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Los «nacionales y populares» le abren el camino a la derecha

Fuentes: Rebelión

Después de la decisión de Cobos en el Senado, fue Lula el autor de otra «traición» al gobierno de los Kirchner. El apoyo de Brasil en la Ronda de Doha de la OMC a la posición de EE.UU. y la Unión Europea de liberalizar los mercados enfrentó la posición de Argentina, y fue un verdadero […]

Después de la decisión de Cobos en el Senado, fue Lula el autor de otra «traición» al gobierno de los Kirchner. El apoyo de Brasil en la Ronda de Doha de la OMC a la posición de EE.UU. y la Unión Europea de liberalizar los mercados enfrentó la posición de Argentina, y fue un verdadero espaldarazo, por parte del «gobierno amigo», a la estrategia de los exportadores sojeros. El presidente Lula dio un discurso ante la clase empresaria argentina, que lo aplaudió a rabiar, donde remarcó que «…nuestros empresarios agroalimentarios tienen un relevante papel en la superación de la crisis alimentaria que vive el mundo (…) Yo pienso que Argentina y Brasil necesitan ver esta crisis con una cierta preocupación, pero también como una gran oportunidad histórica». ¿No se parece esto demasiado al discurso de la oposición alineada con las patronales agrarias?

Una de las razones que explican la posición de Brasil es la mayor presencia del agronegocio en el actual bloque de poder que siempre estuvo hegemonizado por la burguesía industrial de San Pablo. Por ahora, el crecimiento de la Gran Semicolonia de América del Sur, no ha provocado aún disputas abiertas, como aquí, en Venezuela o en Bolivia, entre sectores claves de las clases dominantes. Con Lula desembarcaron en Buenos Aires 300 empresarios de las dos cámaras brasileñas, la FIESP (Federación de Industrias del Estado de San Pablo) y CNI (Confederación Nacional de Industria). «Nuestra burguesía nacional» de la UIA y el gobierno, recibieron con los brazos abiertos el plan de «inversión en rubros como autopartes, software, metalúrgica, electrónica y agroindustria» (Ámbito Financiero, 1/8/08). Aun así hay un punto de inflexión en las relaciones entre los países del Mercosur. Después del fracaso de la reunión de la OMC, a causa de la oposición de China y la India, el canciller brasileño anunció que llegó la hora de negociar acuerdos de libre comercio con los países imperialistas. El corrimiento de Brasil a un mayor y abierto alineamiento con los intereses de los monopolios norteamericanos y europeos, muestra definitivamente la falacia de la «integración latinoamericana» de la mano de los gobiernos «progresistas» que vinieron a suceder a los neoliberales.

Las «revoluciones pacíficas» y el avance de las derechas

«Los que le cierran el camino a las revoluciones pacíficas le abren el camino a las revoluciones violentas», dijo el presidente de Venezuela Hugo Chávez en el Sheraton Hotel de Buenos Aires. Chávez llama «revoluciones pacíficas» al intento de los gobiernos posneoliberales de Venezuela, Bolivia y Argentina en arbitrar desde el Estado en el reparto de las rentas petroleras, gasíferas y agraria. Habría que aclarar que en al caso de Bolivia y Argentina, son gobiernos que asumieron para desviar las acciones de masas, no pacíficas, que fueron las que realmente derrocaron a los neoliberales De la Rúa, Sánchez Losada y sucesores. Pero la agenda de esos levantamientos, como la demandas de la renacionalización de los hidrocarburos en Bolivia, no ha sido resuelta. No la llevó adelante el gobierno de Evo Morales, y, por ende, levantó la cabeza la reacción que exige «autonomía» de los estados regionales más ricos y la «devolución de los recursos del impuesto directo a los hidrocarburos».

Chávez denunció «las quintacolumnas sembradas por el imperio en cada país, que ahora están activando: las oligarquías enfurecidas y envenenadas del continente». A causa de esta derecha «enfurecida» tuvo que anunciar que la visita programada a Evo Morales junto a Cristina Kirchner se suspendía por falta de garantías de «seguridad». Concurrían a un acto donde Argentina iba a «regarantizar» a Bolivia un crédito de 450 millones de dólares, para una planta separadora de líquidos en Villamontes, la capital de Tarija. «Unas horas antes de la cita, un grupo de personas lideradas por el opositor comité cívico tarijeño cercó el aeropuerto Oriel Lea Plaza de esa ciudad y, en un intento por tomar el lugar se enfrentó con los policías y militares», cuenta el diario La Razón de Bolivia.

La visita era, además, una señal de apoyo político a Evo Morales ante el referéndum revocatorio del fin de semana. En sintonía, el sector oficialista de la CTA y movimientos sociales K marcharon en Buenos Aires en apoyo al gobierno boliviano. Pero, como es público, las manifestaciones de la derecha no fueron lo único que impidió la visita de Cristina y Chávez. Ese mismo día Bolivia fue conmovida por la represión de la policía del gobierno de Evo Morales a los trabajadores de la COB con el saldo de dos muertos. Eran de Huanuni, parte de la generación obrera que participó en los combates decisivos en la última rebelión de 2003 que dio por tierra con el intento de los neoliberales en sostenerse en el gobierno. Es decir, que Evo Morales ha golpeado en forma directa a la única clase capaz de derrotar a la reacción.

Ante cada embate de la derecha los gobiernos de Evo Morales y Chávez, trataron de establecer pactos de conciliación. En Argentina, los que venían a traer una «nueva política» se apoyaron en los gobernadores y el viejo aparato del PJ que ahora «se le dieron vuelta» en la disputa por la renta agraria. El lema de Chávez, que el venezolano usa para amenazar con el «peligro de una revolución violenta» desde abajo a los sectores reaccionarios si estos se niegan a pactar y convivir en paz, debería reformularse. Desde el punto de vista de los intereses de los explotados: el engaño de las «revoluciones pacíficas» adormecen a los trabajadores y el pueblo ante la violencia de la derecha y las fuerzas de represión, como plantean nuestros compañeros de Bolivia en páginas centrales. 

Cobos en la Rural, Cristina en el Conurbano

Si Cristina concretaba su viaje a Bolivia tampoco le hubiera ido bien. Debía dejar, por una horas, la presidencia en manos de Cobos que habría concretado el plan de visitar la Rural y ser agasajado por Luciano Miguens en carácter de primer mandatario de la república. Un verdadero acto político de provocación a los Kirchner que había preparado el mendocino, mientras habla de «unidad y búsqueda de consenso». Si Cobos no sufre ningún accidente, se mantendrá en su cargo como un Caballo de Troya sin que el kirchnerismo pueda expulsarlo para no profundizar la crisis institucional. Sin embargo, esta fragilidad en que ha quedado el gobierno está atenuada por los distintos proyectos políticos en que se dividen los opositores basados en el frente agrario. En especial porque la otra gran «institución» del régimen pos 2001, el PJ, no ha generado aún una alternativa a la conducción del kirchnerismo. Los Kirchner se mantienen parapetados en «la última trinchera» del peronismo, los populosos territorios de los intendentes del conurbano bonaerense y la burocracia sindical de la CGT que contiene a los principales gremios del transporte, la industria y los servicios. El nombramiento de Massa, un fiel exponente de los nuevos barones del conurbano, a la Jefatura de Gabinete y el raid de la presidenta en los actos junto a los intendentes busca reforzar lo que queda en pie del aparato que actuó, de la mano de Duhalde, como contención de la movilización de masas de 2001.

Bloque de independencia de clase

Si tienen márgenes para buscar alternativas, es porque la clase trabajadora se ha mantenido expectante en la disputa abierta entre los bandos capitalistas. Pero las tendencias en el continente indican que comenzó un desgaste y descontento de sectores de masas con los gobiernos «nacionales y populares», al mismo tiempo que, a partir de la crisis financiera en EE.UU., cambiaron las condiciones del ciclo económico internacional que les dieron sustento. Los obreros de Sidor ya lo habían anticipado con su lucha de meses que obligó a la nacionalización de gran siderúrgica de Techint en Venezuela. Ahora son los mineros bolivianos los que intentan imponer sus demandas en la crisis de Bolivia.

La bronca que crece ante el aumento del costo de vida en la Argentina y las demandas salariales y condiciones de trabajo insatisfechas, preparan nuevas manifestaciones de la clase trabajadora, como ya anticiparon los estatales y trabajadores de Luz y Fuerza de Córdoba. Por ello es el ataque de las patronales del neumático con 160 despidos y persecuciones a los delegados y activistas de Fate, Pirelli y Firestone y contra la nueva dirección de la seccional del SUTNA de San Fernando: porque quieren barrer con las nuevas organizaciones de lucha en medio de la gran concentración industrial de la zona norte del Gran Buenos Aires.

La Verdad Obrera llama a impulsar el reagrupamiento de los luchadores en un polo nacional para dirigirse y explicar pacientemente la idea de la independencia política de la clase trabajadora, a millones que empiezan a desencantarse con los Kirchner. Todos los que mantuvimos una posición independiente de los bandos capitalistas desde el inicio de la crisis: las organizaciones sindicales combativas como Zanon y el Sindicato Ceramista de Neuquén, los estudiantes de la FUBA y el bloque nacional de izquierda surgido en el Congreso de la FUA, los movimientos sociales como el Frente Darío Santillán y el Bloque Piquetero Nacional que impulsa la campaña «contra el hambre», los organismos de derechos humanos y los partidos de la izquierda obrera y socialista como el PTS y el Partido Obrero podemos unificarnos en una Asamblea Nacional de trabajadores para levantar una alternativa obrera y popular en la crisis política nacional.