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Los desafíos a enfrentar en lo productivo y económico en los cinco próximos años

Fuentes: brigadavallesana.blogspot.com

 La impronta del Nuevo Mundo produjo «recursos reales» de forma abundante para Occidente. La legislación colonial fomentaba la importación de bienes manufacturados de Europa y Asia a cambio de metales preciosos, restringiendo la producción de alternativas a esas importaciones. La escala de este comercio y los precios en los cuales se daba, distorsionaron un intercambio […]

 
La impronta del Nuevo Mundo produjo «recursos reales» de forma abundante para Occidente. La legislación colonial fomentaba la importación de bienes manufacturados de Europa y Asia a cambio de metales preciosos, restringiendo la producción de alternativas a esas importaciones. La escala de este comercio y los precios en los cuales se daba, distorsionaron un intercambio racional y crearon un régimen de producción y exportación de recursos favorable al desarrollo de Europa. Esta explotación proveyó de productos primarios que aseguraron el crecimiento sostenido de la población europea durante el período de colonización entre otras cosas por la alta productividad marginal del trabajo aportada por las poblaciones originarias y los esclavos.

La productividad del trabajo, sea esclavo y servidumbral, estuvo asociado a la explotación de commodities. Su éxito relativo en una primera fase, es atribuible a un mercado de trabajo forzado con gran cantidad de trabajadores indígenas obligados a aportar con su fuerza de trabajo en las minas. Se consolidó una estructura de distribución de la riqueza extremadamente desigual entre los blancos y mestizos descendientes de los colonizadores de un lado y los indígenas de otro. Esta característica del régimen colonial se convirtió en una condición «natural» en la República boliviana.

Desde Europa llegaron colonizadores que desarticulan la organización política, social y económica que durante siglos funcionaba en América. Organizan el territorio en función de controlar mejor el trabajo y los tributos. El papel de región productora y exportadora de recursos naturales no renovables, asignado desde la colonia, se mantuvo hasta mediados del siglo XX. En la segunda mitad es cuando se comenzó a diversificar la estructura productiva como parte de la implementación del modelo de industrialización por sustitución de importaciones. En Bolivia, al impulso de la explotación de la plata y el estaño, se desarrolló una economía predominantemente minera, con ocupación intensiva de la fuerza de trabajo indígena y escasas articulaciones con otros sectores productivos diferentes a los directamente relacionados con la minería.

El metabolismo social de la economía boliviana, es decir, la estructura económica y las relaciones sociales de producción se construyen y condicionan sobre una determinada y abundante base material. Las expansiones económicas del país fueron lideradas por las exportaciones de materias primas. A inicios del siglo XXI no cambia sustancialmente el modelo de producción y desarrollo, que se sustenta en el gas natural y los minerales y, una participación menor del sector industrial manufacturero.

El modelo de industrialización por sustitución de importaciones logró establecerse y fortalecerse con la presencia del Estado en la economía mediante el control y gestión de muchas empresas de industrias básicas hasta la aparición del «Orden neoliberal» o el retorno de la racionalidad fundamentalista del «espíritu del capitalismo» que cuestionaba la presencia del Estado en la economía y asumían que los sistemas de bienestar social eran la causa de la crisis económica y la inflación.

El Estado en sí mismo era un factor externo, un intruso, que no solo alteraba el organismo económico que se regulaba automáticamente, sino que afectaba la libertad económica del mercado. Para el orden neoliberal, el Estado era contraproducente y su utilidad económica era prácticamente nula. Por eso se desmantela el Estado y sus instituciones. En Bolivia, sus empresas pasan a ser controladas por los privados bolivianos y extranjeros. En ninguno de los dos casos demostraron tener ni espíritu capitalista y menos ética (protestante).

Para la ortodoxia del «orden neoliberal», la aparente libre competencia y la gestión privada de la economía, representaban la verdadera «mano invisible» y el renovado «espíritu del capitalismo». Sólo había que crear las condiciones necesarias para su resurgimiento. Estas condiciones las establecieron los Programas de Ajuste Estructural y las políticas de shock. La definición decía que el mercado se cuida así mismo y que éste inducía a cambios institucionales y a la generación de políticas públicas dirigidas a promover e incentivar inversiones para sostener el crecimiento económico.

La necesidad del retorno del Estado, cuestiona el paradigma liberal o el «espíritu del capitalismo» que considera que la adquisición y acumulación de riqueza es el valor supremo de la vida, para lo que contribuye el trabajo que se presenta como un fin y no como un medio. La intervención del Estado en la economía cuestiona también el hecho de que la «asignación» o distribución desigual de los bienes y la riqueza es resultado de la providencia divina o de la naturaleza de la estructura social históricamente construida. Una mayor presencia del Estado garantiza el «bien común».

Por eso es necesario el fortalecimiento del Estado promotor y que éste sea protagonista del desarrollo e impulsor de la convivencia entre la economía comunitaria y privada tal como establece el Plan Nacional de Desarrollo que se sustenta en el «Vivir Bien». Este concepto, como nuevo paradigma de desarrollo se contrapone al paradigma dominante del crecimiento económico como condición para alcanzar un desarrollo sustentado en la explotación de nuestra base material.

Pero es obvio que la transición de un modelo de desarrollo a otro, llevará su tiempo. Un nuevo Estado requiere una nueva institucionalidad, una sociedad nueva necesita un nuevo contrato social y un nuevo modelo de desarrollo requerirá una teoría y un paradigma económico nuevo.

En ese proceso de transición, el desafío principal está en consolidar la intervención del Estado Plurinacional y sus instituciones en la economía. Tanto para regular precios, anular monopolios, garantizar una redistribución equitativa de las rentas generadas por la producción primaria, ofertar bienes y servicios de calidad a la población boliviana, promover y desarrollar el mercado interno, promover procesos de desarrollo e innovación tecnológica, industrializar productos de origen agropecuario, impulsar la producción de alimentos para contribuir a la seguridad y soberanía alimentaría, incentivar y promover el mayor desarrollo de las manufacturas textiles, de madera, cuero, metalmecánica o artesanías así como promover la producción de insumos fundamentales para el aparato productivo nacional.

Los retos en el corto y mediano plazo tienen que ver con la estructuración del marco institucional del nuevo Estado Plurinacional en el campo económico, cuyo objetivo en el largo plazo, tal como propone el Plan Nacional de Desarrollo, es el cambio de la matriz productiva.

http://brigadavallesana.blogspot.com/2010/01/los-desafios-enfrentar-en-lo-productivo.html