Primero, un señalamiento a modo introducción: existe en nuestro país una experiencia –de repercusiones internacionales– que retoma las mejores tradiciones clasistas y socialistas: en «la lejana» Neuquén, desde la banca parlamentaria del Frente de Izquierda (una banca «rotativa» entre las fuerzas que lo componen), Raúl Godoy -del PTS y dirigente de la fábrica sin patrones […]
Primero, un señalamiento a modo introducción: existe en nuestro país una experiencia –de repercusiones internacionales– que retoma las mejores tradiciones clasistas y socialistas: en «la lejana» Neuquén, desde la banca parlamentaria del Frente de Izquierda (una banca «rotativa» entre las fuerzas que lo componen), Raúl Godoy -del PTS y dirigente de la fábrica sin patrones Zanon, bajo gestión obrera desde hace más de 10 años- cobra el mismo salario que cobraba en la fábrica (y dona el resto de su «dieta» a fondos de huelga y lucha), y ha presentado un proyecto de ley para que todo legislador cobre el salario de un/a docente. Se busca así, retomando las políticas que se implementaron en la Comuna de París en 1871, y que inspiraron a la Revolución Rusa de 1917, el mostrar que puede haber un «gobierno popular y barato», y también denunciar el fuerte vínculo que hay entre el sistema económico capitalista (un sistema basado en la explotación asalariada) y el régimen político (donde todos los funcionarios cobran -prácticamente de por vida- sueldos millonarios para gobernar a favor de los empresarios y banqueros).
Entonces, en un país donde -por poner un solo ejemplo- los salarios docentes son miserables, y donde las mayorías trabajadoras y populares padecen (y mueren por) el funcionamiento criminal las estructuras surgidas del neoliberalismo -estructuras que, el kirchnerismo, en su supuesta «década ganada», no ha cambiado: queda eso a las claras tras el choque de Once y las inundaciones recientes-, el espacio Carta Abierta se preocupa, al parecer, por cosas tan importantes para la «vida popular» como el devenir ontológico de empresarios argentinos (como Lázaro Báez y sus «bóvedas» y cajas fuertes), y nos regala, para esto, una nueva misiva, la número 13, que contiene… una serie de repeticiones de las anteriores: estaríamos transitando un tiempo inédito, único, de «reparaciones», desde 2003, etc. Y, contra esto -y más en general, afirma la carta, contra «la democracia»-, habría una conjuración del poder mediático, empresarial y financiero que pretendería que todos los «cambios progresistas» que habría hecho el kirchnerismo fracasen.
No se explicita con nombre y apellido, pero el principal -sino único- objetivo de la Carta 13 es el de defender al gobierno nacional de la denuncias semanales («replicadas» durante la semana por el Grupo Clarín y demás medios opositores) del programa de Jorge Lanata, «Periodismo para todos». Para esto, una vez más, Carta Abierta no duda lanzarse al ruedo con su relato (el de un kirchnerismo «transformador», «abridor de brechas antes inimaginables», etc.) que, una vez más, omite importantes parcelas de la realidad en aras de defender al gobierno.
Carta Abierta pretende luchar contra «la corporación mediática opositora»: Clarín, La Nación, etc., aunque, al mismo tiempo, la Carta 13, pese a tanto oficialismo, pese a defender al kirchnerismo y a exigir que se «lleven pruebas a tribunales»… no pone las manos en el fuego por nadie. De ahí que pregunten «¿Vivimos en sociedades sin corrupción?» Y digan: «Esto no es posible afirmarlo», e incluso admitan que hay «una serie de fotografías de casas solariegas de ‘nuevos ricos vinculados’ que no hacen bien…». «Se filman casas de funcionarios», dice la carta, «aunque es cierto[¿?] que hay que ser austeros»…
La carta -haga o no caso al programa de Lanata, acepta que hay countrys lujosos y departamentos en Puerto Madero para el «funcionariado K»- admite entonces que «la corrupción mata», pero que, como un slogan, ésta sería «una verdad abstracta» y que entonces el «encadenamiento argumental» no debería omitir «eslabones fundamentales». ¿Cuáles son? ¿Acaso la Carta 13 los dice?
No.
La Carta 13 dice… generalidades: que «la lógica del capital» tomaría carnadura en anónimos «operadores» en «la Justicia» y «en la Política», sin admitir… justamente, que esos «eslabones fundamentales» que se invocan para llenar el «significante vacío» de «la corrupción mata» (como mató a Mariano Ferreyra, con su entramado empresarial-estatal junto a su socia, la burocracia sindical) son, entre otros, funcionarios (y ex funcionarios) como Schiavi, Jaime, De Vido, Noemí Rial y Tomada (quien tiene grabadas charlas telefónicas con Pedraza). Pero no. Se los omite («a todos y a todas»; como también a la Policía Federal, quien dio «zona liberada» en aquella jornada de represión a los luchadores ferroviarios precarizados) en pos de disfrazar (epistolarmente) a un gobierno que beneficia, exclusivamente, a los empresarios.
A Carta Abierta le cuesta –se niega a, les diría un psicólogo- describir la realidad: el kirchnerismo, como fracción política gobernante (o como un avatar del peronismo realmente existente, como admitió, preocupado, el cineasta Nicolás Prividera ante los redactores de la revista El ojo mocho), se entrelazó con todos los negocios (y negociados) que ampara el Estado; así es el «capitalismo normal» o «en serio» (y que es «de amigos») que pregonó, desde el vamos, el kirchnerismo. Y este entrelazamiento «estructural» u «orgánico» del Estado clasista con el capitalismo (nacional y extranjero) y sus negocios (y negociados) lleva a que este gobierno (autodenominado «nacional y popular») haya pagado, esta última década, cientos de millones de dólares por Deuda externa a «buitres» acreedores, y que, este año, desembolse nada menos que… 13.000 millones de dólares. Que los trabajadores padezcan a lo largo y ancho del país un alto porcentaje de trabajo en negro y precario (un 35%), y un salario promedio bajísimo, lejos de la canasta familiar de 7000 pesos (el 50% de los trabajadores cobra menos de 4000 por mes). Que, como contrapartida a la miseria obrera (lejos del fifty-fifty tan cacareado por el peronismo, la clase trabajadora recibe apenas el 37% de la riqueza nacional que ella misma produce), presenciamos una década de millonarias ganancias para las patronales nativas y extranjeras (imperialistas), incluyendo a los sectores rurales-sojeros, gracias a la devaluación de Duhalde y el PJ, que abarató el salario obrero en un 40% y les permitió exportar. Que este Estado y gobierno, al mismo tiempo que subsidia con millones al empresariado, niegue el 82% móvil a los jubilados (la mayoría de ellos, el 75%, cobra «la mínima»: 2100 pesos por mes). Que, en el terreno de los derechos humanos, haya tan solo 407 represores condenados por los crímenes de la última dictadura -como producto de la persistente e histórica movilización de los organismos de DDHH y la izquierda-, mientras que decenas de miles de partícipes (militares, policías, burócratas sindicales, curas), que estuvieron regenteando los 500 campos de concentración y exterminio que hubo entre 1976 y 1982, estén libres e impunes. Que haya feudos de gobernadores-terratenientes con palos, balas y muerte para los pueblos originarios, como ocurrió recientemente en el Chaco del «gobernador K» Capitanich, donde nuevamente hubo represión y muerte (y esto sin olvidar que en el GBA es la juventud trabajadora y plebeya la principal víctima del «gatillo fácil»). Y que, como si todo esto fuera poco (y lamentable pero ciertamente hay más, mucho más para decir…), esté desaparecido (en democracia) Jorge Julio López.
Pero no: en vez de esto (o siquiera algo de esto), Carta Abierta repite, junto a la presidenta CFK: «Falta mucho para cambiar y mejorar; falta una década (o dos) más»… cosa además contradictoria con la comparación con la república de Weimar. Esta «metáfora», que pretende discutir contra «la corpo» mediática opositora su discurso y denuncias sobre la corrupción (bien real y existente), además de dar pie a un editorial «alarmista» del diario de la oligarquía, La Nación (intitulado nada menos «1933»), no se comprende bien a qué viene: porque Weimar fue una república burguesa-capitalista fracasada, hundida en el marasmo económico de la primera posguerra. ¿Acaso Carta Abierta pretende decirnos que entonces estamos mal, como en Weimar, y se (nos) viene una peor?… Lo más probable es que no, y que todo esto sea «solo» otra de sus ampulosas menciones a grandes hechos y figuras revolucionarias de la historia, como hacen con la marxista revolucionaria Rosa Luxemburg… ¡para terminar defendiendo al gobierno donde hay mujeres tan «luxemburguistas» como Diana Conti y Nilda Garré!
Con sus sesgados argumentos, la Carta 13 es apenas lo justo para… mantenerse arrodillados ante el poder de turno.