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Los intereses de Trump frente a la 4T

Fuentes: Rebelión

La histórica asimetría de poder asociada a la dependencia económica estructural entre México y EU, se convirtió en una coartada ideal para justificar la visita del presidente mexicano a Washington.

Pero la fatalidad y la sumisión de un gobierno que se autodenomina la Cuarta Transformación no debieran constituir la principal doctrina frente al Goliat del norte en una relación trilateral comercial, planteada entre supuestos socios.

El ritual, incompleto por la ausencia de Canadá, por la entrada en vigor del recientemente renegociado en condiciones desventajosas para nuestro país, USMCA por sus siglas en inglés, permite a Trump repetir la fórmula de su primera campaña electoral cuando capitaliza la invitación de aquel eterno “aprendiz” de canciller, Luis Videgaray. Entonces como ahora las  encuestas le eran adversas, sin embargo, el racismo y xenofobia hacia los mexicanos, a nuestro país y su crítica al entonces presidente Peña Nieto, parece que fueron suficientes para convencer a los votantes indecisos y remontar algunos puntos en las preferencias electorales hasta su sorpresiva y polémica victoria.

En el contexto de una pandemia en el que la población del país anfitrión tiene la mayor mortalidad (en especial en las poblaciones afroamericana y mexicana), con un rebrote de la misma, aderezada con el ascenso de uno de los movimientos antisistémicos más importantes en ese país, Black Lives Matter, a cuatro meses de la posible reelección del republicano; no auguran los mejores resultados para nuestro pueblo, sin embargo, AMLO decidió practicar la amnesia selectiva cuando como candidato, escribió un libro en contra de las políticas de su ahora anfitrión, homólogo y amigo Donald Trump.

Al hacerlo se equipara a Carlos Salinas de Gortari, su otrora eterno contrincante y antecesor, en cuyo mandato se negoció y puso en marcha el primer TLC, del cual el TMEC es continuidad, mismo que según el discurso oficial de entonces, conduciría a nuestro país al primer mundo y, al entonces mandatario, a la dirección de la Organización Mundial de Comercio. A la larga ninguna de las dos cosas ocurrieron, por el contrario, surgieron numerosos movimientos sociales producto de dicha política económica que rápidamente entró en crisis. Así surgieron “el barzón”, “el campo no aguanta más” o “sin maíz, no hay país”; otros actores sociales como el EZLN se consolidaron y comenzaron a cuestionar el modelo económico neoliberal que el presidente López Obrador, recientemente ha decretado como abolido en nuestro país.

La cena en la Casa Blanca entre las elites económicas de ambos países por lo menos pone en entredicho  uno de los lemas o mantras que el líder de la 4T no se cansa de repetir en sus conferencias mañaneras: “primero los pobres”, pero para la ocasión se hizo acompañar y compartir la mesa con aquellos que en algún momento calificó como la mafia del poder que le robó la presidencia. Paradójicamente estuvieron como representantes del país, los dueños de los medios de comunicación que más critican su gestión.

En el país que enarbola la libertad como su principal valor, no se permitieron preguntas en la conferencia de prensa conjunta.  El país que enjaula a los niños migrantes, que separa familias y que criminaliza la migración, olvidando que fue alguna similar a ésta la que estuvo en su origen. En dicha nación nuestro presidente no tuvo tiempo para reunirse con las organizaciones de migrantes que defienden los derechos de nuestros paisanos.

La 4T puede argumentar, citando a Maquiavelo, que la política es el arte de lo posible y demás lugares comunes o que las contradicciones son menores en un escenario caótico y turbulento como el actual, pero los gobiernos deben ser evaluados por los hechos y no por sus intenciones. Lo evidente es que la Guardia Nacional de facto funciona como la patrulla fronteriza de EUA en nuestro país. La pasividad frente a la construcción de otro muro de la vergüenza. La continuidad de los megaproyectos de muerte en un mundo dominado por los miedos, racismos, nacionalismos y colonialismos renovados; cobijados en el discurso del retorno a la nueva normalidad, o la justicia sometida a capricho de criterios político-electorales, revelan a un líder más cercano a Roosevelt (a quien le gusta citar), que a Salvador Allende o Evo Morales.