Estamos en vísperas de ver el nacimiento de una nueva central del proletariado mexicano. El proyecto tiene meses forjándose. Paso a paso. Sin mucha prisa pero tampoco tan lento. Con el cuidado que requiere un instrumento de tal naturaleza. Se trata que este ser nazca bien, con mucha vida, robusto, de nueve meses, que alumbre […]
Estamos en vísperas de ver el nacimiento de una nueva central del proletariado mexicano. El proyecto tiene meses forjándose. Paso a paso. Sin mucha prisa pero tampoco tan lento. Con el cuidado que requiere un instrumento de tal naturaleza. Se trata que este ser nazca bien, con mucha vida, robusto, de nueve meses, que alumbre justo en el momento y atendido por manos expertas y altamente calificadas.
Están ya más de cincuenta organizaciones sindicales, listas. El medio centenar de agrupaciones abarcan un buen número de estados del país. Con la convicción de incorporarse a este destacamento obrero independiente, cuando menos medio millón de compatriotas asalariados, que viven de su jornada laboral diaria. 500 mil obreros, en el arranque.
La columna vertebral de este proyecto histórico son el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
No es capricho, ni ocurrencia, tampoco aventura. La aparición de la nueva central obrera independiente mexicana es una necesidad, diríamos, una imperiosa necesidad.
Es el apremio de unir fuerzas. Las luchas aisladas son vulnerables, débiles. Se trata de sumar las potencialidades de mineros, académicos, profesionales de la salud, electricistas, maestros, jornaleros agrícolas, azucareros, telefonistas, choferes, es decir, a todos los trabajadores mexicanos estén en el sector que estén, a todos, absolutamente a todos, hay que convocarlos, invitarlos, integrarlos a este gran frente, a esta nueva central de trabajadores, con el objeto de defender sus derechos, conquistas e intereses, ante la voracidad patronal y los personeros del modelo neoliberal.
Desde que Vicente Lombardo Toledano dejó la dirección de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), ésta, se convirtió en un instrumento del capital. Esta organización no le sirve a los trabajadores mexicanos, le sirve a los dueños del dinero y es una filial del priísmo, cuyo sistema político económico ha hecho un gran daño al país y, también, debe ser sustituido por otro que salvaguarde tanto el interés social como el de la patria.
La CTM dejó un enorme hueco en la nación. Ese hueco lo cubrirá la nueva central de trabajadores promovida por el SME y la CNTE. Sin duda, será un factor determinante para derrotar las políticas antinacionales, antipatrióticas, antisociales y antilaborales de Peña Nieto, por consecuencia, para salvar al país y conducirlo a estadios superiores.
Blog del autor: http://miguelgonzalezibarra.
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