El 14 de octubre de 20017 comienzan en Chiapas los recorridos de María de Jesús Patricio Martínez, conocida como Marichuy, nombrada vocera del Concejo Indígena de Gobierno (CIG), igualmente integrado en la plenaria que el Congreso Nacional Indígena realiza a finales de mayo en las instalaciones del CIDECI-Universidad de la Tierra de San Cristóbal de […]
El 14 de octubre de 20017 comienzan en Chiapas los recorridos de María de Jesús Patricio Martínez, conocida como Marichuy, nombrada vocera del Concejo Indígena de Gobierno (CIG), igualmente integrado en la plenaria que el Congreso Nacional Indígena realiza a finales de mayo en las instalaciones del CIDECI-Universidad de la Tierra de San Cristóbal de las Casas. El EZLN había dejado claro que no intervendría directamente -a la manera de la otra campaña de 2006-2007- en los trabajos preparatorios de la posible candidatura indígena para las elecciones presidenciales de 2018. Pero en el arranque de la campaña nacional en busca de inscribir a la vocera de los pueblos originarios en la boleta electoral para la Presidencia de la República, los zapatistas echaron la casa por la ventana. El recorrido por los cinco Caracoles de la caravana por la vida digna fue levantando una marea inusitada que no cesó de crecer a partir de su inicio en Guadalupe Tepeyac, territorio del caracol de la Realidad, zona selva fronteriza, donde simbólicamente se creó el primer Aguascalientes y donde se llevó a cabo en agosto de 1994 la Convención Nacional Democrática que representó un masivo encuentro del EZLN, las comunidades indígenas rebeldes y una sociedad mexicana muy amplia y plural, sorprendida y entusiasta. Bases de apoyo zapatistas, miembros de las organizaciones del CNI, adherentes a la Sexta, redes de apoyo al CIG y medios de comunicación independientes, libres, reciben y saludan a Marichuy y las concejalas y concejales que la acompañan, pero en la medida que va avanzando la caravana es evidente que se van sumando habitantes de muchas comunidades, familias y personas no necesariamente zapatistas.
En el Caracol de Morelia de la zona tzotz-choj, luego en el caracol de La Garrucha en la selva tzeltal y en el caracol de Roberto Barrios ya en norte de Chiapas, incluso en Palenque gobernado por el malgobierno, las multitudes se arremolinan en torno a la caravana, con largos tramos de los caminos de acceso a las comunidades con cortejos desbordantes. Lo más significativo, sin embargo, es que predominan las mujeres llegadas de todas partes cargadas de flores y con sus ropas trabajadas con belleza. Fiestas multitudinarias animadas por la música, que sin embargo se convierten en encuentros de reflexión, donde la vocera es siempre recibida por comandantas del CCRI y mujeres de las Juntas de Buen Gobierno. Las voces que se suceden en las diferentes tribunas montadas en colectivo van componiendo un concierto estruendoso sobre agravios y opresiones de carácter histórico que la lucha y la organización de las mujeres y los hombres zapatistas mandaron a la memoria, aunque no al olvido; la explotación, la violencia, el racismo y el desprecio no sólo se denuncian sino se explican como experiencias vividas que caracterizan al sistema capitalista excluyente. El saqueo de tierras y del territorio, el despojo, la destrucción de la naturaleza en el campo y la ciudad, las reformas estructurales impuestas por el poder, la criminalidad y la desaparición forzosa, los migrantes que pasan del sueño al secuestro, el tráfico de personas y el robo, el racismo y el machismo, las zapatistas realizan ante la caravana por la vida digna encabezada por la vocera un verdadero diagnóstico de la situación, de la tormenta que no se cansan de anunciar con todos sus peligros y amenazas. Pero igualmente insisten en que ante la modernización de la explotación capitalista, hace falta inventar, renovar también la defensa de la vida y del futuro, la organización y las rebeldías necesarias, recrear la resistencia en todas partes y niveles, la otra política como alternativa de pueblos y comunidades, de todos los de abajo que de nuevo, como en la otra campaña, son convocados a la lucha. Incluso se habla en La Garrucha de avanzar en la formulación de un nuevo plan nacional de lucha. Son muchos los retos que se van esbozando.
Con un discurso claro, con su presencia siempre tranquila y fraternal, Marichuy no solamente se mira en el espejo que construyen las zapatistas, sino contribuye a bordar la trama de la resistencia con sus hilos finos y multicolores, precisando los motivos de fondo de la búsqueda de la candidatura independiente a la Presidencia de la República, expuestos y explicados por el EZLN y el CNI. Camina siempre acompañada de numerosos concejales y concejalas provenientes de diferentes lugares del paìs, de pueblos, barrios y tribus originarios muy diversos, que por lo demás refuerzan con sus testimonios y discursos una campaña que arranca de por sí cargada de ideas libertarias y sobre la indispensable comprensión del enemigo, que no es otro que el sistema capitalista mundial y sus gestores.
En el Caracol de Oventik, en los Altos de Chiapas, el miércoles 19 de octubre, concluye el arranque de la gira de inicio de la campaña por la recolección de firmas requeridas para que Marichuy aparezca en la boleta electoral como efectiva candidata presidencial independiente. Con la intensa y multitudinaria movilización de los y las zapatistas en los cinco caracoles se impone un sesgo fundamental a la campaña de la vocera, que será uno de sus rasgos decisivos: la presencia abrumadora de las mujeres, que por lo demás anuncia al mismo tiempo el extraordinario Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de las Mujeres que luchan, que en tres días de marzo reúne en el Caracol de Morelia a cerca de 10 mil participantes provenientes de todo el Orbe, en un evento organizado exclusivamente por las mujeres zapatistas. El sistema patriarcal y sexista que es igualmente el capitalismo, es también combatido.
Todavía regresa la caravana de Marichuy por Chiapas, el 7 y 8 de noviembre en la Costa con los afectados por los sismos y en Cristóbal de las Casas y luego en el Ejido de Tila, con dos años de autonomía, lugares donde se insiste en la necesaria autoorganización de los pueblos y en que se ha entrado al tiempo de las mujeres. La movilización nacional encabezada por el CIG y una mujer indígena, nahua, asume por ello no solamente su carácter netamente anticapitalista, sino en particular se revela como un desafío al sistema patriarcal y machista, así como a la sociedad racista, cuyos ropajes de simulación se desgarran sin cesar. La gira ya no se detiene, se vuelve infatigable, aunque no una carrera contra el tiempo, por más que parezcan prevalecer los ritmos que el Instituto Nacional Electoral (INE) impone para las diferentes fases del proceso electoral, con el 19 de febrero de 2018 como la fecha fatídica de conclusión de la búsqueda de firmas para las candidaturas independientes a la presidencia.
En realidad, los pueblos originarios organizados en el CNI reafirman sus propios tiempos y siguen sus ritmos, decididos en colectivo. En enero de 2017 concluyen su Quinto congreso nacional con la decisión de crear el CIG y nombrar a una mujer indígena como vocera quien sería la candidata presidencial independiente, sopesando las consultas realizadas en pueblos, comunidades, tribus y naciones agrupadas en su organización, a las que llamaron desde que lanzaron la iniciativa en octubre del año anterior. A fines de mayo se realiza la asamblea constitutiva del Concejo Indígena de Gobierno que inicia con la presencia de 496 delegados, 296 invitados, 56 concejales de 54 pueblos y comunidades de 32 Estados (con la presencia de 58 lenguas originarias) e invitados de tres países: nación Apache de Dakota, Arizona, pueblos mayas mam y q’anjob’al de Guatemala y de Chile. Se nombra a María de Jesús Patricio Martínez a propuesta de la CG-CCRI y se plantea realizar una campaña por la vida, por la organización de los pueblos y la construcción de un poder desde abajo.
En su declaración final, el CNI y el EZLN [1] insisten en que «ninguna reivindicación de nuestros pueblos, ninguna determinación y ejercicio de autonomía, ninguna esperanza hecha realidad ha respondido a los tiempos y formas electoreras que los poderosos llaman democracia» y reafirman su decisión de pasar a la ofensiva «en un grave momento de violencia, de miedo y de rabia, por la agudización de la guerra capitalista en contra de todas y todos en el territorio nacional». Crean, así, un Congreso Indígena de Gobierno para México, de carácter colectivo, que «apueste a la vida desde abajo y a la izquierda anticapitalista, que sea laico y que responda a los siete principios del mandar obedeciendo como nuestra garantía moral.» Puntualizan: «no buscamos administrar el poder, queremos desmontarlo desde abajo desde las grietas que sabemos, somos capaces» de infligir con nuestra resistencia y rebeldía.
En fin, un llamado a la sociedad a estar alertas, la invitación a organizarse a los oprimidos, explotados, excluidos, a los tantos diferentes, a todos quienes abajo resisten, forjan miradas críticas sobre las condiciones y realidades adversas y procuran luchar por la vida y en defensa del planeta que el capitalismo amenaza de muerte. El CNI y el EZLN los invitan a unir sus esfuerzos en la búsqueda por alcanzar la candidatura indígena a la presidencia y enfrentar al poder y sus oligarquías, para de esta forma «echarles a perder su fiesta basada en nuestra muerte y hacer la propia basada en la dignidad, la organización y la construcción de un nuevo país y de un nuevo mundo.»
En agosto anuncian la creación de la asociación civil Llegó la hora del florecimiento de los pueblos integrada por personalidades, intelectuales, artistas y académicos, hombres y mujeres, la que era requisito legal indispensable para la promoción del registro de la vocera del CIG-CNI [2]. Se arma rápidamente bajo la conducción de Marichuy y comienza a seguir los tortuosos procedimientos legales y a acompañar la recolección de firmas del apoyo ciudadano, que sin remedio articula buena parte de la actividad de la movilización, igualmente sostenida por las redes de la Sexta, numerosos colectivos de todo tipo y hasta organizaciones como el Sindicato Mexicano de Electricistas, que se van uniendo en la medida que avanza por todo México el caminar de la caravana por la vida digna. En pocos días, una buena cantidad de voluntarias y voluntarios se registran como auxiliares de Marichuy, aunque tarda en concretarse su desigual actividad por la carencia de teléfonos adecuados, por problemas de comprensión de la app del INE y por sus efectivas dificultades y fallas de funcionamiento que supuestamente se van subsanando. No faltan debates y diferencias sobre el sentido de la iniciativa entre los partidarios del CNI y el EZLN, que también traban o retrasan en cierta medida y por un tiempo el acopio de firmas. En algunos de los eventos de la caravana, nadie se acuerda de solicitar o recabar apoyos. Prácticamente hasta inicios de enero el discurso de la vocera comienza a insistir más en la importancia de conseguir las firmas para registrar su candidatura independiente. No será hasta las últimas semanas que las calles y plazas, que toda suerte de lugares públicos de buena parte de ciudades del país logren mantener mesas de firmas permanentes que permiten una siega significativa. Ya casi al final del periodo legal establecido, se logra una organización sistemática con voluntarios que sostienen en forma regular la movilización que trata de convencer a una ciudadanía escéptica pero de más en más dispuesta.
El CIG no deja de integrarse, de sumar nuevos concejales y concejalas de comunidades y pueblos que van acordando reforzar la movilización. Corre, entonces, un proceso de encuentro, consulta, compartición, organización y resistencia que -cualquiera que sean sus resultados- sin duda reafirma, fortalece y proyecta a nivel global al Congreso Nacional Indígena, que el EZLN considera con razón «la iniciativa más sólida desde que salimos a la luz pública» [3]. La gira de la caravana por la vida encabezada por María de Jesús Patricio no se realiza como la Marcha del Color de la Tierra o la otra campaña, planeadas estrictamente por la Comisión Sexta del EZLN como una larga travesía del territorio nacional, sino como trayectos que se van armando según las invitaciones de pueblos, comunidades y colectivos, por lo que resultan en extremo segmentados y agotadores, aparentemente sin ton ni son. De Chiapas a la Ciudad de México, de nuevo Chiapas, Querétaro, San Luis Potosí, Oaxaca, Veracruz, Puebla, Morelos, Hidalgo, de nuevo la Ciudad de México, Colima, Jalisco, Aguascalientes, Quintana Roo, Yucatán, Campeche, Sonora, Sinaloa, Michoacán, de manera que en una suerte de improvisación cotidiana Marichuy recorre casi todo el país. La brújula en la travesía, empero, sigue un sentido dictado ante todo por el interés del encuentro con las comunidades y pueblos originarios. Para nada se ponen por delante destinos que favorezcan la posible recuperación masiva de firmas de apoyo a la candidatura de Marichuy, más bien es un caminar siempre reposado que va enlazando rebeldías, estimulando la organización, atando nudos en las redes de la resistencia y no solamente mirándose en el espejo de los dolores y agravios.
No es la cosecha de firmas ni votos posibles lo que se prioriza y por eso al parecer las movilizaciones toman otros derroteros y tardan, tal vez demasiado, en entender el significado profundo de reto del CNI y la importancia ineludible de la recolección de firmas de apoyo que, por lo demás, tiene que transitar por mecanismos impuestos por el INE con sesgo excluyente, discriminantes para una sociedad empobrecida por la confiscación salarial y la precarización generalizada de las condiciones de vida. Peor todavía, una meta, un umbral de firmas obligatorias acordado arbitrariamente por la sociedad del poder, que contradice y desalienta, cuando no imposibilita, la concreción de las candidaturas efectivamente independientes.
Los días transcurren, el accidente de la caravana de Marichuy el 14 de febrero de 2018 en Baja California Sur, donde muere Eloísa Vega Castro de la Red Sudcaliforniana de apoyo a CIG, revela las condiciones de escasez e inseguridad que caracterizaron toda la gira de la caravana por la vida, la cual solo pudo recorrer 26 estados, pues debió suspenderse la gira, aunque no la recolección de firmas. Situación muy diferente a las de los demás aspirantes -simuladamente independientes-, que más bien se dedicaron a tramar con sus huestes asalariadas las formas de falsificar la recolección de firmas mediante el fraude y el mercadeo ilegales, como luego queda claro.
En un comunicado conjunto del CNI, la AC Llegó la hora del florecimiento de los pueblos y el EZLN, el 16 de marzo reconocen: «Como es evidente, no logramos conseguir el número de firmas necesarias para el registro de Marichuy como candidata a la presidencia» y .abordan en un primer balance los resultados efectivos:
«Firmas recibidas por el Instituto Nacional Electoral (INE): 281.955. De ésas, 10.624 fueron capturadas en papel, no en aplicación digital. De éstas, la inmensa mayoría corresponden a asambleas comunitarias. Bajo los criterios del propio INE, el 94,5% de las firmas recabadas aparecen en la lista nominal. Auxiliares: Registrados 14.117, activos 5.704. Respecto a la diferencia entre registrados y activos, 8.413, en diciembre se mandaron 5.322 correos a quienes se registraron entonces como auxiliares pero no reportaron ninguna firma, y respondieron de vuelta 2.137. De éstos, 1.618 explicaron que no contaban con un celular adecuado, sea por la aplicación del INE, sea por la cámara del celular. Promedio firmas por auxiliar activo: 49,43» [4].
Destacan lo siguiente: «Obtener el número de firmas suficientes nos hubiera permitido aprovechar ese espacio para seguir visibilizando a los pueblos originarios, sus dolores y luchas, así como señalando el carácter criminal del sistema, para hacernos eco de los dolores y rabias que pululan en todo el territorio nacional, y para promover la organización, la autogestión, la resistencia y la rebeldía. No lo logramos, pero debemos seguir en nuestro camino buscando otras formas, métodos y modos, con ingenio, creatividad y audacia, para conseguir lo que queremos. Nuestra apuesta nunca fue por la toma del Poder, siempre fue y será por la organización autogestionaria, la autonomía, la rebeldía y la resistencia, por la solidaridad y el apoyo mutuos y por la construcción de un mundo con democracia, libertad y justicia para tod@s». Lo más importante es que la movilización por la búsqueda de apoyo ciudadano a la vocera del CIG «se caracterizó por involucrar a más personas y sectores, más allá de los pueblos originarios y del CNI, en una lucha civil y pacífica, incluyente, con una causa justa, con un horizonte de transformación radical de la realidad que padecemos tod@s, con métodos legales, legítimos y honestos, y esto es algo que no pueden decir ninguno de los miembros de la clase política institucional».
Desde el inicio de la campaña en el mes de octubre de 2017 no dejaron de realizarse denuncias, incluso legales, sobre la manera como el INE decidió el proceso de registro de candidaturas independientes, en particular a la Presidencia de la República. En lo que más se insistió por parte de la asociación civil Llegó la hora del florecimiento de los pueblos y los equipos de apoyo al CIG-CNI, así como por la propia María de Jesús Patricio, fue en centrar la denuncia en el requisito de recabar las firmas mediante una aplicación del INE que requería teléfonos de gama media inaccesibles para la mayoría de la población (con un costo de más de tres salarios mínimos), sus defectos que supuestamente se fueron corrigiendo y la realidad de la inexistencia de la necesaria conexión de internet en muchas localidades mexicanas. Eso se reconoció como clasista y discriminante y el INE cedió a aceptar una muy restringida recabación de firmas en papel en unas cuantas comunidades geográficamente dispersas y poco habitadas.
Pero no se percibió que la trampa está no solamente en el insólito mecanismo tecnológico para recabar firmas, sino en la concepción misma que la clase política impuso sobre las candidaturas independientes. Hay que recordar que, desde la reforma política de 1977, las elecciones y los procesos institucionales ligados a ellas se convirtieron en un monopolio constitucional de los partidos políticos, los que por lo demás recibieron un subsidio público desmesurado para el conjunto de sus actividades. De manera que lo que se presentaba como una cierta democratización, en la práctica refrendó y renovó una visión oligárquica del poder y de la política, cerrada a la efectiva participación de los ciudadanos que, en México, en realidad no lo somos sino de tiempo parcial y con derechos en extremo acotados, condicionados, restringidos y siempre bajo amenaza de represión y exclusión. Lo que siguió y se fue consolidando fue una suerte de democracia oligárquica donde los únicos actores políticos son los partidos y sus mafias organizadas, provistos de una franquicia exclusiva que deviene mercantil, mientras que a la mayoría de la sociedad se le contempla como espectador y cuando mucho -en sus segmentos organizados y pobres- como posibles clientelas políticas a comprar y manipular. El monopolio y mercantilización de la política estatal, institucional, por parte de partidos que dictan las reglas y los medios de su propia reproducción en las instituciones del Estado -como el Congreso de la Unión, que acaparan-, se precipitó en un proceso de descomposición y degradación cuyas manifestaciones más evidentes han sido la corrupción generalizada, la judicialización de la política y la criminalización de todo lo social (derechos, movilizaciones, formas de trabajo, etc.) y muy particularmente gestiones de gobierno y procesos legislativos invariablemente condicionados por los intereses de los grandes empresarios, esto es del capital mundializado que domina no sólo a nuestro país sino al planeta todo. Una oligarquía estatal envilecida al servicio de la oligarquía del dinero (en especial del capital financiero), en un país en venta (por lo demás regalado a las mineras) sometido a la devastación del medio ambiente, la explotación-precarización generalizada del trabajo y el despojo de pueblos y comunidades del campo y la ciudad.
El hartazgo de la sociedad aisló y desmoronó cualquier base social de apoyo del régimen siempre autoritario y antidemocrático, en particular por el monopolio de la política y poder descarnado que se administra ya no sólo como negocio, sino como empresa criminal. El progreso del voto nulo y las urnas despobladas por el abstencionismo que no han podido subsanar los persistentes fraudes electorales, obligaron a la clase política a recurrir a las inacabables reformas de la ley para tratar de contener la descomposición de su régimen oligárquico. La reforma político-electoral de 2014 [5], por ello, inventó una versión limitada y muy acotada de candidaturas independientes a los puestos de representación, aparentemente con el objeto de flexibilizar el monopolio de la política prevaleciente y darle, así, un cierto aire a un sistema turbio.
Pero la inclusión en la ley electoral [6] de las candidaturas independientes se hizo de forma que prácticamente las anula con requisitos, condicionantes y fiscalizaciones que ningún ciudadano común está en posibilidad de seguir y cumplir. Se exige en los hechos un aparato de corte partidario para la procuración del apoyo ciudadano y más todavía para el desarrollo de las campañas electorales y la consiguiente fiscalización oficial. Se impone la creación de una asociación civil a la que el INE somete a un seguimiento similar al de los partidos, pero ni por asomo con las prerrogativas, facilidades y privilegios otorgados por ley a los partidos políticos. El requisito de un umbral de 1 por ciento de la lista nominal de electores vigente en por lo menos 17 entidades federativas donde igualmente se estipula el 1 por ciento en cada una de ellas, es del todo desproporcionado, abusivo y de corte excluyente, esto es, antidemocratico. Sobre todo si se considera que para registrar un partido político nacional se exige solamente el 0.26 por ciento del padrón electoral federal repartido en por lo menos 20 entidades federativas, cada una con solamente tres mil militantes o 300 miembros en 200 distritos electorales uninominales [7]. La suma total, el umbral para lograr el registro partidario a nivel nacional apenas llega a 60.000 ciudadanos, cuando el requisito para las candidaturas presidenciales independientes alcanza la cifra de 866.593 apoyos. La desproporción revela cómo la clase política impuso en su propia reforma electoral prevenciones para proseguir con su monopolio. Se puede argumentar que los partidos nacionales deben realizar 20 asambleas federativas o en 200 distritos electorales, notariadas, pero sin duda un mecanismo similar, que contemplara las condiciones de cualquier auténtico aspirante independiente, de seguro hubiera sido más adecuado y aceptable. Una revisión minuciosa de la legislación permite avizorar cómo estas prevenciones condenan las candidaturas independientes a la anulación: financiamiento, publicidad, fiscalización, etc. Las campañas electorales de los candidatos independientes deben enfrentarse en condiciones extremas de desigualdad en todos los sentidos.
Es una legislación realmente de excepción que se monta para simular un cierto resquicio democrático. Tal vez la movilización del CIG, el CNI, la asociación civil Llego la hora del florecimiento de los pueblos podría haberse iniciado imponiendo una demanda constitucional al respecto, pues es evidente que se violan de manera expresa el ejercicio de derechos establecidos en la Constitución, si bien se sabe que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) es una institución acendradamente conservadora y sometida al poder presidencial. Más todavía cuando en vez de hacerse para los ciudadanos no organizados en partidos, las candidaturas independientes aparecen como el Plan C de los propios miembros de la clase política que tienen la opción de cambiar de partido (lo que se ha vuelto común) para ser postulado al cargo que aspiren o, ahora, revestirse como independientes, siendo que no lo son. Por algo las tres candidaturas de miembros destacados de la clase política pretendieron rebasar con creces el umbral del 1 por ciento: la expanista Margarita Zavala 1 millón 578 mil 762, el expriista Jaime Rodríguez Calderón 2 millones 34 mil 432 y experredista Armando Ríos Píter 1 millón 765 mil 728. Pero solamente salvaron 66, 56 y 13 por ciento, respectivamente[8]. Todos ellos invirtieron además gruesas sumas de dinero no justificadas y procedieron mediante el comprobado fraude, simulación y falsificación en el muy difundido mercado vinculado al padrón electoral, invariablemente comercializado por los propios partidos. La primera la aceptaron como candidata independiente a pesar de que a todas luces simuló y falsificó buena parte de sus firmas -como los otros seudo independientes-, mientras que al Bronco Rodríguez Calderón lo dejaron fuera por algunos miles de firmas, pero el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TRIFE) acudió a su rescate y ordenó su reconocimiento sin importar la ilegalidad que implica que lo impongan sin alcanzar el umbral. La Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE), la tercera institución ligada al proceso electoral, precisamente la encargada de perseguir los delitos electorales, ya anunció que el fraude abierto de los candidatos independientes no configura ningún delito. Por lo que esos delincuentes electorales podrán disfrutar del premio a su deshonestidad y cinismo.
La resolución final del INE y luego el colofón del TRIFE, el anuncio de la FEPADE, dejan en claro la fragilidad de las instituciones estatales encargadas de organizar y validar los procesos electorales, que no es sino manifestación de la crisis estatal que caracteriza al régimen autoritario en su largo ocaso interminable. No sólo una y otra vez sus decisiones institucionales muestran la falta de auténtica autonomía, ciudadanización e incluso de ética que, para variar, son simuladas, sino que el comportamiento errático de sus funcionarios los ha desprovisto de la menor legitimidad. Al final de cuentas, son igualmente miembros destacados de la clase política e incluso uno de sus segmentos más favorecidos con privilegios materiales desorbitados y ofensivos para el conjunto de la sociedad mexicana.
De manera que el proceso electoral de 2018 se anuncia incierto no solamente por los posibles votaciones cerradas o fraudulentas, sino en particular por la ausencia opciones efectivas y el déficit de credibilidad y confianza de los encargados de organizar, vigilar y validar los resultados electorales. La agenda de arriba confirma que no ha llegado la hora de la democracia efectiva en nuestro país, que cualesquiera que sean los resultados nada cambiará, que quienes se impongan seguirán administrando un Estado al servicio del capital y que el monopolio de poder de la oligarquía estatal proseguirá sin alteraciones.
El viento democrático y autogestivo que fue levantando la caravana por la vida digna encabezada por María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy, precisamente anunciaba que nada hay que hacer arriba, que lo que se requiere es reconstruir el poder desde abajo y por abajo, desde la propia sociedad. Su caminar ha contribuido a agrietar el muro de los poderosos, a propagar que la pesadilla de la política degradada y autista, la pesadilla del capitalismo devastador tienen que desbaratarse desde las capas oprimidas, críticas y rebeldes de la sociedad -cada vez mayores y más conscientes de ello-, dando forma al sueño libertario, emancipador. La iniciativa del CNI y el EZLN de postular a una mujer indígena a la Presidencia de la República no ha logrado pasar a su fase final, pero ha desnudado la ausencia de salidas institucionales a la crisis del Estado, la corrupción, la falta de ética y de principios programáticos propios del conjunto de los actores políticos, así como la fragilidad de las instituciones estatales en descomposición, su carencia de legitimidad político-social y la imposibilidad de generar perspectivas de cambio a través de ellas.
Sólo abajo y a la izquierda pueden gestarse en verdad alternativas de reorganización de la sociedad en defensa de la vida del país y del planeta todo, amenazado por la irracionalidad de un capitalismo que hace tempo va por todo y contra todos. La resistencia y la organización no pueden detenerse o andar bajo los ritmos de los tiempos de arriba, cualquiera que sean los resultados electorales, el caminar de Marichuy por la vida digna y contra el capitalismo deshumanizado debe reforzarse, ampliarse, devenir colectivo, multiplicarse por medio de innumerables recorridos imparables que vayan anudando solidaridades y luchas. Las resistencias requieren reproducirse de manera ampliada en todos los rincones de México. Sólo así se puede salvar a la sociedad y a la nación, arrasadas por una tormenta capitalista que amenaza al planeta todo y a la Humanidad.
Notas
[1] «Llegó la hora» http://enlacezapatista.ezln.or
[2] CNI-EZLN, «Llegó la hora del florecimiento de los pueblos: un paso más» http://enlacezapatista.ezln.or
[3] «Una historia para tratar de entender», cit.
[4] «Convocatoria al siguiente paso en la lucha< http://enlacezapatista.ezln.or
[5] Mariana Celorio Suárez, «La Reforma Político-Electoral de 2014: avances, retrocesos y vacíos «, El Cotidiano, UAMA, México, nº 190, marzo-abril 2015.
[6] Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales https://www.juridicas.unam.mx/
[7] Ley General de Partidos Políticos http://portalanterior.ine.mx/a
[8] Carlos Acosta Córdova, «Independientes. Las trampas retrasan sus registros», Proceso, nº 2157, 4 de marzo de 2018
Arturo Anguiano es profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UNAM) de Méxicoy autor de, entre otras obras, El ocaso interminable. Política y sociedad en el México de los cambios rotos (2010) y José Revueltas, un rebelde melancólico (2017).