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Marcelo Ebrard y la construcción de una candidatura a la presidencia de México

Fuentes: Rebelión [Imagen: Marcelo Ebrard Causabon, Andrés Manuel López Obrador y Mario Delgado]

Se dice que la ruleta política puede dar en algunos casos segundas o terceras oportunidades, sobre todo para aquellos que tienen la capacidad de adaptarse a los tiempos, circunstancias, y coyunturas.

La política no tiene relación con la moral

Nicolas Maquiavelo

Es el caso de Marcelo Ebrard Casaubon, actual secretario de Relaciones Exteriores de México, quien por esas particularidades, su cercanía con el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y no tener un contrincante de peso que le haga sombra, se perfila como un firme candidato a la presidencia de la Republica en el 2024.

Doce años antes, había construido una candidatura desde sus oficinas de la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México (2006–2012), a donde llegó de la mano de su ex jefe López Obrador.

Marcelo Ebrard tiene una trayectoria de casi cuatro décadas en la alta burocracia y en la política, más larga que la del propio presidente. En mayo de 2011, siendo jefe de Gobierno del Distrito Federal, la City Mayors Foundation lo nombró como el Mejor Alcalde del Mundo 2010, «por defender los derechos de la mujer, de las minorías y promover asuntos de materia ambiental», como informó en un comunicado el gobierno de la ciudad.

Por su parte la prensa francesa llegó a considerarlo como el nuevo «líder de la izquierda en México». Y no era para menos, como diputado federal en 1998 se opuso a la conversión del rescate bancario en deuda pública, y como jefe de Gobierno promovió leyes progresistas que el propio AMLO no se atrevió a tocar, como la legalización del aborto, la muerte asistida, los matrimonios entre personas del mismo sexo y la renta de úteros; además, tejió redes clientelares que le permitieron moverse cómodamente ante el proceso electoral del 2012.

El político de origen franco-catalán, decía abiertamente, cuando se le preguntaba por sus aspiraciones a la presidencia, que «no hay peor lucha que la que no se hace», pero agregaba que «si las cosas no salen, seguiré trabajando para que la izquierda tenga el peso que debe tener en México, porque lo que es un riesgo muy grande es una izquierda débil, chiquita, dividida y confundida».

Pero las cosas no salieron como él pensaba, las tendencias demoscópicas le dieron a AMLO una mayoría y así obtuvo éste la candidatura a la presidencia a través del Partido de la Revolución Democrática en alianza con el Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano. Marcelo Ebrard aceptó que no era su tiempo.

Derrotado López Obrador por el oficialista Enrique Peña Nieto, y sin apoyo político, Ebrard tuvo que exiliarse en Francia en 2015, luego que diputados afines al gobierno lo acusaran de «peculado, uso indebido de atribuciones y facultades y ejercicio abusivo de funciones», todo en torno a la construcción de una línea del Metro capitalino durante su mandato. Regresó en 2018, para incorporarse a la campaña de López Obrador, candidato del partido Movimiento Regeneración Nacional (MORENA) que le dio el triunfo.

En política los tiempos son muy cortos, y en México la lucha por el poder no duerme. De acuerdo con Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, a mediados de noviembre del 2023, es decir dentro de 36 meses, los partidos políticos ya habrán designado precandidatos para la elección de presidente.

Y para ello se requiere que el partido en el poder sea dirigido por una persona de las confianzas del presidente… y del delfín. Y ahí había un problema, pues ese instituto se debatía entre la pandemia, golpes bajos y constantes pleitos de grupos y personas que pretendían el liderazgo .

También había urgencia de definir el futuro de MORENA, el 6 de junio de 2021 México tendrá las elecciones más grandes de su historia, cuando 94 millones de votantes están llamados a elegir a 500 diputados federales, 15 gobernadores, 30 congresos estatales y 1.900 ayuntamientos.

Las encuestas hablan

Ante esto y aunque López Obrador desconfiaba de las encuestas porque las «cucharean», (las alteran, les ponen de más), «sugirió» que el futuro presidente de MORENA fuera electo mediante ese procedimiento, porque “las competencias desgastan y crean divisiones”, dijo, y propuso que tal ejercicio fuera realizado por el Instituto Nacional Electoral.

Ante las críticas dentro y fuera del partido, ya que los estatutos establecen que el presidente y secretario general se eligen mediante delegados en un Congreso Nacional, tuvo que intervenir el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, quien ordenó que aquél realizara la encuesta entre militantes y simpatizantes, y le dio 45 días para hacerla. El INE informó que contrataría a tres casas encuestadoras para hacer el trabajo.

En la primera encuesta de «reconocimiento» «para estimar el porcentaje a nivel nacional de militantes y simpatizantes que conocen a cada uno de los candidatos designados», según informó el INE, Porfirio Muñoz Ledo legislador y líder histórico de la izquierda ocupó el primer lugar con 41.7% de reconocimiento, seguido de Mario Delgado, coordinador de los diputados de Morena, con 27.1%.

Muñoz Ledo afirmó que elegir a Delgado como presidente de MORENA convertiría en los hechos a Ebrard en candidato presidencial y desplazaría a López Obrador a mitad de sexenio (Mario Delgado es gente muy cercana a Marcelo Ebrard; en diciembre de 2006 éste lo designó secretario de Finanzas del Distrito Federal y luego en 2010 secretario de Educación). Delgado negó cualquier intención de operar a favor de Marcelo Ebrard rumbo al 2024.

En el inter hubo más declaraciones ríspidas de los dos bandos. Porfirio criticó abiertamente a Marcelo, de quien dijo «emana una energía negativa dentro del partido» y amenazó con expulsarlo de la agrupación si llegaba a la dirigencia .

A los pocos días Ebrard le contestó fuerte: «mi único compromiso con López Obrador es “una vacuna contra la mezquindad y la calumnia”.

Y vino la segunda encuesta, el INE informó de los resultados: 25.34.% de apoyo a Porfirio Muñoz Ledo y 25.29% a Mario Delgado; el resto se dispersó entre otros candidatos menores. El primero se asumió como ganador.

Y entonces la guerra de declaraciones subió de tono: Delgado acuso a Porfirio de hacer «una suerte de golpe de Estado al partido», y que con «ese nivel de vehemencia, puede en cualquier momento desconocer a nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador o hasta atacarlo»

Muñoz Ledo no se quedó callado y aseguró que Delgado «está detrás de una campaña mendaz, estúpida y peligrosa», y aseguró que ellos son los oportunistas que llegaron de última hora al partido. Aunque AMLO dijo que se mantenía al margen de la disputa, se sabe que al único que ha recibido en audiencia es a Mario Delgado.

Así las cosas, la autoridad dijo que era empate y que se realizaría un tercer sondeo para saber por fin, quien presidiría el partido.Aquí empezaba a sentirse un tufo de imposición. Con Muñoz Ledo a la cabeza del partido no se aseguraría la candidatura de Marcelo Ebrard, con el incondicional Delgado, sí.

El INE informó el 23 de octubre los resultados de la tercera encuesta abierta: Mario Delgado obtuvo 58.6% de votos, a diferencia de su contrincante, Porfirio Muñoz Ledo, quien obtuvo el 41.4%. Una diferencia de 17.2 puntos porcentuales. Ebrard tiene, si no sucede un inconveniente mayor, despejado el camino para ser candidato a la presidencia de México en 2024. ¿Tendrá razón el presidente de México que las encuestas las «cucharean?

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Tulio Ortiz Uribe es periodista, radicado en Baja California Sur, México.