El Movimiento Al Socialismo (MAS) tiene por delante la necesaria e urgente tarea de hacer una nueva ingeniería de su fuerza política, social y organizativa para lograr, «desde arriba» y «desde abajo», la implementación de la Agenda del Bicentenario , que es la propuesta programática presentada para las elecciones de octubre de este año. Pero […]
El Movimiento Al Socialismo (MAS) tiene por delante la necesaria e urgente tarea de hacer una nueva ingeniería de su fuerza política, social y organizativa para lograr, «desde arriba» y «desde abajo», la implementación de la Agenda del Bicentenario , que es la propuesta programática presentada para las elecciones de octubre de este año.
Pero la propuesta programática va más allá del cumplimiento de los requisitos formales que establece una «competencia» electoral propia de la democracia representativa. Se trata, o al menos debería serlo, de la síntesis de la voluntad colectiva del «sujeto histórico» de la revolución democrática y cultural, para darle continuidad a las medidas transformadoras que se llevan adelante desde enero de 2006, cuando Evo Morales asumió la presidencia tras una histórica victoria en diciembre de 2005.
Los antecedentes de la Agenda del Bicentenario se encuentran en la llamada Agenda de Octubre que, expresando la capacidad de resistencia y elaboración de propuesta alternativa al neoliberalismo, convirtió a los movimientos sociales, principalmente indígenas originarios, en un «bloque dirigente» antes de elevarse a su condición de «bloque dominante» en el poder en enero de 2006. Este sujeto histórico, al que se debe sumar a la clase trabajadora -en su sentido más amplio-, ha sido el que dio lugar al Proceso de Cambio y la fuente de poder directa del líder Evo Morales.
La Agenda de Octubre se constituyó en un mandato «desde abajo» que el historiador Carlos Mesa despreció con aires de superioridad y por su abierta subordinación a los Estados Unidos, pero que bajo la consigna de «mandar obedeciendo» fue militantemente asumido por Evo Morales y sus colaboradores, quienes llevaron de manera inmediata la nacionalización de los hidrocarburos, la recuperación de los recursos naturales y de las empresas para el Estado, el desmantelamiento del neoliberalismo y otras medidas. Esta trinidad o triángulo -líder histórico (Morales), fuerza organizada del pueblo y proyecto alternativo- es lo que explica los triunfos obtenidos desde antes de ser Gobierno.
La Agenda de Octubre , convertida en políticas públicas en el Plan Nacional de Desarrollo (PND), sentó las bases de la estabilidad económica con crecimiento y distribución de la riqueza, mediante distintos mecanismos, para atender la acumulada deuda histórica con «los de abajo». Y no solo eso, sino que a partir de 2015 sentó el fundamento material -con el Plan de Desarrollo Integral para Vivir Bien – para llevar al país hacia un proceso de industrialización pendiente desde el siglo XX y dar así el salto científico-tecnológico del siglo XXI.
La Agenda del Bicentenario tiene 13 pilares. Ahí está la concepción de las medidas y las herramientas que se deben tomar para avanzar, y está además el alma (ajayu) que debe impregnar esas líneas programáticas, aunque hay que anotar que, por razones electorales y cierto pragmatismo, no ha sido lo suficientemente difundido por el MAS y el Gobierno durante la campaña electoral.
Como se podrá ver, es una necesidad histórica que aquel programa, en su sentido más amplio, tenga continuidad, sea reivindicado y profundizado. Para eso es también necesaria la existencia de reconstituir el sujeto histórico y de la reivindicación del horizonte histórico de esa visión, que no es otra que el llamado a transitar hacia una sociedad que supere la lógica del capital y que en Bolivia es el «socialismo comunitario para Vivir Bien».
Los escenarios de materialización de la Agenda del Bicentenario en la actual coyuntura política son dos: «desde arriba» y «desde abajo» (como bloque dirigente y dominante en el poder) o solo «desde abajo». En el primero, se seguirá siendo gobierno y poder «desde abajo». En el último escenario es que se habrá perdido el gobierno, pero no se habrá dejado de ser poder, «bloque dirigente», para derrotar el proyecto restaurador neoliberal y más bien arrancarle, con organización y lucha, la aplicación de medidas antimperialistas y anticapitalistas a cualquier gobierno que, siendo de signo distinto al actual, solo podrá ser un «breve paréntesis» en el largo y complejo recorrido hacia la emancipación plena.
No hay lugar para la duda ni mucho menos para asumir la responsabilidad histórica de profundizar el Proceso de Cambio. Hay que rectificar todo lo que tenga que ser rectificado, defender lo que esté bien y tomar otras nuevas medidas para avanzar en la dirección correcta. Para todo eso hay que reconstituir el sujeto histórico, el que deberá retomar la iniciativa estratégica y, junto a su líder, emprender la marcha hacia el socialismo.
Hugo Moldiz Mercado. Escritor y periodista.
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