La elección en la localidad de Marcos Juárez en la provincia de Córdoba concentró las miradas de todo el arco político nacional. También dejó en evidencia los mecanismos ocultos (y no tanto) de esta democracia. «Si vos observás que los dos principales partidos -el peronismo y el radicalismo-, sumados no llegaron al 50% en la […]
La elección en la localidad de Marcos Juárez en la provincia de Córdoba concentró las miradas de todo el arco político nacional. También dejó en evidencia los mecanismos ocultos (y no tanto) de esta democracia.
«Si vos observás que los dos principales partidos -el peronismo y el radicalismo-, sumados no llegaron al 50% en la última elección provincial, te das cuenta de la fragmentación política que existe en Córdoba», afirma el consultor. «Es un dato que te dice la bronca que tiene la gente con la política tradicional», reflexiona a modo de conclusión.
Es domingo por la tarde y uno de los primeros soles primaverales acaricia las calles de Córdoba. Marcos Juárez, una localidad que se encuentra al sudeste de la provincia y que apenas cuenta con 23 mil electores habilitados para votar, elige intendente. Solo 17 mil harán efectivo su voto al final de la jornada.
A la encuesta de «boca de urna» le queda solamente un «corte», el último, que se realiza unas horas antes del cierre de los comicios. Muy difícil que cambie la tendencia que se vino manifestando durante casi todo el día: el candidato del PRO, apoyado abiertamente por la UCR y más solapadamente -aunque con la intención de que se note-, por Luis Juez; estaba ganando la elección. Más tarde cuando termina el recuento, se impondrá como ganador. El encuestador la pegó casi sin margen de error. Macri llegó por la tarde, junto con Michetti. Entre todos arman el clásico y colorido festejo, entre bizarro y patético, que caracteriza a las fiestas amarillas del PRO. Una mezcla de cumpleaños infantil y casamiento al estilo del último de los Relatos Salvajes de Szifrón.
«Los boca de urna no sirven de mucho en general, lo encargan aquellos que tienen aparato para mover», explica otro encuestador. «Yo te puedo dar durante el día un panorama preciso de cómo te está yendo, incluso las escuelas donde te está yendo mal. Vos podés verificar problemas, o si tenés un buen financista intervenir en la tendencia y con un poco de suerte capaz que hasta la das vuelta», explica -como en una clase no de teoría, sino de práctica política-, los mecanismos ocultos de la democracia burguesa. Suerte, aparato y un buen financista, parecen ser los pilares «democráticos» de este régimen.
¿Qué hay de nuevo, viejo?
«Hay que ver quién es el Chatman de este Chirolita», interroga más adelante un periodista y analista que conoce el paño de la política local. Con la adivinanza pretende desenmascarar la movida de Luis Juez de acercarse al PRO. «Si vos mirás a quien le conviene levantar a Macri para ponerlo como el principal enemigo o adversario, lo sacás al toque». No tenemos pruebas para determinar si el razonamiento expresa la realidad, lo que no se puede negar es su verosimilitud. Luis Juez es un experimentado «garrochero», pasó de las filas del delasotismo a la creación de un partido propio al que llamó sin mucha metáfora «Partido Nuevo», para aprovechar los aires de hartazgo popular con los partidos tradicionales en el pos-2001. Tuvo su acercamiento al kirchnerismo, a «Lilita» Carrió, no le faltaron amoríos con los radicales, y últimamente compartía el espacio con el socialismo sojero de la región centro, liderado por Hermes Binner. En el medio no se privó de cautivar a cierta izquierda oportunista y electoralera, de entusiasmo fácil, que proclamaba que Juez representaba, ejem… la «nueva política», a la que le correspondía una «nueva izquierda». Hoy la nueva política va a los pies de la «nueva derecha» y la nueva izquierda repite en miniatura la vieja tragedia de antiguos reformismos.
Democracia de ruleta
Efectivamente, la magia de la «democracia» financiada y permanentemente «operada» hizo que una pequeña localidad del sur cordobés se convierta por un día en el centro de todas las miradas de la política argentina. El kirchnerismo, como es evidente, viene «levantando» a Macri como adversario principal, en parte para «bajar» a sus rivales y competidores, y/o con el objetivo de los que sueñan con «la gran Bachelet»: una alternancia de derecha que permita la vuelta triunfal en 2019. Macri, como el Piñera de Cristina. Los políticos de las grandes coaliciones tradicionales piensan el largo plazo de su propia supervivencia como casta; total con suerte y unos cuántos buenos financistas, soñar no cuesta tanto.
Las corporaciones políticas y mediáticas opositoras, también levantan a Macri como esperanza blanca para el fin de este «populismo». «Córdoba fue siempre cuna del antikirchnerismo y la resistencia contra todo autoritarismo», escribe un comentarista del diario La Nación, entusiasmado por el triunfo en Marcos Juárez. Aunque seguramente olvida que también fue cuna de «zurdadas» como el Cordobazo, el Viborazo y la mismísima Reforma Universitaria.
«Esto es un tsunami del cambio», comenta al otro día Macri en un programa de radio, por esta elección donde votaron 17 mil personas en un país de más de 40 millones, que representa apenas el 0.7% el padrón nacional y que está situada en el corazón sojero del país. Destacó que los méritos son casi todos del PRO (y alguito de la UCR local que responde al «Milico» Aguad). Un malagradecido, con todo lo que está haciendo el kirchnerismo por su proyecto.
Coherencia
«Ustedes tienen un valor que todo el resto no puede mostrar: la coherencia; y ahora lo está visibilizando mucha más gente», afirma el consultor, refiriéndose a la izquierda y al FIT; en una apreciación que habla más de los descomposición de la política tradicional, que de las mejores virtudes de la izquierda, que posee valores, programa y perspectivas que superaran a la coherencia. Aunque no se puede negar que, por eso mismo, la contiene. Y esto es valorado por una franja cada vez más amplia de trabajadores y jóvenes luego de que en 2013 el FIT emergiera como una gran fuerza nacional y ahora cobre protagonismo en la defensa de las conquistas obreras y la pelea contra la represión de las descompuestas fuerzas de seguridad.
Estos mecanismos tramposos de pequeña política y de una democracia en manos de buenos financistas y dependiente del juego de la gran rosca, hicieron que Marcos Juárez se convierta en el centro de la política nacional. Y allí, ésta «democracia» fue una pinturita.
Fuente: http://diarioalfil.com.ar/2014/09/10/marcos-juarez-una-pintura-de-la-democracia/