El próximo 28 de enero se cumplirán 10 meses del lamentable asesinato de Juan Francisco Sicilia, Gabriel Alejo, Julio César y Luis Antonio Romero, y de tres personas más. Esa fecha puede identificarse también como el origen de lo que hoy es el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD). Terrible paradoja: el […]
El próximo 28 de enero se cumplirán 10 meses del lamentable asesinato de Juan Francisco Sicilia, Gabriel Alejo, Julio César y Luis Antonio Romero, y de tres personas más. Esa fecha puede identificarse también como el origen de lo que hoy es el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD). Terrible paradoja: el asesinato de siete personas da vida a un movimiento.
Cuando nuestro compañero Javier Sicilia -padre de Juan Francisco- lanzó el grito de Estamos hasta la madre, diferentes personas y organizaciones acudiron a su convocatoria para intentar frenar la guerra y exigir justicia. Aunque es verdad que desde tiempo atrás organizaciones, intelectuales y víctimas ya denunciaban la barbarie; nadie puede negar que fue a partir de esos sucesos que la indignación y la rabia tomaron un nuevo rumbo.
A lo largo de ese tiempo, el MPJD ha centrado su discurso y sus acciones en dos ejes: 1) la exigencia de justicia para las víctimas y 2) la demanda de alto a la guerra. Esos puntos le han permitido construir redes de solidaridad con otras organizaciones y otros movimientos que también definen como emergencia nacional la situación del México actual.
Para buscar soluciones a esta emergencia nacional, el MPJD ha establecido diálogos con la sociedad civil y con los poderes políticos formales. En ese proceso ha caminado y escuchado a las víctimas de la guerra y de la violencia estructural, al mismo tiempo que fue construyendo relaciones de solidaridad con especialistas que ayudaron a diseñar propuestas viables.
A continuación quiero compartir con ustedes un breve balance sobre algunos logros y retos del MPJD en estos sus primeros diez meses de vida, no sin antes señalar que esto es sólo una lectura personal que puede complementarse con otras visiones.
Logros
1) Nombrar la emergencia nacional: cuatro años después de iniciada la guerra -cuando ya se hablaba de más de 30 mil asesinatos y 10 mil desapariciones-, distintas personas y organizaciones lograron articularse y dar una respuesta conjunta. Afortunadamente, el trabajo de varias agrupaciones que desde años atrás venían documentando y denunciando las múltiples violaciones a los derechos humanos, les evitó partir de cero y aprovecharon esa experiencia para clarificar su camino. Al nombrar colectivamente a la guerra y caracterizar la situación del país como emergencia nacional, lograron hacer de este tema un fenómeno de discusión pública e insertarlo en la agenda nacional e internacional.
2) Visibilizar a las víctimas de la guerra: Contrario al discurso oficial que insistía en criminalizar a las víctimas o considerarlas simples «daños colaterales», desde el MPJD se impulsó una narrativa crítica y diferente. Con las demandas de Memoria y Verdad se intentó dignificar a aquellos que han sido doblemente asesinados: primero por la violencia y luego por el discurso oficial. Dar nombre y conocer las historias de cada uno/a de los/as muertos/as y desaparecidos/das ha sido un elemento crucial de dicho movimiento. Al mismo tiempo se ha exigido Justicia para todas y cada una de las víctimas.
3) Además de Justicia, Memoria y Verdad, se han puesto en el debate público las exigencias de Reparación del daño y Garantía de no repetición. Para garantizar respaldo jurídico a estas demandas, el MPJD participó en la elaboración -con otras organizaciones e instituciones- de la Ley de Víctimas de la Violencia y de Violaciones a los Derechos Humanos.
4) Articular un pequeño grupo de especialistas que dan acompañamiento jurídico y psicosocial a las víctimas que se han acercado al movimiento. En este proceso se fue acumulando el saber y la experiencia en la larga búsqueda de justicia por parte de familiares y amigos de víctimas directas de la guerra.
5) De víctimas a defensores de derechos humanos. Desde las primeras movilizaciones en abril de 2011, cientos de víctimas directas e indirectas respondieron al llamado a organizarse. En ese lapso se fue dando una transformación de raíz en cuanto a la interpretación de los orígenes y las causas de la violencia. Organizar el dolor y la indignación ha generado que muchas víctimas sean hoy sujetos sociales que reclaman sus derechos.
6) En los varios recorridos que ha hecho el MPJD por más de 26 estados del país, la comisión de documentación fue procesando y organizando la información que tanto las víctimas como otras organizaciones compartían. Con ello se logró documentar a mayor escala y evidenciar cómo las violaciones a los derechos humanos son un fenómeno constante en la actual estrategia de seguridad. Esto ha permitido acudir a instancias internacionales y dar proyección global al conflicto, pues sin duda alguna, los argumentos se vuelven más sólidos cuando existen pruebas que los sostienen.
7) Generar nuevas organizaciones y contribuir a la articulación de las ya existentes. Con las exigencias de justicia para las víctimas y alto a la guerra, el MPJD fomentó y fortaleció la organización local y regional. Víctimas y ciudadanos/as de diferentes entidades de la republica y en otros países crean nuevos colectivos (Emergencia MX, Red global la paz, Guerrero hasta la Madre, Red por la Paz y la Justicia, El Grito más fuerte, Jóvenes ante la Emergencia Nacional, etc.) Aunado a lo anterior, el MPJD se ha articulado con otras organizaciones que, con el mismo tema o con agendas diferentes, han comprendido que la situación de emergencia nacional requiere de una respuesta conjunta.
8) Diálogos con los poderes legislativo y ejecutivo. Debido a las movilizaciones y a la legitimidad incuestionable de las demandas del MPJD, dos de los tres poderes legales de nuestro país (ejecutivo y legislativo) se vieron obligados a entablar diálogos y reconocerlo como actor social. En dicho proceso y sobre la base de los 6 puntos lanzados el 8 de mayo en el zócalo de la ciudad de México, se ha bosquejado una Agenda para la paz. En estos diálogos también se logró visibilizar otros temas que habían sido ocultados por el tema de la guerra, entre ellos: pueblos indígenas y autonomías, educación (presupuesto y obligatoriedad), medios de comunicación (fin del duopolio), transparencia y rendición de cuentas, etc.
9) Diálogos y redes de solidaridad con otras organizaciones de la sociedad civil. El proceso dialogal que abrió el MPJD desde abril de 2011 no sólo fue con los poderes políticos formales, sino también con las organizaciones de la sociedad civil que tienen algo que decir y alternativas que presentar frente a la emergencia nacional. El acompañamiento físico y moral a organizaciones hermanas encaminadas a construir la paz con justicia y dignidad ha sido una constante. Algunos ejemplos son Cheran, Ostula, Wirikuta, Acteal, presos políticos de Chiapas, etc.
10) Frenar la Ley de Seguridad Nacional. En abril de 2011, el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas e Involuntarias de la Organización de las Naciones Unidas recomendó al gobierno mexicano retirar a las fuerzas castrenses de las tareas de seguridad. Dicha recomendación fue resultado de un análisis de la información obtenida durante su estancia en México. En ella se podía observar el aumento significativo de violaciones a los derechos humanos cuando los militares desempeñan esas labores. No obstante, miembros de distintos partidos políticos impulsan una reforma a la Ley de Seguridad Nacional, la cual no sólo legaliza el uso del ejército en tareas de seguridad, sino que además le atribuye mayor poder. Como respuesta, el MPJD ha llamado a frenar dicha reforma -cosa que se logró en dos ocasiones- y ha convocado a especialistas y miembros de la sociedad a construir una Ley de Seguridad Humana y Ciudadana. Así mismo, el MPJD ha insistido en señalar que el fortalecimiento del tejido social y la participación de la sociedad es una alternativa real, como ejemplo ha puesto a las policías comunitarias que operan exitosamente en diferentes regiones del país.
Raúl Romero es Técnico Académico Asociado C del Instituto de Investigaciones Sociales-UNAM, Consejero Editorial de Consideraciones, Revista del Sindicato de Trabajadores de la UNAM e integrante del Centro de Investigación para la Construcción de Alternativas (CIPCA).
Blog del autor: http://raulromerogallardo.blogspot.com
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