Varios expertos discuten en Espacio Público sobre la desigualdad internacional y los modelos de acceso a las vacunas frente a la actitud proteccionista de los países ricos y el monopolio de las empresas farmacéuticas.
Han pasado ya más de dos meses desde que se iniciaran las campañas de vacunación en el mundo y ya han sido administradas más de 150 millones de dosis en el mundo, un pequeño porcentaje respecto a la población mundial, que acaparan los países de rentas altas. La actitud proteccionista de los países ricos y el monopolio de las empresas farmacéuticas favorecen este abandono al que se están viendo abocados los países en vías de desarrollo. Los participantes del coloquio organizado por Espacio Público han abordado este jueves estas cuestiones que son foco del debate en la carrera por la inmunización y la lucha contra la covid-19.
El experto en Salud Pública y Políticas de Salud y exsecretario general de sanidad y consejero, Fernando Lamata, la responsable Relaciones Externas en Médicos Sin Fronteras (MSF), Raquel González, y el catedrático emérito de la Universidad Carlos III de Madrid y director de Economía y Políticas de salud de Funcas, Félix Lobo; debaten sobre las causas y soluciones de esta desigualdad internacional, bajo la batuta de la exministra de Sanidad y actual observadora permanente de España en la Organización de Estados Americanos y Organización Panamericana de la Salud, Carmen Montón.
El 16% de la población mundial ya dispone del 60% de las vacunas contra el coronavirus que se han comprado hasta ahora, según datos de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte. Esto significa que la mayoría de la población de los países más pobres se quedarán sin vacunas.
Para el exsecretario general de sanidad y consejero, Fernando Lamata, el problema radica en que los «países occidentales han adoptado una situación ordinaria para un problema extraordinario«, como es una pandemia mundial.
«Hemos respondido como si la vacuna fuera un bien privado encargándose la producción a unas empresas dándoles el dinero, pero regalándoles la propiedad industrial, las patentes y los monopolios», destaca Lamata.
Ante esta situación, los expertos señalan que hay algo que se puede hacer para evitar esta desigualdad global: la supresión de las patentes de las vacunas contra la covid. Una solución a la que se oponen muchos países ricos.
El dilema de liberar las patentes de las vacunas
Pese a las iniciativas para compartir excedentes de vacunas como COVAX, puesta en marcha también por la OMS con el fin de que 2.000 millones de dosis se puedan distribuir equitativamente para finales de 2021, desde Médicos sin Fronteras destacan que no son suficientes y «no van a solucionar de una forma rápida una mejor distribución y producción del número de vacunas», apunta la responsable Raquel González.
Por ello, apuesta por compartir el conocimiento de la tecnología, más allá de los marcos tradicionales de fabricación basados en los monopolios de las grandes farmacéuticas y que crea, según los expertos, «cuellos de botella» no solo con la covid, sino con otras enfermedades del mundo.
En octubre de 2020, antes de la llegada de las primeras vacunas, Sudáfrica e India ponían sobre la mesa de la Organización Mundial del Comercio (OMC) una propuesta para cooperar y garantizar que los derechos de propiedad intelectual no fueran un «obstáculo» para la lucha contra la covid-19, suprimiendo estos derechos.
Una propuesta que los expertos secundan para garantizar un modelo justo y equitativo en el reparto de las vacunas y que terminaría con la estrategia de contratos que otorgan el poder de decisión a las compañías farmacéuticas, como AstraZeneca.
Además, Lamata añade que no basta con suspender estos derechos, sino que «hay que hacer presión para que se ceda la tecnología y se pueda poner a fábrica todas las plantas que hay en el mundo y duplicar la producción que hay en este momento».
«Sin salud no hay economía»
Una de las principales preocupaciones es que los países de ingresos bajos y medianos no tengan suficientes vacunas y que las personas que viven en países ricos estén protegidas mientras el virus se propague en los países más pobres.
Si esto se desarrolla de esta manera, «todos sufriremos más», tanto en términos de impacto sanitario como económico, ya que «sin salud no hay economía».
En este sentido, el director de Economía y Políticas de salud de Funcas, Félix Lobo, matiza que el problema que se tiene que solucionar ahora radica en un orden de prioridades, «tienen que vacunarse antes que las personas no vulnerables españolas, las personas vulnerables de los países en desarrollo».
Lobo apunta que hay razones económicas muy fuertes, «no hay inversión más rentable que invertir en vacunas pata todo el mundo«. «Solo el menor crecimiento que tendríamos los países en desarrollo que no se vacunen nos causaría perdidas en los países ricos mucho mayores que las donaciones para vacunar a todo el mundo», añade el catedrático.
Así, los expertos en salud pública reiteran que la pandemia no se habrá acabado hasta que no se vacune a la mayor parte de las personas, en todos los países del mundo, pero el mercado tiene sus reglas para proteger la inversión de las empresas en innovación.