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Los demagogos del régimen, crímenes de lesa humanidad y la defensa de la tierra

Fuentes: Frente Nacional de Lucha por el Socialismo

Múltiples voces de políticos de oficio hicieron gala de una serie de declaraciones demagógicas en torno al derecho a la posesión de la tierra. Cada una de éstas expresan enormes faltas a la verdad, en un intento por granjearse la legitimidad de sectores populares, justificar el despojo violento de tierras y crímenes de lesa humanidad. […]

Múltiples voces de políticos de oficio hicieron gala de una serie de declaraciones demagógicas en torno al derecho a la posesión de la tierra. Cada una de éstas expresan enormes faltas a la verdad, en un intento por granjearse la legitimidad de sectores populares, justificar el despojo violento de tierras y crímenes de lesa humanidad.

Los políticos de oficio en su intento por «ganarse» la legitimidad de los múltiples sectores populares recurren a diversas expresiones que únicamente denotan el carácter demagógico de su retórica, por ejemplo, al hacer referencia al general Emiliano Zapata «(…) levantó la voz contra la arbitrariedad y la injusticia, así como la falta de oportunidades de la época». No es falta de oportunidades, fue la explotación, la opresión de los caciques de horca y cuchillo lo que obligó al pueblo a organizarse para luchar contra la clase en el poder.

En la actualidad los cambios son de matiz, ahora las masas de campesinos pobres se organizan ya no contra el clásico cacique de horca y cuchillo, sino contra los intereses del capital monopolista transnacional, somos testigos de cómo la oligarquía desarrolla paso a paso su interés de acumular y centralizar la tierra.

Ese proceso se caracteriza por el despojo legal y violento de tierra, en otros términos, implica abolir la propiedad social. En esta premisa yace la intención del gobierno estatal por acelerar el proceso de privatización de las tierras ejidales y comunales, eliminar todo esfuerzo organizativo en torno a la defensa de la tierra, esto explica la ofensiva del gobierno estatal contra comunidades organizadas y no organizadas de la entidad mediante crímenes de lesa humanidad con las desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y el incremento de la militarización del sureste mexicano.

Un insulto a la memoria histórica del pueblo es la afirmación del secretario de gobierno en Chiapas al expresar que Zapata, «(…) el revolucionario mostró siempre su compromiso con la justicia social, convirtiendo ello en un mandato constitucional que define la verdadera esencia y la razón del Estado que surgió del movimiento revolucionario», sendas expresiones revelan el cinismo, la doble moral de los políticos de oficio.

La esencia y razón del Estado se fundamenta en la propiedad privada, en el monopolio de la violencia para imponerla contra la clase proletaria, es un instrumento de opresión contra las masas explotadas y oprimidas. Pruebas están a la vista, los casos de desplazamiento forzado, el ascendente número de ejecuciones extrajudiciales contra el pueblo organizado, activistas políticos y defensores de derechos humanos ilustran el fenómeno, el más reciente, la ejecución extrajudicial de nuestro compañero Mario Moreno López.

La justicia social no sólo es de palabra, sino en el hecho concreto, por tanto, lo dicho por el funcionario estatal se contrapone a la realidad. El botón de muestra es la incesante actividad criminal del paramilitarismo, en particular en los municipio de Chenalho, Chachihuitán y Aldama; la impunidad con la que actúa el grupo paramilitar «Los Petules» causantes de los recientes incendios forestales en la tierra de nuestros compañeros del ejido El Carrizal; la ejecución extrajudicial del compañero Mario en la comunidad 20 de Junio crimen cometido por José Manuel Hernández Martínez y su grupo paramilitar.

Una expresión más respecto a la lucha de Zapata y el pueblo indica, «(…) esos que vivían en el campo, del trabajo de la tierra, pero de una tierra ajena, concentrada injustamente en pocas manos», estas expresiones dichas por un político de oficio, únicamente demuestra su doble moral y su intento por opacar la defensa de la tierra, porque da por superada esa realidad, cuando en los hechos, los resabios del clásico cacicazgo y fundamentalmente los dueños del capital agroindustrial asedian la tierra para la producción, transformación de la materia prima hasta su realización como mercancías.

Otra aberración del encargo de la política interna del estado es la expresión «(…) Siempre con la esencia de Zapata, pero con la certeza jurídica de que la tierra no se arrebata, la tierra no se roba, la tierra no se invade.» Es insultante para la memoria histórica del pueblo semejante exclamación.

El legado de Emiliano Zapata es de combatividad, firmeza, es el ejemplo de cómo el hombre convencido que las injusticias tienen su origen en el régimen de explotación y opresión no se atiene a la legalidad burguesa. Si al campesino pobre le asiste la razón, la certeza jurídica de la que hablan los voceros del régimen no es nada extraordinario cuando lo jurídico no da certeza a las masas de campesinos pobres cuando la ley favorece a quienes cometen cada atropello contra los desposeídos.

En efecto, la tierra no se roba, mucho menos se arrebata y no se invade, se lucha por recuperarla, defenderla. La larga tradición e historia de lucha del sector campesino pobre es el indicativo que precisa que la tierra por su carácter de medio de producción, portadora de materias primas constituye la causa de la avaricia y voracidad de la clase en el poder, este fenómeno constituye una de las causales para que el sector campesino se organice y luche para defender la tierra y liberarse, en la actualidad, del yugo imperialista y el Estado burgués.

Otra falacia esgrimida es que «(…) La tierra es de quien la obtiene con el sudor de su frente y que además, la trabaja para ver a un Chiapas próspero y respetado.» La tierra es de quien la trabaja, la defiende y lucha por liberarse de la explotación y opresión del Estado y la clase burguesa.

Si fuese de quien la obtienen con el sudor de la frente, significa que los dueños del capital agroindustrial no son los dueños legítimos, porque es la fuerza de trabajo del jornalero, del campesino pobre, del obrero, de quienes emana la riqueza que amasa una minoría empresarial. Por tanto, la oligarquía poseedora de capital destinado al campo parasita, viven de la explotación de los trabajadores.

¿Para ver un Chiapas próspero y respetado? ¿Por y para quién? ¿Por la oligarquía, los países imperialistas, la oligarquía financiera? ¿Para entregar al mejor postor la tierra y sus recursos estratégicos? Lo real es que el pueblo vive en condiciones de miseria y pobreza, por tanto, los argumentos de los hombres del régimen solamente vociferan veneno para nublar la conciencia del pueblo.

Cada frase expresada por los políticos del régimen, lleva consigo los mensajes de la clase en el poder, no representan las demandas y exigencias populares, por el contrario, develan el servilismo hacia los grandes empresarios y en su intento por granjearse legitimidad del pueblo recurren cínicamente a los héroes del pueblo.

El devenir del campesino pobre se antoja adverso, la oligarquía nacional y extranjera no se detiene en su objetivo de acumular, centralizar la tierra a través del terrorismo de Estado y crímenes de lesa humanidad, por tanto, esta situación exige del pueblo organizarnos de manera independiente y combativa, forjar la conciencia de clase proletaria, defender la tierra hasta lograr la liberación de las masas oprimidas mediante la lucha por el socialismo.

¡Por la unidad obrero, campesino, indígena y popular!

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.