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Los primeros tres meses del gobierno prosocialista de Bolivia

Fuentes: Counterpunch [Imagen: Luis Arce y David Choquehuanca, presidente y vicepresidente de Bolivia desde el pasado mes de noviembre]

[Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo]

El Movimiento al Socialismo (MAS), de base comunitaria e indígena, retomó el poder con una victoria aplastante en las elecciones del 18 de octubre de 2020, expulsando así al gobierno derechista apoyado por Estados Unidos (1). Este artículo resume algunos de los acontecimientos que han tenido lugar en los tres primeros meses de gobierno.

Luis Arce, quien fuera ministro de economía y finanzas públicas en la presidencia de Evo Morales (2006-2019), y David Choquehuanca, ministro de exterior de Morales, ganaron la presidencia y vicepresidencia con un 55% de los votos (3,4 millones). El candidato opositor que le siguió en número de votos fue el antiguo presidente conservador Carlos Mesa (2003-2005), con el 28%, seguido del golpista de extrema derecha Luis Fernando Camacho, con el 14%. Jeannie Áñez, que asumió ilegalmente la presidencia de la nación tras el golpe, abandonó la campaña cuando las encuestas le pronosticaban un posible 8% de votos.

El MAS recuperó asimismo el control de ambas cámaras parlamentarias, 75 de 130 escaños en la Cámara de Diputados y 21 de 36 escaños en el Senado (que ahora cuenta con una mayoría de mujeres). No obstante, no alcanzó la mayoría de dos tercios que tenía durante el mandato de Morales.

Áñez, senadora derechista, asumió el liderato del golpe cuando los generales amenazaron con relevar a Morales por medio de la fuerza, en noviembre de 2019. Este marchó al exilio (primero a México, luego a Argentina) con el fin de evitar un masivo derramamiento de sangre como preveía que podía ocurrir de quedarse en Bolivia.

Pocos días después del golpe de Estado, varios seguidores de Morales fueron asesinados a tiros por el ejército y fuego artillero desde helicópteros. Al menos tres docenas de activistas que protestaban por el golpe, la mayor parte indígenas, fueron asesinados durante el año que duró la dictadura.

Evo regresó a su país el día después de la formación del nuevo gobierno, el 8 de noviembre. Ante sus seguidores del estado de Cochabamba, proclamó: “Las transnacionales no nos perdonan haber nacionalizado nuestros recursos naturales […] Estados Unidos respaldó el golpe a causa del litio”.

Morales recuperó la presidencia del MAS pero no forma parte del nuevo gobierno.

Juicio a los golpistas

El gobierno de Jeannine Áñez estuvo marcado por agresiones autoritarias y ofensas continuadas a los pueblos indígenas de Bolivia. Afirmó que los rituales aimaras eran “satánicos”, lo que sirvió de pretexto a los racistas para empezar a quemar whiphalas (la bandera cuadrangular andina) y para que algunos militares y policías asesinaran a docenas de manifestantes indígenas.

Diez días después de la victoria electoral del MAS, la Cámara de Diputados y el Senado aprobaron un informe final sobre las “masacres de Senkata y Sacaba”. El informe recomendaba procesar a Áñez por genocidio y proponía presentar cargos contra 11 de sus ministros. La presidenta del Senado, Eva Copa, especificó que el informe debería llegar a manos de los fiscales para el inicio de los procedimientos penales.

Diversos golpistas, entre los que se encuentran algunos ministros y altos mandos militares que desempeñaron un papel clave, han sido detenidos temporalmente y se les ha prohibido salir del país mientras el nuevo fiscal anticorrupción, Luis Atanasio, prepara los cargos contra ellos. El proceso acaba de iniciarse y ha sido pospuesto en gran medida a causa de la pandemia de coronavirus.

Nueva orientación del gobierno

Se espera que Bolivia vuelva a defender muchos de los programas que hicieron a Evo Morales el líder más querido en la historia boliviana. Según el Consejo de Asuntos Hemisféricos, Morales puso fin a los 500 años de conquista y colonización.

Morales, junto con su vicepresidente Álvaro García Linares y con Arce como ministro de economía, acabó con el sistema de apartheid contra los pueblos indígenas bolivianos de 500 años. Ellos consiguieron hacer de Bolivia la economía de más rápido crecimiento en América Latina, con un índice de crecimiento medio anual del 4,6%; quintuplicaron el salario mínimo (de unos 57 dólares al mes a 287); redujeron la pobreza extrema del 38% al 17% de la población; acabaron prácticamente con el analfabetismo y elevaron la esperanza de vida de 64 a 71 años.

El gobierno de Obama interrumpió las relaciones diplomáticas tras asumir la presidencia en 2008. Morales respondió expulsando del país a la DEA (Administración para el Control de Drogas) y la USAID (Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional), a las que acusaba de “intentar conspirar contra el pueblo boliviano y su gobierno”.

El golpe de Estado ha dejado al pueblo boliviano con una deuda externa e interna de 4.900 millones de dólares. El Banco Mundial prevé que el gobierno dictatorial (caracterizado por una política económica regresiva y reducción de impuestos a los ricos) y la pandemia de coronavirus provoquen una contracción económica del 6% para 2021.

Luis Arce nació en el seno de una familia de clase media de profesores y se graduó en ciencias económicas en la universidad. No es de procedencia indígena y se le considera un marxista moderado. En una entrevista concedida a Reuters en octubre de 2020, Arce declaraba: “He tenido mis propias ideas desde que comencé a leer a Karl Marx a los catorce años. Desde entonces no he cambiado mi postura ideológica y no voy a cambiarla por nada”. A la sombra de Evo, el nuevo presidente boliviano Luis Arce promete un socialismo moderado.

El presupuesto económico de Morales-Arce incluía bonos para las mujeres embarazadas, los escolares y los ancianos, así como grandes inversiones para industrializar el gas natural y el litio necesitado para las baterías y la física nuclear. Ya como presidente, Arce ha restituido un nuevo “bono contra el hambre”, que ayudará a más de cuatro millones de personas. Sus beneficiarios son aquellas personas mayores de 18 años que no reciben dinero de instituciones públicas o privadas, que tienen discapacidades, que son madres y a aquellas con el bono universal.

Asimismo, Arce ha prometido no recortar el gasto público, aunque reconoce que será necesario aplicar algunas medidas de austeridad. Declaró también que “el proceso de cambio [se recuperará] sin odio y aprendiendo y superando nuestros errores como MAS”.

La mitad de los ingresos del país todavía proceden del gas natural y el petróleo y después de la producción agrícola. Arce quiere diversificar la economía. Ha paralizado la exportación de alimentos para asegurar una suficiente distribución interna. Asimismo, ha fijado la tasa de cambio para frenar la inflación.

El vicepresidente David Choquehuanca, líder de la Confederación Sindical Única de Campesinos de Bolivia y del Movimiento Campesino Indígena, nació en 1961 en una comunidad aimara de La Paz. El antiguo ministro de exteriores aprendió español a la edad de siete años. Durante sus años en el gabinete de Morales asumió la secretaría general del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, la organización de cooperación que agrupa a ocho estados latinoamericanos) a la que ha regresado Bolivia tras su retirada de la misma por Áñez. El Estado también ha retomado las relaciones diplomáticas y fraternales con los gobiernos izquierdistas de Irán, Venezuela, Cuba y Nicaragua. Áñez también expulsó del país a 700 médicos y trabajadores sanitarios cubamos.

La mitad de la población boliviana es indígena (algunas fuentes hablan incluso de un porcentaje mayor). Al inicio de la presidencia de Morales se creó una nueva constitución con participación de las organizaciones de base. En ella se reconocen 36 pueblos indígenas y se da carácter oficial a la lengua de tres de ellos, además de al español. Los quechua constituyen la mitad de la población indígena, y los aimara el 41%. Sin embargo, de los 17 ministros solo uno es indígena y cuatro son mujeres. Sabina Orellana, una activista sindical quechua es la nueva ministra de cultura, descolonización y despatriarcalización.

Diez días después de asumir la presidencia, Arce destituyó a los militares derechistas leales a los golpistas y a Estados Unidos y los reemplazó con oficiales supuestamente leales al pueblo y a la constitución.

El covid-19 impide la plena recuperación

Los grandes medios de comunicación occidentales han ignorado la mayor parte de lo que ha acontecido en Bolivia desde la elección, aparte de dar cierta cobertura a las noticias del coronavirus y de las inundaciones que sufrió el país en enero. Estos medios han relacionado a Bolivia con Rusia porque le está suministrando su vacuna Sputnik V, de bajo coste, como a otros 50 países.

La prestigiosa revista médica The Lancet acaba de publicar que la Sputnik V es eficaz contra el 91,6% de los casos sintomáticos de covid-19. El gobierno boliviano también ha encargado vacunas de producción occidental, como la de Astra Zeneca, que cuesta tres veces más que la rusa y no es tan eficaz contra la cepa sudafricana del virus.

A comienzos de febrero, 218.000 personas habían resultado positivas en las pruebas. La población ronda los 11,5 millones y unas 50 personas mueren diariamente. La propia hermana de Evo Morales, Ester, ha muerto por el virus a los 70 años.

A pesar de temer un colapso económico, Arce no ha cerrado tantos negocios como mucha gente desearía. Los trabajadores de la salud están contrariados, los hospitales a punto de la saturación. En la región de Santa Cruz, la más conservadora, los trabajadores sanitarios llevaron a cabo una huelga parcial de 24 horas (el 2 de febrero) con el fin de exigir un mayor confinamiento de la sociedad para evitar una mayor expansión del virus y de sus mutaciones.

Además, muchas personas desean que se retrasen las elecciones municipales y regionales previstas para el 7 de marzo. El gobierno tiene la intención de mantener la fecha a pesar de los temores al aumento de infecciones.

Nota: El Movimiento al Socialismo (MAS) fue fundado por Evo Morales en 1998 como consecuencia de las luchas de los agricultores cocaleros por mantener la tradición indígena de mascar las hojas de coca (nada que ver con la cocaína), un estimulante muy utilizado especialmente por los chóferes. Los objetivos de la lucha del MAS incluyen el derecho al libre acceso al agua y el abandono de la competitividad extremadamente codiciosa del capitalismo. El comunitarismo aspira a la toma de decisiones colectiva y a una economía cooperativa, que conecte al individuo con la comunidad y rechace las políticas del laissez-faire. Algunos denominan a esta forma de sociedad visionaria “socialismo utópico”, o “socialismo del siglo XXI”. La intención es evitar las revoluciones violentas de los siglos XVIII, XIX y XX. El gobierno de la clase obrera se reemplazaría por el gobierno de todos los ciudadanos dejando fuera al gobierno del capital o de las corporaciones. La forma preferida para la elección de líderes es la votación directa en las asambleas, aunque estos líderes no lo serían de forma permanente. El comunitarismo es un vástago del movimiento de liberación panhispánico liderado por el ejército venezolano y su líder político, el general Simón Bolívar (1783-1830). Las insurrecciones acabaron con el gobierno colonial español en Venezuela, Bolivia, Perú, Ecuador, Panamá y Colombia. La Gran Colombia fue creada en 1821 bajo la presidencia de Bolívar. La federación incluía gran parte de lo que hoy día son Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador.

Ron Ridenour es un activista por la paz desde 1961, periodista y escritor en activo. Ha vivido 1 año en Nicaragua y 8 años en Cuba, donde fue editor de Prensa Latina y de la Editorial José Martí. Fue intérprete personal de Evo Morales en la COP 15 de Copenhague. Se le puede contactar en www.ronridenour.com.

Fuente: https://www.counterpunch.org/2021/02/12/bolivias-first-three-months-of-pro-socialist-electoral-victory/

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