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La lucha es de todos

Marchar y agitar con el magisterio

Fuentes: Fragua

El viernes 24 de junio me reuní con mis compañeros de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP) para llevar a cabo un brigadeo en la marcha convocada por diversas organizaciones en apoyo a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Algunos de ellos llevaban varios paquetes de volantes en los […]

El viernes 24 de junio me reuní con mis compañeros de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP) para llevar a cabo un brigadeo en la marcha convocada por diversas organizaciones en apoyo a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Algunos de ellos llevaban varios paquetes de volantes en los que, entre otras cosas, se hablaba acerca de la represión que había sufrido el magisterio y el pueblo en Nochixtlán, Oaxaca, y en donde se hacía un llamado a todos los sectores de la sociedad para incorporarse a la lucha y solidarizarse con el magisterio.

Pensábamos que esa tarde llovería, aunque eso no nos asustaba, lo que nos preocupaba era que se dañaran los volantes y, sobre todo, nuestro periódico, FRAGUA. Nos incorporamos a la marcha por los lados, donde había muchos curiosos que se quedaban mirando o que llevaban pancartas donde se leían leyendas en apoyo al movimiento y otros que simplemente estaban ahí por morbo.

La dinámica consistía en repartir el volante a un pequeño número de personas concentradas en un mismo lugar, mientras alguno de nuestros compañeros se «aventaba» una arenga. Esas breves arengas consistían principalmente en decir quiénes éramos, de dónde veníamos, porqué habíamos salido a las calles y sobre la importancia de salir a luchar no solamente por la represión contra el magisterio, sino también porque hay una lista de innumerables injusticias que se han cometido y se cometen contra el pueblo por parte del sistema capitalista, un sistema injusto que sólo vela por sus intereses y no por los de la gente trabajadora; también decíamos que la evaluación al magisterio no es para mejorar la educación, sino que es un instrumento para justificar innumerables despidos de maestros y que la reforma no plantea mejorar la calidad de la educación, pero sí impacta seriamente en la economía de las familias porque ahora van a cargar con los gastos de mantenimiento de las escuelas y, además, existe la amenaza de que los libros de texto que se dan en cada ciclo escolar dejen de ser gratuitos.

Al término de cada una de nuestras intervenciones, pasábamos un pequeño bote en donde la gente podía depositar su cooperación voluntaria, la cual es utilizada para seguir publicando el periódico FRAGUA o reimprimir volantes , si no cooperaban les decíamos que podían sacarles copias a los volantes y repartirlos o pegarlos en algún lugar visible, al cabo que lo realmente importante era compartir la información con nuestros conocidos, amigos, familias, escuelas y en los centros de trabajo.

Yo solamente repartía los volantes, mientras otros compañeros agitaban, pero después de un tiempo tuve que vencer el miedo comenzar a hacerlo también y con mucho esfuerzo me dirigí hacia las personas. Había quienes se acercaban para pedirnos un volante y escuchar lo que decíamos. Al terminar y despedirnos muchos de ellos eran generosos con su cooperación. Nos movíamos de extremo a extremo de la marcha mientras escuchábamos consignas como: «¡Maestro luchando también está enseñando!».

Un momento sin duda conmovedor fue cuando unos pequeños de primaria, que portaban su uniforme y sus mochilas, con megáfono en mano gritaban que defenderían a sus maestros y que por su futuro se oponían a las reformas. Debo confesar que se me erizó la piel y el cuerpo se me llenó de ánimo, los niños se perdían entre la multitud y captaban el lente de todos los fotógrafos que estaban presentes.

La marcha concluyó en las inmediaciones del Palacio de Bellas Artes, debido a que los granaderos del gobierno capitalino impidieron el paso para llegar a la plancha del Zócalo. Al terminar, todos los que conformábamos la brigada nos movimos en dirección hacia la estación del Metro Hidalgo, donde yo creí que había terminado la jornada y me separaría de mis compañeros, pero después me convencieron de irnos juntos hacía la misma dirección, por seguridad.

Como última actividad haríamos «Metro popular» quince minutos; comenzamos con la actividad y los policías auxiliares que estaban en la entra de la estación no se interpusieron, pero en su semblante se podía ver que había confusión y preocupación, se movían de un lado a otro siguiendo su protocolo torpemente. Cuando comencé a preocuparme porque sentía que éramos muy pocos, llegaron varios compañeros de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) llenos de energía, con mucha euforia, sumándose a nuestra actividad. Seguíamos repartiendo los volantes mientras todos a una sola voz gritábamos las mismas consignas. Pasados los quince minutos, dejamos a los compañeros de la UAM y comenzamos a alejarnos hasta que nos ubicamos del otro lado de los torniquetes, donde finalmente nos separamos para que cada quien se marchara a casa.

NOTA: Este artículo fue publicado como parte de la sección LUCHA POPULAR del No. 19 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), en circulación desde el 25 de julio de 2016.