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Elecciones 2018 en México

Los de arriba se preparan para diferentes escenarios

Fuentes: Rebelión

Reunión amplia de estudiantes, profesores y trabajadores universitarios

Los mismos de siempre, los que año con año aparecen en las portadas de los «más ricos del mundo»; esos que controlan la radio, la televisión y todas las telecomunicaciones, las minas, la industria del cemento y de la construcción, buena parte del transporte y del comercio, así como un sin número de actividades económicas más, son los que hoy cierran filas para volver a controlar, o en su caso cercar la presidencia en el siguiente sexenio. Cierran filas para impedir que López Obrador llegue a la presidencia, y si llega, hacerle la vida de cuadritos, bloqueando todas sus iniciativas, haciéndolo retroceder en sus tibias posiciones progresistas, y en una de esas, someterlo y usarlo para su beneficio. Ningún escenario está cerrado.

Estos señores del poder, con su bien llamado «capitalismo de compadres», conforman un verdadero club de sanguijuelas, que no han hecho sus fortunas a base de ingenio e inversión, de arriesgarse y trabajar, como usualmente se vende en la vieja fábula de «los emprendedores», sino gracias a la corrupción, al compadrazgo y al modelo económico neoliberal. O si no, ¿de dónde viene la fortuna de Slim, de Azcárraga o de Germán Larrea? ¿De su buen tino, suerte y dedicación? ¡Claro que no! Ese es un cuento de hadas. Estos personajes se han vuelto multimillonarios gracias a la ola de privatizaciones durante el llamado «ajuste estructural», amasaron sus fortunas gracias al desmantelamiento de las empresas públicas y a la entrega de recursos públicos de los últimos 30 años. Para decirlo claramente: ¡son millonarios porque les entregaron las empresas púbicas, porque prácticamente les regalaron la telefonía, las minas, el cemento, las televisoras! Esos grandes empresarios no son unos «emprendedores», son unos saqueadores, con fortunas mal habidas hechas con dinero, empresas y recursos que son del pueblo. Ese puñado de grandes empresarios, que no suma ni el 1% de la población, hoy quieren seguir haciendo del país lo que les venga en gana, pero la sombra de López Obrador, les tiene nerviosos.

Pensemos el daño que le han hecho al país los miembros de esa oligarquía. ¿Cuántas huelgas ha roto? ¿Cuántas concesiones ha ganado a base de la mordida, del compadrazgo, de las amenazas? ¿Cuántas campañas electorales han comprado, han intervenido, han falseado? Esos grandes empresarios, ¿cómo tienen a sus trabajadores, cuánto salario les pagan, cuánto los hacen trabajar en la semana? ¿Con qué derechos están laborando sus trabajadores, y millones de trabajadores más en México hoy en día? ¿Cuántos despidos injustificados? ¿Cuántos crímenes de industria? ¿Cuántos sindicatos blancos controlan? ¿Con cuántos sindicatos charros actúan en complicidad? ¿Cuántos «accidentes de trabajo»? ¿Cuántas vidas obreras segadas?

De lo que se trata, lo que están defendiendo en esta elección, es un saqueo brutal, cotidiano, en una estructura que se reproduce y se profundiza desde hace muchos años, y que ha llevado a la cúspide de la riqueza mundial a un puñado de personajes, con fortunas estratosféricas que resultan indignantes, sobre todo al lado de las precarias condiciones de vida que tenemos en el país.

Por supuesto, esta oligarquía nacional actúa en complicidad e incluso bajo las órdenes de organismos internacionales como la OCDE, el FMI y el Banco Mundial, cerebros orquestadores de este concierto de saqueo llamado neoliberalismo.

Frente a algunas propuestas de combate a la corrupción, de redistribución del ingreso, de «revisar» algunas concesiones, de cancelar reformas estructurales como la educativa o pretender someter a consulta la energética, estos dueños del poder y del dinero, nacionales y extranjeros, traen los pelos de punta. No hallan qué hacer para frenar a un candidato que, más allá de su campaña, está en la cima de la popularidad gracias al enorme descontento social que existe, al hartazgo de la corrupción, de la violencia, de las masacres, de la entrega de la nación.

Están cabildeando de todo, desde un burdo fraude electoral (igual a los vividos en 1988 contra Cárdenas o 2006 contra López Obrador), hasta una posible declinación (declarada o disfrazada) para formalizar la alianza del PRI con el Frente del PAN y el PRD, lo que les permitiría apuntalar a un sólo candidato del bloque neoliberal. Estas dos opciones, a decir verdad, se ven cada vez más difíciles. A cada golpe recibido por el candidato de Morena, lo que ha obtenido en realidad son más puntos en las encuestas, esto dificulta mucho una salida para la derecha del tipo fraude electoral a lo bruto; y la coalición, explícita o implícita, para como están los números hoy en día no les alcanzaría para ganar la elección, menos cuando los votantes del PRI y del PAN-RD no se pueden sumar aritméticamente (si Meade no estuviera, muchos votantes han expresado que votarían por AMLO, y no por Anaya, por ejemplo)

Lo cierto es que esto escenarios, aunque muy complicados, no se pueden descartar al 100%. Pero a la par, en lo que son peras o son manzanas, los de arriba están actuando ya. Tejen alianzas, tienen reuniones, cabildean con personajes de todos los partidos políticos (incluyendo Morena), de la vida empresarial, etc. Están construyendo un acuerdo mucho más amplio, más allá del panorama electoral; un acuerdo que impida, de facto, cualquier modificación a la estructura de poder actual. En suma un acuerdo, por si no logran detener su acceso a la silla presidencial, que impida cualquier modificación que les reste poder político o económico. Por terso que sea, no están dispuestos a aceptar un cambio en la asignación de obras públicas, en la distribución del ingreso, en la educación, en los salarios, en el lugar del aeropuerto, etc. Ellos están en la lógica del ¡ni un paso atrás! Por ello, es de suma importancia que nosotros, abajo, seamos morenistas o no, comencemos también a actuar ya, a organizarnos, a discutir.

Los grandes empresarios enquistados en el Consejo Coordinador Empresarial, en «Mexicanos Primero», junto con Peña Nieto, el PRI, el PAN-RD, dicen «¡las reformas educativa y energética, no se tocan!», pero sí se deben tocar, y no sólo eso, se deben eliminar, pero para ello tenemos que acumular la fuerza para echarlas abajo. No dependerá sólo de López Obrador ni de su partido. Ellos juntos, los de arriba, dicen que «el aeropuerto ¡va!», sea lo que sea, cueste 250 mil millones de pesos, 500 mil o 750 mil, lo que sea, y afectando al medio ambiente, a las comunidades o lo que sea, ¡y no lo podemos permitir! No podemos permitir ese despojo y ese ecocidio, hay que asegurarnos todos de que, una vez ganando la elección, el gobierno eche abajo este monumento a la corrupción y al despilfarro, como es el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México. Incluso al mismo López Obrador habría que hacerle la observación de que, el problema no sólo es de dinero, porque ese ofrecimiento que ha hecho en el sentido de que el Nuevo Aeropuerto se puede construir si es sólo de capital privado, concesionando todo el proyecto a las empresas, y no aportando «ni un peso» del dinero público, no resuelve el tema ambiental ni el de despojo a las comunidades aledañas, que tantas denuncias han generado, y que junto con San Salvador Atenco, tantos años de resistencia han dado. Pero entendiendo que, el problema no sería convencer a López Obrador, sino doblegar todos al gran capital metido en el proyecto.

Si la oligarquía dice ¡ni un paso atrás! nosotros decimos: ¡adelante! A profundizar los cambios necesarios. A consolidar los derechos que se vayan recuperando. Educación para todos. Empleos para todos. Salarios dignos. No más privatizaciones. No al aeropuerto en Texcoco. Adelante pueblo, ¡adelante!

Para hacer honor a la verdad, los proyectos sociales lopezobradoristas, aunque de gran importancia, no representan una transformación radical del tipo «cuarta gran transformación» como han mencionado, equiparada con la independencia, la reforma o la revolución mexicana. Este proyecto está mucho más atrás, y ello no quiere decir que no pueda irse profundizando y radicalizando, pero hoy día es mucho más moderado, incluso, comparado con el proyecto de nación del mismo AMLO en 2006. Nada de impuestos progresivos a los grandes capitales, nada de nacionalizaciones; las enormes fortunas malhabidas no queda claro que vayan a ser tocadas, y los raudales de ganancias del sector financiero se les deja intactos. En la campaña de 2006, se hacían algunas críticas al modelo neoliberal, que hoy brillan por su ausencia.

Se habla de redistribuir recursos obtenidos por el combate a la corrupción y la austeridad republicana, lo cual es indispensable en cualquier proyecto de transformación, pero no basta. Aquí encontramos un problema que, necesariamente, tendremos que discutir abajo, en el pueblo, en las comunidades, en los centros laborales, en nuestras escuelas. Porque un proyecto que no golpea a la oligarquía en lo fundamental, que es la estructura económica, le permite a ese, que es y será el enemigo fundamental en los siguientes meses y años, un enorme margen de acción para boicotear, cercar, desechar todas las posibles transformaciones que impulsaría el nuevo gobierno.

Algo de lo que debemos ser conscientes, es que la derecha, ese poder pernicioso y corrupto que ha dominado a México desde hace décadas, no son elementos externos a Morena, el nuevo partido ha aceptado, bajo el argumento de que hay que «aceptar a todos los que quieran unirse al movimiento», a personalidades de un oscurísimo historial. Sólo por dar tres ejemplos: Miguel Barbosa, gran promotor y firmante por el PRD del Pacto por México, es el actual candidato de Morena al gobierno de Puebla; el expresidente del PAN, acérrimo atacante de las políticas de izquierda, Manuel Espino, es hoy un nuevo coordinador de AMLO al interior de su partido, y Wilfrido Robledo, asesino en Atenco, está en el equipo del candidato de Morena al gobierno de Tabasco. Están contrapesos, como el caso de Nestora Salgado, luchadora social hoy amenazada por la campaña de mentiras de Meade, y otros personajes más que, sin duda, cuentan con una historia de honestidad y de entrega a las luchas sociales, y comparado con lo que ocurre en el PRI, el PAN y el PRD, realmente lo de Morena no es comparable, pero habrá que analizar seria y fríamente, sobre esta incorporación de elementos de «la mafia del poder» a la estructura del partido Morena, qué acuerdos compromete, qué ataduras representa.

Ya veremos qué situación viene por delante, pero mientras tanto, consideramos que debe haber un cierre de filas de todo el pueblo, en contra de la ultraderecha, de la oligarquía nacional y extranjera que tratará de impedir que se de un sólo paso en una dirección diferente a la impuesta por el FMI desde hace más de 3 décadas en el país.

Porque como hemos dicho, ellos se están reuniendo, se están organizando, están analizando opciones, y los de abajo, no podemos sólo esperar el momento de la elección, es de suma importancia empezar a generar conciencia, prepararnos para impedir o en su caso revertir una eventual imposición electoral, y sobre todo, generar la fuerza social que haga realidad eso que López Obrador no podrá hacer sólo, eso que la oligarquía tratará de impedir, eso que tal vez ni siquiera esté en el programa de Morena, pero sí en el del pueblo harto de saqueo: las reformas sociales, antineoliberales, redistributivas, antiprivatizadoras, de renacionalización de recursos y sectores estratégicos de la nación, etc. No se trata de esperar a que llegue un candidato, de sólo ir a votar y ver qué pasa, se trata de ir construyendo, ya, a la par de este proceso coyuntural de gran importancia, la alternativa.

Un paso histórico muy importante, sería lograr hacer frente a este poder enquistado desde hace ya demasiado tiempo en México, un poder oligárquico que ha acumulado una fuerza impresionante, y que para hacer retroceder, requerirá de todo nuestro esfuerzo, todo nuestro compromiso y toda nuestra creatividad. No se trata de ir con un partido ni con un candidato, sino con el pueblo, con el futuro, con el país. Si algo se necesita con urgencia, es una fuerza social independiente, de abajo, no atada a las estructuras electorales vigentes, a eso queremos contribuir con nuestro esfuerzo.

Pueden, si no les queda de otra, «dejarlo pasar», pero querrán mantenerlo inmóvil, calladito te ves más bonito. Va a depender mucho de la fuerza social que exista abajo; si no existe fuerza ni lo que impulsa López Obrador se hará realidad, ni profundización posible, ni nada. Aun quedando él, va a estar dificilísimo que se hagan realidad las reformas que está ofreciendo, lo van a bloquear, no tendrá el poder real, pues la estructura económica y buena parte del aparato institucional estará en manos de los poderes tradicionales. El aeropuerto, las reformas estructurales, los proyectos en educación y salud… todo ello está en tensión de fuerzas, arriba y abajo.

Ya habrá momento para ajustar otro tipo de cuentas, mientras tanto digamos juntos:

¡Abajo la oligarquía nacional y extranjera que saquea nuestro país!

¡No al fraude electoral!

¡Abajo el aeropuerto de despilfarro y muerte!

¡Cancelación de todas las reformas estructurales!

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.