precios de remate.

Un Mecanismo de Reestructuración de la Deuda Soberana (SDRM, por sus siglas en inglés) fue propuesto por el FMI a principios de la primera década del presente siglo, pero fue rápidamente liquidado por Wall Street y el Tesoro de EE.UU. El FMI está trabajando en una nueva versión del SDRM, pero los críticos dicen que podría ser más desestabilizador que la versión anterior.

Por lo pronto, el FMI ha apoyado cláusulas de acción colectiva (CAC) diseñadas para permitir que un país negocie con la mayoría de sus acreedores de una manera que generalmente los incorpore a todos. Pero las CAC pueden ser cuestionadas; es lo que sucedió en el caso de la última bancarrota argentina. Según el profesor de Harvard, Jeffrey Frankel:

El abuso de los dictámenes por el tribunal estadounidense de un instinto localista para imponer contratos escritos debilitará la posibilidad de reestructuración negociada en futuras crisis de la deuda.

Volvemos, dice al punto de partida.

Mejor que rediseñar el mecanismo de la bancarrota soberana podría ser el rediseño del esquema monetario global de manera que evite la continua necesidad de un mecanismo de bancarrota. Un gobierno no necesita pedir prestado su suministro de dinero a bancos privados que lo coloquen como crédito en sus libros. Un gobierno soberano puede emitir su propia moneda, libre de deuda.

Ellen Brown es abogada y presidente del Public Banking Institute, http://PublicBankingInstitute.org . En Web of Debt, muestra cómo un cartel privado ha usurpado el poder de crear dinero de la propia gente, y cómo, nosotros el pueblo, podemos recuperarlo. En In The Public Bank Solution, su último libro, explora exitosos modelos de banca pública histórica y globalmente. Sus blogs están en EllenBrown.com.

 

Fuente original: http://www.informationclearinghouse.info/article39390.htm