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Luis Espinal y el Papa

Fuentes: Rebelión

La próxima venida del Papa Francisco a nuestro país, ha despertado mucha esperanza, así como innumerables inquietudes e iniciativas en el pueblo creyente. Más aún y sobre todo ahora que su mensaje pastoral ha cobrado tanta incidencia mundial, en vista de la inocultable sensibilidad y preocupación social que ha mostrado reiteradamente sobre los temas y […]

La próxima venida del Papa Francisco a nuestro país, ha despertado mucha esperanza, así como innumerables inquietudes e iniciativas en el pueblo creyente. Más aún y sobre todo ahora que su mensaje pastoral ha cobrado tanta incidencia mundial, en vista de la inocultable sensibilidad y preocupación social que ha mostrado reiteradamente sobre los temas y las causas más acuciantes que afectan a los pobres y los sectores más vulnerables.

En ese marco, dado el muy corto tiempo de estadía y una enorme agenda en la que no es posible descuidar ningún detalle; ha destacado y no es un dato menor, la inclusión a su llegada de un espacio para rememorar y destacar el compromiso, la labor y el sacrificio de aquel sacerdote jesuita, el padre del pueblo, Luis Espinal.

Tampoco es un elemento irrelevante que se haya decidido escoger a este personaje tan querido y recordado por todos los bolivianos, porque al margen de la muy rica y amplia labor comunicacional y de compromiso evangélico que Lucho Espinal quiso transmitir principalmente desde su propia praxis existencial; todos sabemos que ello precisamente lo llevó a morir en las manos despiadadas de sus torturadores y asesinos, que representaban al cruento y salvaje régimen dictatorial y antidemocrático de esos años.

El mensaje es muy claro entonces, y así como el gobierno está muy interesado en destacar su adscripción a una Iglesia sensible y comprometida con la causa de los más pobres y desvalidos; a su turno, parecería que la Iglesia, nada menos que por medio de su máximo representante, el Siervo de siervos, quiere dejar patente que no es posible avanzar con solvencia y no es posible construir una nueva sociedad, si previamente no se ha restablecido la verdad y la memoria sobre el olvido, no se ha deparado justicia y, sobre todo, no se han curado las profundas heridas de la tortura, el exilio, la violencia política y la muerte, que han dejado a su paso los regímenes antidemocráticos y dictatoriales del pasado.

Un pueblo y un Estado que no recuperan su memoria y la verdad, que no restablecen la justicia y que no logran saldar las deudas históricas de violencia y autoritarismo que impidieron actuar en libertad, democracia y dignidad a su pueblo, no pueden llamarse libres.

Por eso y en este aspecto, la visita del Papa Francisco es una ocasión inmejorable para proceder en consecuencia. Sin embargo, los hechos parecen demostrar lo contrario. Ya han pasado más de 3 años de una tenaz vigilia instalada frente al Ministerio de Justicia en la ciudad de La Paz, donde muchos bolivianos, víctimas de la violencia política y de las dictaduras al igual que Lucho Espinal, continuamos aguardando que el gobierno escuche y de cumplimiento de sus responsabilidades, a su discurso de apego a los derechos humanos y de las leyes y normas que lo obligan.

Precisamente por la justeza y la razón de esta causa de las víctimas de violencia política, en el mes de Marzo del presente año, el gobierno nacional fue convocado a la Sede de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en Washington, para participar en una Audiencia convocada expresamente para abordar este asunto. Con presencia y por recomendación del Presidente y el Relator de la CIDH, la Ministra de Justicia y el Procurador se comprometieron a reunirse con las organizaciones representativas de las víctimas y familiares de la violencia política ejercida por gobiernos dictatoriales. Desde esa fecha hasta ahora (más de dos meses), el compromiso ha sido incumplido y todo parece mostrar que el gobierno ha retornado a su antiguo y persistente desprecio e insensibilidad por la situación y los derechos de tantos ciudadanos, que a la par de Luis Espinal, continúan el infortunio de seguir sufriendo su re-victimización.

Bajo esos términos, no quisiéramos pensar que si ello hacen con un simple compromiso de reunión, esa misma lógica pueda ser utilizada con las recomendaciones de la CIDH. Solo queda confiar que el «espíritu» de Lucho Espinal contribuya a que ello no suceda.

Arturo D. Villanueva Imaña. Sociólogo, Cochabamba, Bolivia.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.