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Los avatares del sector salud en México

Fuentes: Rebelión

Es bien sonada la frase que reza que en el neoliberalismo «el Estado tiende a desaparecer», no lo queda más que ser un simple espectador en medio de grandes flujos de capital. Es agonizante, dicen, no sólo en ámbitos como la economía, sino también en lo social, como en la educación y en la salud. […]

Es bien sonada la frase que reza que en el neoliberalismo «el Estado tiende a desaparecer», no lo queda más que ser un simple espectador en medio de grandes flujos de capital. Es agonizante, dicen, no sólo en ámbitos como la economía, sino también en lo social, como en la educación y en la salud. Estos sectores, además de pasar sistemáticamente al olvido gubernamental, se han delegado a manos privadas donde la retórica mercantilista dice que se «pone en prueba» la eficiencia y calidad de los servicios ofertados por paraestatales.

Contrariamente a esto que se dice, si reflexionamos acerca de quién es el facultado para legislar sobre la disminución o eliminación de aranceles, el libre movimiento de personas, bienes, capitales y servicios, encontramos que es únicamente el Estado quien lleva a cabo estas tareas. Éste busca las condiciones más óptimas para que las potencias tomen en cuenta, a la hora de iniciar negociaciones, a los Estados mejor adaptados que puedan ser parte de tratados preferenciales de comercio, áreas de libre comercio, uniones aduaneras o mercados comunes o, en su caso, de algún regionalismo como el TLCAN, TPP, Alianza del Pacífico, entre otros. Para alcanzar ese punto óptimo, el Estado interesado tiene que llevar a cabo la ingrata tarea de echar por tierra todas aquellas conquistas sociales, tales como la libre sindicalización, el contrato colectivo de trabajo, prestaciones sociales y otras que impiden el cumplimiento de los requisitos de anexión, que son un desincentivo para la inversión de transnacionales o que presentan resistencia ante tal atropellamiento, es decir, el Estado cuenta también con la suficiente fuerza para proyectar la política interna necesaria y adecuar tanto el territorio como a la población a los nuevos requerimientos del mercado.

Entonces, ni fortalecimiento, ni agonía, el Estado ha mutado sus funciones

Los más de 30 años de neoliberalismo en nuestro país han orillado a la apertura comercial, por la vía de la firma de cuan tratado mercantil se la ha puesto enfrente. En ellos se ha estipulado el qué y cómo se produce: una industria especializada – sobre todo en manufactura, megaminería y de energéticos-, así como la flexibilización del trabajo -promoviendo unos cuantos empleos precarios en áreas de servicio y comercial-. Además, facilitaron la circulación de las mercancías que se decidía producir, imponiendo también la forma de ofrecer y entregar los servicios. Las multinacionales, que saturaron el mercado interno de cada nación en la famosa sustitución de importaciones, transitaron hacia las Empresas Transnacionales, las cuales fraccionaron e internacionalizaron la producción, transnacionalizando el capital de manera «pacífica», es decir, sin una guerra o intervención de por medio. Con esto, hicieron negocio en cada sector donde antes no existía, especialmente en el de servicios. Supuestamente las ETN llegaban a cumplir lo que la modernidad no pudo: el progreso social, económico y humano y la estabilidad global, pero en realidad significaron todo lo contrario, hicieron caótico y mezquino cada sector en que invirtieron.

Entonces, entrando propiamente al tema, sostenemos que el neoliberalismo es un proceso de mundialización capitalista radical que presenta la tendencia a desmantelar todo sector público para entregarlo al capital privado, el cual extraerá las mayores ganancias en donde, nos dicen, antes había «pasivos». Análogamente, afirmábamos arriba, se barre paulatinamente con toda resistencia o impedimento. Y es justamente todo eso lo que hemos presenciado con el sector salud en México: desmantelamiento de los institutos que brindaban servicios de salud, de los sindicatos que cobijaban a los trabajadores y una brutal precarización -no sólo de las condiciones laborales, sino también del servicio-. Caldo de cultivo para hospitales, clínicas privadas, la industria farmacéutica y aseguradoras privadas.

El servicio de salud en México

En México existen dos paraestatales que, desde mediados del siglo pasado, brindan servicios de atención a la salud a la vez que administran los recursos para el retiro: IMSS e ISSSTE. Ambos han sufrido cambios sustanciales en los últimos sexenios, empezando por el Seguro Popular que desde 2004 atiende a aquellas personas afiliadas que no sean derechohabientes de estos dos institutos, con la posibilidad de participación del sector privado en la prestación del servicio. Con el tiempo resultó ser un programa que cobra a personas de bajos recursos 7 mil pesos anuales por la atención médica que otrora recibía gratuitamente, puesto que era un derecho estipulado en la propia Constitución.

Luego, en el 2007 se hizo la reforma al ISSSTE. Se pasaba a un sistema de ahorro colectivo a individual en una nueva Afore pública (Pensionissste), siendo el trabajador quien financiaría, dependiendo de sus aportaciones que haya generado, su pensión -eximiendo al Estado de toda responsabilidad-. Esto sólo por 3 años, puesto que pasado ese tiempo, el trabajador tiene que optar por una AFORE privada que le cobrará comisiones altísimas por administrar sus ahorros. Todo esto se hizo a sabiendas de que la inestabilidad laboral y la informalidad crecían a tasas rampantes. Si no fuera poco, esto iba aparejado con el consecuente ajuste en la edad de retiro de los trabajadores: pasaba de 60 a 65 años. [1]

La cosa no paró ahí, en lo que va del sexenio en curso se ha dado un banderillazo más con una nueva reforma. Los servicios como diálisis, cateterismos, mastografías, ambulancias, guarderías y otros, están subrogados, es decir, las realizan empresas privadas. Las enfermedades crónicas no serán atendidas ya por el IMSS, tampoco las más de 100 «enfermedades raras»; para ello tendrán que pagar una póliza de seguro o, en otras palabras, además de pagar impuestos que van a las paraestatales, las primas anuales, los medicamentos, los servicios subrogados, ahora se tiene que solventar un seguro por, por ejemplo, atenderse las enfermedades que causa comer en el capitalismo: diabetes y cáncer. Causadas por harinas y azúcares refinadas, grasas, alimentos fritos, y carnes con mil y un sustancias tóxicas.

Abonando a la crisis, mientras que en 2012 el gasto administrativo (gasto en la burocracia) subía 8.8%, la SHCP decidió que en 2016 habría un recorte de $5 mil millones al sector salud para 2016. A esto no ayuda que los Secretarios de Salud sean juez y parte del problema, como la anterior Secretaria, Mercedes Juan, miembro de la fundación FUNSALUD, encargada de hacer negocios con la salud. [2]

Entonces, para atenderse, el mexicano cuenta con 4,189 unidades de hospitalización, de las cuales el 67% están administradas por el sector privado. [3] Si es del grupo del 7% de connacionales que gana más de $10 mil mensuales, [4] puede acudir a alguno de los 100 hospitales del Grupo Ángeles (de Olegario Vázquez, dueño de Excelsior); de Star Médica (del multimillonario Carlos Slim); o a Médica Sur (Juan Carlos Griera), en donde para una simple consulta tendrá que desembolsar alrededor de 12 mil pesos. Si eres de los más de 19 millones que ganan hasta dos salarios mínimos, [5] puedes acudir a los más de 5 mil sucursales de Farmacias Similares (del priísta Víctor González), para recibir un servicio deficiente de un «pasante» precarizado que, irónicamente, no cuenta con servicios sociales tales como el de la salud ni el de ahorro para el retiro por estar subcontratado.

Lamentable es el panorama que nos deja el proceso del neoliberalismo en el ámbito de la salud. Ante la barbarie reivindicamos un servicio de salud universal, gratuito y descentralizado. Exigimos un alto a la privatización del IMSS, ISSSTE, PENSIONISSSTE y de la salubridad en general, un alto a la precarización y estandarización del trabajo médico y a la usurpación de valores de uso de tradiciones médicas antiquísimas en beneficio del negocio farmacéutico. Nos solidarizamos con los trabajadores que el año pasado se movilizaron en contra de la última reforma gubernamental y para con quienes convocan un paro nacional este 22 de junio para evitar la privatización de la salud en nuestro país. A su vez rechazamos la dieta alimenticia tan dañina a la que estamos sometidos y el violentamiento que significa el transportarse, trabajar, habitar… en una megalópolis hecha por y para el lucro y no para una vida saludable.

¡Hay que defender lo que en ajedrez se llama el «centro del tablero», es decir, no entregar al enemigo lo que hay de valioso!

Notas

[1] Garduño, Roberto. «Reforma al ISSSTE, una trampa para los trabajadores: diputados», en La Jornada. México, Sec. Política, 17 de marzo de 2007.

[2] Se recomienda ampliamente el programa de Jaque al Rey «Salud como derecho o salud como mercancía» transmitido por Rompeviento TV el 17 de agosto de 2015. Disponible en el siguiente link: http://rompeviento.tv/RompevientoTv/?cat=10&paged=2

[3] Redacción. «El fracaso del Estado creó a los mogules de la salud en México», en Sin embargo.mx. México, Sec. Economía, 4 de diciembre de 2015.

[4] Flores, Zenyazen. «Sólo 7% gana más de 10 mil pesos o más», en El Financiero. México, Sec. Economía, 20 de noviembre de 2014.

[5] González, Susana. «Dos de cada tres mexicanos apenas ganan entre uno y 3 salarios mínimos», en La Jornada. México, Sec. Economía, 3 de julio de 2012.

Ricardo Hernández Ruiz, militante de Colectivo Ratio y periodista independiente de la Gaceta «Praxis». Este es uno de los artículos publicados en Praxis no. 13, de abril del 2016.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.