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Veladero

Los derrames de la década ganada

Fuentes: Rebelión

A Javier Rodríguez Pardo Cuando allá por la década del noventa el pueblo nación Huarpe, a través de su guía espiritual, la Amta Paz Argentina Quiroga se oponía y denunciaba el proyecto estratégico imperial que se avecinaba sobre nuestros territorios, la preparación de toda una legislación elucubrada en las usinas de pensamiento global, al servicio […]

A Javier Rodríguez Pardo



Cuando allá por la década del noventa el pueblo nación Huarpe, a través de su guía espiritual, la Amta Paz Argentina Quiroga se oponía y denunciaba el proyecto estratégico imperial que se avecinaba sobre nuestros territorios, la preparación de toda una legislación elucubrada en las usinas de pensamiento global, al servicio del poder colonial y sus huestes de acólitos locales; muchos creyeron que solo se trataba de un enunciado y que solo era la propaganda de los que siempre no oponemos a tanto atropello contra nuestro pueblo.

Después de mucho tiempo y de haber pasado agua bajo el puente, vemos que no solo era como la Amta decía, sino que han ido mucho más allá y que el daño es irreversible.

El poder de destrucción del capitalismo y su actual modelo extractivista, ha superado largamente lo imaginado por nosotros hasta ahora y ha demostrado en la práctica que no existe capitalismo sin explotación de los trabajadores y sin destrucción de la naturaleza, el brutal derrame de cianuro en las aguas de la cuenca del Río Jáchal en la provincia cuyana de San Juan ,con la consiguiente contaminación de estas, no solo con el temido cianuro sino además de contenidos como el mercurio, plomo, aluminio, cobre, níquel, zinc, manganeso, arsénico y boro, pero además de eso, presentando una cantidad de Cloruro el doble de lo permitido por la Organización Mundial de la Salud, por ejemplo el valor medido por la Universidad Nacional de Cuyo, trabajo inclusive encargado por la municipalidad de Jáchal, da un valor de 468 cuando la OMS solo permite 250, para el caso de los sulfatos la medición es de 370 y lo permitido por la OMS es de 250, pero en algunos casos, casi lo cuadriplica, como es la medición en el cauce del Rio Blanco , parte de la misma cuenca.

Pero el daño producido por la mina Veladero sobre el cauce del Rio Jáchal trasciende la contaminación con metales pesados y cianuro sobre sus aguas, porque la enorme destrucción producido a los glaciares hasta el momento, datan del inicio de este proyecto y se extienden al proyecto Pascua lama, de la misma minera Barrick. El glaciar almirante Borwn, destruido casi por completo por la minera con polvo en suspensión y por la apertura de un camino de paso. La gravedad de lo ocurrido recientemente, y cotejado a través de los análisis del agua efectuado por la Universidad Nacional de Cuyo de Mendoza, pero también, a pesar del gobierno de la provincia, por la Universidad Nacional de San Juan, es que la región central de los valles cordilleranos, suministran en 70 % del caudal de los ríos, y en el caso de Mendoza y San Juan se incrementa hasta el 85%. Es decir que el peligro de la contaminación se extiende más allá de las fronteras de San Juan y el tamaño de escombros y detritos es tan grande , que para sacar un gramo de oro se necesitan remover cuatro toneladas de roca, que para el caso es más o menos 1806 millones de toneladas, de los cuales el 82 % es estéril.

Es imposible siquiera imaginar que este modo extractivo puede siquiera traer algún beneficio para la provincia y mucho menos para el país, la enorme cantidad de agua que requieren estos proyectos, y este, Veladero en particular, ronda los 15 millones de litros diarios, según la empresa , aunque nosotros creemos, en base a la literatura académica especializada, es mayor, aproximadamente 1000 litros por segundo, una cantidad muy alta teniendo en cuenta que los valles de San Juan son semidesérticos.

Los proyectos mineros de Barrick Gold, de Veladero y Pascua Lama, se hallan asentados sobre las nacientes del río Las Taguas que con ese nombre se une al río Valle del Cura, luego Blanco, hasta el dique Cuesta del Viento y a partir de allí nace el río Jáchal, que se extiende hasta las «Ciénagas Verdes». Desaparece de la superficie y su cauce seco transporta agua en forma esporádica, integra la subcuenca subterránea del Río Bermejo (Superior e Inferior) hasta el Desaguadero del Bermejo (barrales o lagunas temporarias) y pasa a formar parte del río Desaguadero. Todo este conexionado de cuencas hídricas termina escurriendo como lo afirma el reconocido ingeniero en minas Hugo Gonzales «La cuenca endorreica más importante de Argentina, en cuanto a su superficie, es la del río Desaguadero, que pertenece a la vertiente Atlántica. El intenso aprovechamiento de sus aguas hace que en la actualidad su caudal superficial se agote antes de desembocar en el río Salado, tributario del río Colorado, que es quien entrega en el Atlántico», por lo tanto, la dimensión del desastre se extiende geográficamente mas allá de las fronteras de San Juan.

¿Pero cuál es la explicación en la práctica de esta brutal cirugía de destrucción operada a nuestros territorios? La ganancia, el motor y la dinámica del núcleo de acumulación del capitalismo contemporáneo requieren, no solo un aumento de la productividad, sino también de una intensificación de la extracción de los bienes naturales metalíferos críticos y estratégicos a través del método de la lixiviación con uso de sustancias hidro-toxicas, porque la antigua minería de socavón, que era de alta ley, es decir tenía una cantidad alta de metal presente en la roca por lo que su explotación era directamente en la veta, pero en este caso los metales se encuentra esparcidos en cantidades pequeñas, es decir baja ley ,para lo cual se usa un mortal coctel de tóxicos , incluido el cianuro, «Un siglo atrás, Estados Unidos obtenía cobre de 5% de ley y en la actualidad es inferior al 0,4% de ley»  (1),  es decir cuanto menor es la ley del mineral mayor cantidad de agua se requiere para lixiviar las rocas extraídas de la los cerros y montañas destruidas por la minería hidro-toxica.

Hace unos años atrás Javier Rodríguez Pardo nos advertía de la necesidad del freno a las megas mineras con su método barato de rajo abierto y lo que significa la lixiviación con una sopa química que potenciará la contaminación al liberar los metales encapsulados en los cerros de nuestra cordillera andina.

El daño hídrico producido por las mineras es, además de inminente, irrefutable, pero ante todo inmanejable; el efecto negativo a los arroyos, ríos, glaciares, nacientes de agua, el suelo, generado por el coctel de ácidos producidos por reacción de los reactivos usados , no se puede ocultar ante la evidencia de los hechos.

Aunque el trágico holocausto hídrico producido por las mineras solo aparezca en la cuenca del Rio Jáchal, podemos afirmar de acuerdo a los hechos hasta ahora cotejados, que el desastre alcanza también la cuenca del Rio San Juan, no solamente porque estas, en alguna medida están relacionadas, sino porque el reciente depósito de estériles dejados en territorio argentino, violando soberanía nacional, por la Minera los Pelambres del grupo Luksic, que opera la mina de cobre Los Pelambres del lado chileno , abarca una zona de 52,8 hectáreas sobre humedales y vegas a la vera del Rio Carnicería, parte de la cuenca del Rio San Juan que alimenta el Valle del Tulum, donde vive el grueso de habitantes de toda la provincia.

La desesperante lucha del pueblo sanjuanino y las poblaciones de los territorios aledaños a los espacios geográficos zonificados como territorios para la extracción de materia prima, como Iglesia y Jáchal, viven a diario la disputa de un modelo económico, que persista en el sostenimiento de la biosfera sana para el desarrollo de una cultura económica basada en la sostenibilidad del ambiente sin polución contaminante y que pueda relacionarse con su ambiente de manera armónica y que perdure en el tiempo. Opuesto a esto se vislumbra un desencadenamiento sin control de una forma económica basada en los enclaves económicos itinerantes de capital intensivo y sin un mínimo respeto por el ambiente, sumado a eso un esquema extractivo que desarma de lleno los encadenamientos sociales y culturales que genera un modo de producción basado en la agricultura y el respeto por la tierra.

Envenenar el agua, entregar nuestros cuerpos y territorios al modelo neocolonial primarizador del cartel minero transnacional, acatar el orden establecido de un estado de clase que impulsa una redistribución de los territorios, a partir de una disponibilidad de recursos que resulten estratégicos para la continuidad y el sostenimiento del capitalismo mundial, acotado de hecho al ineludible sistema de consensos generados al interior de una institucionalidad ilegitima en su sentido de cuidar la soberanía territorial, pero también la soberanía de un pueblo que debe y necesita elegir por motu proprio su forma de producir su vida.

Dos mil doscientos millones de personas mueren por año, en el mundo, debido a enfermedades vinculadas con aguas contaminadas unos 6000 no llegan a cumplir los cinco años según la Organización Mundial de la Salud. En los hospitales de África, el Caribe y el Pacífico, en una de cada dos camas está sufriendo un ser humano con diarrea, cólera, hepatitis A, tifus, leptospirosis, disentería, dengue y diversas parasitosis. Toda esta debacle, está relacionada al agua, porque está contaminada o porque falta. El 70 por ciento de la Tierra está cubierto por agua, sólo el 3 por ciento es apto para la vida humana. Contario a lo que debería ser el acceso a un bien común tan preciado, y no contemplada como un derecho humano básico en la reciente reforma del código civil argentino, el 60 por ciento de los habitantes del planeta padece la escasez de agua.

En Nuestramerica, en donde los bienes hídricos y abundantes, son 77 millones los pobladores sin conexión en sus casas, 256 millones dependen de pozos sépticos y letrinas, otros 100 millones no tienen ni eso. Las consecuencias ,153.000 muertes anuales, inaceptables e indignantes.

Las grandes compañías transnacionales y las nacionales subsidiarias de estas, tratan solo el 14 por ciento de las aguas residuales en América latina, según el Consejo Mundial del Agua, hacia el año 2004, es decir la actualización daría seguramente una cifra mayor.

Ríos, lagos, acuíferos subterráneos y océanos con desechos industriales, fertilizantes, pesticidas, combustibles y detritos de la explotación minera, subyacen a una realidad que descabelladamente se naturaliza en los medios de comunicación oficiales y acotados a un pensamiento que prioriza la ganancia a la salud de la población.

No queda otro remedio que entregar lo mejor de nosotros para que eso no ocurra.

O ellos o nosotros.

Nota:

(1) El agua de San Juan tiene los días contados. Javier Rodríguez Pardo

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.