Victoria obrera. Temerosa de perder sus millonarias ganancias y sus ilegales privilegios, la transnacional Glencore se dobla ante la lucha de los mineros. Cabalgando sobre una gran movilización de masas, los mineros proletarios de Bolivia han reconquistado la jornada laboral de ocho horas y han arrancado mejores salarios a la transnacional Glencore, que explota ilegalmente […]
Victoria obrera. Temerosa de perder sus millonarias ganancias y sus ilegales privilegios, la transnacional Glencore se dobla ante la lucha de los mineros.
Cabalgando sobre una gran movilización de masas, los mineros proletarios de Bolivia han reconquistado la jornada laboral de ocho horas y han arrancado mejores salarios a la transnacional Glencore, que explota ilegalmente los ricos yacimientos de plata, oro y zinc que eran de propiedad del millonario ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, hoy prófugo de la justicia.
El preacuerdo, logrado la noche del martes después de dos días de negociaciones, establece el respeto a la jornada laboral de ocho horas, la aplicación de los precios de los contratos vigente en el 2008, que incluye mejores ingresos para los trabajadores, y el respeto a los derechos laborales, incluyendo un incremento salarial del 12 por ciento, informó anoche César Lugo, uno de los dirigentes de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia.
Este convenio fue refrendado con una carta enviada al Ministerio de Minería por los ejecutivos de Sinchi Wayra, filial boliviana de la Glencore.
«Sinchi Wayra S.A. ofrece poner en vigencia las antiguas cartillas de precios de contrato (vigentes en diciembre de 2008) a partir de la fecha hasta que la empresa y los sindicatos de trabajadores dependientes de la empresa, concluyan una nueva negociación y revisión general de las cartillas de recursos de contratos», señala la carta, que también garantiza la jornada laboral de ocho horas y el respeto a la Ley General del Trabajo.
Se dobla la Glencore
Arrinconados por la presión de más de cuatro mil mineros proletarios que en una semana habían cruzado a pie el altiplano y estaban ya dos días en La Paz, los funcionarios del gobierno indígena de Evo Morales y de la sinuosa transnacional Glencore International, ya habían comenzado a ceder a las demandas laborales desde el lunes.
La radicalidad que mostraron los mineros de base que hablaban incluso de «echar a la empresa», pesaron mucho para que la transnacional diera marcha atrás en su intento de prolongar la jornada laboral y reducir los salarios de los obreros, para no arriesgar sus operaciones en Bolivia y, por ende, sus millonarias ganancias.
Tras cruzar a pie el altiplano (casi 200 kilómetros), este lunes, los mineros ingresaron a La Paz y no dejaron dudas sobre sus intenciones, si es que la compañía Sinchi Wayra, –filial de la transnacional Glencore Internacional, forjada por el magnate petrolero suizo israelí Marc Rich, a quien la revista Time calificó en el 2001 como «el ejecutivo más corrupto del planeta»–, no daba brazo a torcer.
«¡Fuera Sinchi Wayra! Basta de saqueo y explotación transnacional que deja socavones vacíos, enfermos, hambre y miseria», era la leyenda ilustrativa de uno de los tantos carteles que agitaban los mineros a su paso por las calles de La Paz y que era presentado en primera plana por uno de los principales diarios del país.
Ilegalidad y explotación
La Glencore/Sinchi Wayra tomó ilegalmente el control de importantes minas de zinc, oro, plata, plomo y estaño de Oruro y Potosí, (las minas Bolívar, Poopó, Porco, Colquiri, Totoral, San Lorenzo, Colquechaquita y la planta concentradora de minerales Don Diego y la central termoeléctrica de Aroifilia) de manos de Sánchez de Lozada en el 2005, dos años después que este ex presidente de Bolivia fuera derrocado por una insurrección popular y fugara a los Estados Unidos.
El doloso contrato de transferencia de estas minas se hizo en Estados Unidos, cuando los bienes y minas de Sánchez de Lozada ya eran reclamados en los tribunales de justicia de Bolivia como resarcimiento para las víctimas del genocidio de octubre del 2003 (67 civiles muertos y más de 400 heridos a bala).
Allí, en estas minas, la transnacional intentaba aplicar un «plan de emergencia» para enfrentar la caída en el precio internacional de minerales sin reducir sus millonarias ganancias extraordinarias. Para ello presionaba para aumentar la producción, haciendo trabajar dos a cuatro horas más a los obreros sin aumentarles el salario. Este intento por acrecentar la explotación laboral fue derrotado por la movilización organizada de más de cuatro mineros proletarios, que dejaron, otra vez, una soberbia lección para todos los trabajadores bolivianos.
La vanguardia muestra el camino
«Este es un problema nacional. En todo el país, los empresarios privados se están dando el lujo de vulnerar los derechos de los trabajadores y las leyes bolivianas», había asegurado antes de ingresar a La Paz el principal dirigente de la Federación de Mineros, Guido Mitma, que caminó al lado de sus hermanos de clase.
«Esta marcha es para que todas las empresas respeten las ocho horas, no sólo en las minas privadas. Los empresarios abusan en todos los sectores, en las fábricas, en las empresas de la agroindustria. Están abusando de los mineros, están abusando de los fabriles, están abusando de los trabajadores en el comercio, en las construcciones, en todo lado. Esta lucha es para todos. El gobierno tiene que asumir su responsabilidad y hacer cumplir las leyes laborales», decía el minero Mitma, mientras sus compañeros cantaban a voz en cuello: «venceremos, venceremos / mil cadenas habrá que romper / venceremos, venceremos / los mineros sabremos vencer».