En entrevista telefónica desde Ciudad Juárez, Sandra Rodríguez Nieto (1973), autora de La fábrica del crimen (Planeta, 2012) habla en exclusiva con Clarín: «La experiencia de Ciudad Juárez con los patrullajes del Ejército, fue una violación sistemática de los derechos humanos que no habíamos visto en años, sabíamos que los policías eran corruptos pero con […]
En entrevista telefónica desde Ciudad Juárez, Sandra Rodríguez Nieto (1973), autora de La fábrica del crimen (Planeta, 2012) habla en exclusiva con Clarín: «La experiencia de Ciudad Juárez con los patrullajes del Ejército, fue una violación sistemática de los derechos humanos que no habíamos visto en años, sabíamos que los policías eran corruptos pero con el Ejército vivimos un retroceso de décadas en materia de respeto a las garantías individuales y colectivas, no sólo se violaba el libre tránsito con la instalación de retenes militares, hubo cientos de allanamientos ilegales -sin órdenes de cateo-, detenciones sin órdenes de aprehensión y presuntas ejecuciones extrajudiciales, es un tema de violación generalizado a los derechos humanos».
Reportera de El Diario -periódico emblemático del norte de México, que circula entre Chihuahua y El Paso Texas-, Sandra Rodríguez trabajó como editora en Reforma y en la corresponsalía del semanario Proceso , «los reporteros no cedimos ante el temor -a diferencia de otras regiones de México, donde dejaron de publicar las denuncias por el miedo a represalias-, los medios de comunicación somos un factor de resistencia, casi todos los periodistas en Ciudad Juárez mantenemos la cobertura», y en el mismo tenor afirma: «Hay muchas organizaciones de derechos humanos que se articularon para denunciar los abusos y violaciones del Ejército; las Organizaciones No Gubernamentales tomaron el trabajo de denunciar las desapariciones forzadas y apoyar a las familias de las víctimas, son decenas de organizaciones locales que protegen a las mujeres y a los niños, al mismo tiempo hacen investigación científica para documentar varias problemáticas».
MC.- Sandra, al principio creí que «La fábrica del crimen» se trataba de una pieza de periodismo narrativo, ¿por qué iniciaste el libro con la voz de los tres jóvenes asesinos para intercalar la investigación sobre el contexto de Ciudad Juárez?
SR.- La esencia del libro es un poco como la fui viviendo, el crimen tiene lugar en 2004, de alguna manera el detonante de la investigación es la opinión de Vicente León Chávez, cuando yo le pregunté: ¿por qué se le hizo fácil asesinar a su familia?, él me dijo: «¿cuántas mujeres son asesinadas en Ciudad Juárez y nunca pasa nada?», eso lo convirtió en un caso de sumo interés: al mostrar cómo había operado el factor de impunidad en la mente y el proceder de Vicente, era un llamado de alerta distinto a los que habíamos visto, sabíamos que había violencia en Ciudad Juárez, pero no sabíamos cómo se estaba vinculando la violencia e impunidad de los homicidios -tanto de hombres como de mujeres, desde la década de 1990-, con nuestra realidad, por eso inicié mi libro con la reflexión sobre cómo las condiciones de corrupción en varias áreas de Ciudad Juárez -la negligencia en la procuración de justicia, la corrupción en el desarrollo urbano y en los penales- todo esto fue generando un caldo de cultivo propicio para el crimen, la perpetración de los feminicidios y la reproducción de la violencia.
MC.- Lo paradójico de este caso fue que la policía sí investigó…
SR.- Este caso nos muestra que la policía sí sabe investigar, pero está rebasada, la policía no esclarece los crímenes graves -nunca arrestaron a los culpables del campo algodonero, ni en otros feminicidios de alto impacto-, si hubiera decisión para investigar podrían esclarecer los homicidios; la investigación criminal no es nada del otro mundo, nada que no se pueda desarrollar en México, el problema es que regularmente los cuerpos policíacos están protegiendo a los criminales en muchísimos aspectos. En el caso de Vicente, él creía que nunca lo atraparían, porque la policía no suele investigar, pero como los tres jóvenes no eran parte de la élite del crimen organizado, pues fueron localizados y arrestados inmediatamente.
MC.- ¿La fábrica del crimen es una alusión a las maquiladoras de Ciudad Juárez?
SR.- Es un título que me sugirieron en la editorial y me pareció que se apegaba a la historia, plantea la idea de que Ciudad Juárez es un lugar donde se maquilan toda clase de productos y así mismo la muerte, lo hemos visto en los feminicidios y homicidios masivos -los cadáveres se van poniendo uno tras otro, en las iglesias y funerarias, como productos de manufactura-, el título hace alusión al carácter industrial de Ciudad Juárez.
MC.- ¿Tendría el triple significado «la fábrica» en el caso de los penales como centros de reagrupación del crimen organizado?
SR.- Sí, el caso de Ciudad Juárez lo estoy analizando en un fragmento que abarca la historia de Vicente -5 años- y es un claro ejemplo de cómo el sistema penitenciario es todo lo contrario a sus objetivos, en términos normales antes se agrupaban a los internos por el delito cometido, pero la corrupción al interior de los penales generó tanta violencia que después tuvieron que agruparlos de acuerdo a la pandilla a la que pertenecían: Artistas Asesinos, Aztecas o Mexicles y esto convirtió a los penales en bombas de tiempo. En Ciudad Juárez se efectuaron los primeros ensayos de la violencia que se cernió años después, los sicarios del narcotráfico se reorganizaron en el reclusorio municipal y Los Aztecas fueron protegidos por las autoridades penitenciarias. En mi libro traté de reflejar todos los elementos que se combinan que nos hacen una fábrica de delito en masa.
MC.- El sistema penitenciario de Ciudad Juárez fue un laboratorio, ¿qué pensaste durante la reciente masacre en el penal de Apodaca, Monterrey?, lo pregunto porque las autoridades no sólo reagrupan a las pandillas, también las protegen, incluso en la fuga de los presos…
SR.- Esto nos indica la grave corrupción que impera en el sistema penal en general, en toda la cadena: desde los policías, el Ministerio Público (fiscalía) y los reclusorios; tenemos pruebas que desde la raíz está profundamente corrompida, en el caso de Ciudad Juárez hubo varias riñas y los custodios aparecían como los instigadores, pero ellos reciben órdenes de los directivos, y a su vez los directivos hacen lo que les dictan las autoridades municipales o estatales. Cuando veo fugas de presos o riñas con resultados mortales, por ejemplo en Apodaca (Monterrey), pienso: no es posible que el Estado no pueda controlar sus Centros de Readaptación Social, en cambio el Estado protege a los narcotraficantes y propicia la violencia -por omisión- y en muchos casos por acción directa.
MC.- En la primera página dedicas tu libro al periodista Armando Rodríguez, y en los siguientes capítulos denuncias que fue asesinado -en noviembre de 2008- por abrir una línea de investigación que apuntaba a las autoridades, ¿cuál es la constante de peligro en el oficio periodístico para ustedes en Ciudad Juárez?
SR.- Armando Rodríguez era nuestro compañero en El Diario de Ciudad Juárez, él reportó el asesinato cometido por Vicente León Chávez. Armando fue el primero que tuvo acceso a la información de que un menor de edad era el asesino y su vez era hijo de las víctimas.
Insistimos en la línea de investigación que apunta al gobierno del Estado como presuntos autores del asesinato del periodista Armando Rodríguez, nos faltan elementos, pero hemos dicho que se debe investigar la inacción del Estado, vemos el desinterés total por parte de las autoridades para aclarar el crimen, en El Diario nos preguntamos: ¿a qué se debe la parálisis en la investigación, a quién protegen, o fueron las propias autoridades? El riesgo mayor es que no sabemos quién comete los crímenes contra periodistas, abogados y activistas sociales en Ciudad Juárez, sufrimos un clima generalizado de impunidad, quien quiera atentar contra una persona sabe que tiene un amplio margen de no ser atrapado y eso alienta el delito, aumentando los riesgos para toda la ciudadanía.
MC.- Confieso que esperaba leer un poco más sobre la complejidad de los patrullajes de las Fuerzas Armadas, ¿qué papel jugó el Ejército en Ciudad Juárez?
SR.- Mencioné brevemente lo que pasó con el Ejército en Ciudad Juárez porque la historia de mi libro termina en el primer año del patrullaje militar, lo que se observó y nosotros tratamos de cuantificar en estadísticas, fue que las Fuerzas Armadas y Policía Federal llegaron a Ciudad Juárez y arremetieron contra un cártel – La Línea -, no vimos el mismo nivel de intensidad, combate, aseguramientos o detenciones contra el Cártel de Sinaloa -del Chapo Guzmán-, contabilizamos los arrestos e incautaciones, hasta el gobierno confirmó nuestra hipótesis al presentar los datos oficiales de la «guerra contra el narcotráfico» en Ciudad Juárez. La comunidad nacional e internacional comenzó a sospechar que el gobierno federal podría favorecer a un cártel, por otra parte el Ejército descalificó a las víctimas como «daños colaterales» o porque murieron «al estar implicados en el narco». Es difícil determinar la responsabilidad del Estado, pero el Ejército nunca fue capaz de disminuir los índices de criminalidad, al contrario aumentaron la violencia al perseguir a un cártel, eso nos hizo dudar de la eficacia e imparcialidad del patrullaje militar, las perspicacias están en todo México: la probable protección del gobierno federal al Cártel de Sinaloa.
MC.- Después de la llegada del Ejército, el gobierno federal presume una reducción de los índices de asesinatos en Ciudad Juárez, y para no perder el rumbo de «la estrategia», el director de la policía de Ciudad Juárez es un militar en retiro, ¿el Ejército debe asumir la administración de la seguridad pública?
SR.- La experiencia de Ciudad Juárez con los patrullajes del Ejército, fue una violación sistemática de los derechos humanos que no habíamos visto en años, sabíamos que los policías eran corruptos pero con el Ejército vivimos un retroceso de décadas en materia de respeto a las garantías individuales y colectivas, no sólo se violaba el libre tránsito con la instalación de retenes militares, hubo cientos de allanamientos ilegales -sin órdenes de cateo-, detenciones sin órdenes de aprehensión y presuntas ejecuciones extrajudiciales, es un tema de violación generalizado a los derechos humanos. La experiencia con el militar en retiro que dirige la policía de Ciudad Juárez no ha sido distinta, hay una ola de inconformidades y denuncias, el teniente coronel Julián Leyzaola aceptó que: «las detenciones están basadas en el aspecto de las personas», si la policía te considera pobre, sucio o desempleado serás «levantando» para ver si perteneces o no a un grupo de delincuentes. No están resolviendo los problemas, los 10,000 homicidios de los años pasados continúan en la impunidad, sobre esta base ninguna comunidad podrá reconstruirse, seguimos viendo homicidios de muy alto impacto, la semana pasada una niña de 10 años fue asesinada al interior de su vivienda, la crueldad sigue siendo una constante en Ciudad Juárez.
MC.- ¿Cuál es la respuesta de la ciudadanía y la prensa ante los feminicidios y la militarización?
SR.- La comunidad ha sido resistente en muchos sentidos. Los reporteros no cedimos ante el temor -a diferencia de otras regiones de México, donde dejaron de publicar las denuncias por el miedo a represalias-, los medios de comunicación somos un factor de resistencia, casi todos en Ciudad Juárez mantenemos la cobertura. Hay muchas organizaciones de derechos humanos que se articularon para denunciar los abusos y violaciones del Ejército; las Organizaciones No Gubernamentales tomaron el trabajo de denunciar las desapariciones forzadas y apoyar a las familias de las víctimas, son decenas de organizaciones locales que protegen a las mujeres y a los niños, al mismo tiempo las ONG´s hacen investigación científica para documentar varias problemáticas. Creo que la comunidad dimos la batalla de la resistencia, el golpe fue devastador: en nuestro ánimo, perdimos familiares y amigos, también la tragedia se reflejó en la economía de Ciudad Juárez, a pesar de todo hubo voces que se levantaron, un ejemplo es doña Luz María Dávila, una mujer que perdió a dos hijos y tuvo el valor de decirle al presidente Felipe Calderón que su estrategia era un error, que la ciudad está sufriendo y que las autoridades no hacen nada.
MC.- ¿La comunidad en resistencia de Ciudad Juárez se insertó al Movimiento por la Paz?, ¿cómo recibieron a la Caravana del Consuelo?
SR.- Mario, tú cubriste la Caravana así que tendrás el contexto de lo que ocurrió, estuve en contacto con algunas organizaciones en Ciudad Juárez y lo que vimos fue la polarización con respecto a un tema, es decir, las organizaciones saludaron el reconocimiento que la Caravana del Consuelo le hacía a Ciudad Juárez, como símbolo de lo que sufre el país, pero el profundo desacuerdo inició al llegar a un punto: si debían o no sentarse a dialogar con el gobierno federal, las posturas eran radicales, las organizaciones en Ciudad Juárez dijeron: «No al diálogo con Felipe Calderón», las organizaciones ya le habían dado una oportunidad al gobierno con el «Programa Todos Somos Juárez» y los resultaron son nulos.
Fue interesante ver la postura de las organizaciones locales y su visión distinta con las organizaciones nacionales, aquí les dijeron que no tenía sentido hablar con Calderón, que no estaba escuchando; el gobierno federal no atendió al llamado de modificar su estrategia. El sector más radical en Ciudad Juárez está entre los universitarios, no se sumaron al Diálogo de Chapultepec, el resto de las organizaciones sí trabajaron con el equipo de Javier Sicilia, a la fecha están convocando al inicio del Programa del Tribunal Permanente de los Pueblos, varias organizaciones superaron el quiebre relacionado con el Diálogo de Chapultepec y en la actualidad trabajan en conjunto al Movimiento por la Paz.
MC.- Finalmente, ¿el quiebre podría repetirse ante las elecciones presidenciales?, ¿crees que se instalarán todas las casillas electorales en Ciudad Juárez?
SR.- No te sabría decir cuál será la postura de los sectores radicales de Ciudad Juárez ante las elecciones. El Instituto Federal Electoral (IFE) reportó algunos focos rojos en la zona de Chihuahua, pero afirman que sí instalaran la totalidad de casillas electorales. Desde el Censo de Población y Vivienda 2010 hubo advertencias en las regiones donde se complicó el trabajo de los encuestadores, sobre todo en el Valle de Juárez.
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