Durante el sexenio 2007-2012, la producción (en volumen) de la manufactura mexicana se expandió en términos reales a una tasa media anual de 1.2 por ciento, ello como resultado de un crecimiento de la productividad del trabajo de 1.6 por ciento y una caída del empleo de -0.4 por ciento. La dinámica positiva de la […]
Durante el sexenio 2007-2012, la producción (en volumen) de la manufactura mexicana se expandió en términos reales a una tasa media anual de 1.2 por ciento, ello como resultado de un crecimiento de la productividad del trabajo de 1.6 por ciento y una caída del empleo de -0.4 por ciento. La dinámica positiva de la productividad a costa de la caída del empleo no se asoció con un crecimiento de los salarios reales, de hecho las remuneraciones medias reales (con base en las horas trabajadas) mostraron un retroceso de -0.2 por ciento. De un total de 21 subsectores manufactureros, sólo maquinaria y equipo acompañó el crecimiento de la productividad de un incipiente crecimiento de las remuneraciones reales. A nivel ramal sólo en dos de las diez ramas más dinámicas (maquinaria y equipo para comercio/servicios y para la industria metalmecánica), las remuneraciones reales crecieron por arriba de un 2.2 por ciento (Monitor de la Manufactura Mexicana 2013).
Los datos revelan entre otras cosas, la regresividad en la distribución del ingreso con la que opera la manufactura mexicana. Para efectos de evaluar la evolución de la distribución del ingreso, tomaremos como referencia la diferencia entre el crecimiento de la productividad y el crecimiento de las remuneraciones medias reales con base en las horas trabajadas. Una mayor divergencia entre ambos indicadores apuntaría a que la distribución del ingreso se está tornando más regresiva y viceversa, una menor diferencia apuntaría a una distribución más progresiva. Para la manufactura en su conjunto el remanente entre productividad y remuneraciones reales fue de 1.9 durante 2007-2012, mientras, a nivel ramal supero los 13 puntos en las dos ramas industriales más dinámicas (de un total de 86): motores de combustión interna, turbinas y transmisiones; computadoras y periféricos. Con ello, se estaría asistiendo a una distribución del ingreso más regresiva particularmente en las ramas manufactureras más dinámicas e integradas a los mercados externos.
La mayor regresividad en la distribución del ingreso y por lo tanto, el aumento de la tasa de explotación, no se tradujo en una elevación de la inversión, de hecho el coeficiente de inversión global se estancó en un 22.3 por ciento durante el mismo periodo. Ello pudiera explicarse porque los menores costos que implica una elevación de la tasa de explotación (vía reducción del salario real) se ven más que contrarrestados por las menores ventas que provoca el empobrecimiento de los trabajadores. Las menores ventas impactan adversamente sobre la rentabilidad empresarial y por esta vía sobre la inversión. La situación es muy diferente en las ramas más dinámicas integradas a los mercados internacionales. En ellas los bajos costos (asentados en bajos salarios), las vuelven competitivas internacionalmente, a su vez, como exportan buena parte de su producción, no se ven perjudicadas por el pobre desempeño del mercado interno.
A un año de la reforma laboral que seguramente ha acentuado las tendencias anteriores, el empresario industrial nacional debiera mostrarse más reflexivo y privilegiar una visión de conjunto, nacionalista y de largo plazo, antes de alinearse ciegamente con los intereses del puñado de empresas exportadoras que han sido las grandes ganadoras del andamiaje actual. Una reflexión muy similar se debiera hacer en el contexto de la recientemente aprobada reforma que privatiza a PEMEX.
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