Lluís Llach dirá mañana adiós al público de París en la sala Olympia, donde dio su primer recital en Francia, en 1972, sin tener «mentalidad» alguna de despedida, pero sí la aspiración de «vivir de otra manera» y «descubrir otras cosas». «Creo que estoy entrando en la gestión del ultimo tercio de mi vida si […]
Lluís Llach dirá mañana adiós al público de París en la sala Olympia, donde dio su primer recital en Francia, en 1972, sin tener «mentalidad» alguna de despedida, pero sí la aspiración de «vivir de otra manera» y «descubrir otras cosas».
«Creo que estoy entrando en la gestión del ultimo tercio de mi vida si hay mucha suerte, y quisiera vivirla desde otra perspectiva», explicó el artista catalán en una entrevista con EFE en vísperas del concierto parisiense, dentro de una gira que concluirá en la primavera de 2007.
Es posible «descubrir otras cosas, y no vivir siempre inmerso, quizá refugiado, en el mundo de la música», resaltó el cantautor, cuya música meció la rebelión de generaciones antifranquistas en toda España, a las que acompañó luego con su poesía, siempre revolucionaria.
«No tengo demasiado idea de donde voy», la carretera general «es ésta que te estoy explicando. He vivido siempre como una locomotora, relacionado con la música, y creo que una persona, cuando es un viejo joven, aun tiene la energía para intentar otras aventuras, quizá no tan notorias».
Llach dice confiar, precisamente, en que esa suerte que le catapultó desde sus primeros recitales, a los 19 años, como uno de los grandes símbolos de la lucha antifranquista y ahora como viticultor del Priorato, también celebrado con las mejores críticas internacionales, no le produzca «ningún otro éxito público».
«Quisiera el anonimato y la normalidad», poder leer, viajar, «tratar de ver a los amigos que he tenido descuidados, retomar conversación que dejé colgadas hace muchos años, preocuparme de mi mismo», del aspecto físico, «conducir bien la declinación de un ser humano en los 60», comentó.