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¿María Anelín Suárez agente sionista?

Fuentes: Rebelión

Se declara la Guerra de Quinta Generación: la neurológica. Al contrario de la guerra de cuarta generación, se invoca ya no a los sentimientos del orgullo local, nacional, de clase o reivindicaciones regionales, sindicales, etc., sino al factor psicológico, al subconsciente, a lo subyacente como una emoción mucha más extrema: el miedo, el que nos […]

Se declara la Guerra de Quinta Generación: la neurológica. Al contrario de la guerra de cuarta generación, se invoca ya no a los sentimientos del orgullo local, nacional, de clase o reivindicaciones regionales, sindicales, etc., sino al factor psicológico, al subconsciente, a lo subyacente como una emoción mucha más extrema: el miedo, el que nos inculcaron contra el socialismo.

¿Pero quién es María Anelín Suárez? Muy poco se encuentra en internet respecto a ella. Dato curioso, algunos medios, no muy conocidos, le han dado cobertura aunque de ella no se sabe lo suficiente. En su perfil se indica que vive en Washington; sin embargo en sus videos menciona que ‘retorna a casa’ refiriéndose a Santa Cruz, que es en realidad la ciudad donde opera y/o vive. Se nota que posee una posición económica aventajada, lo que le permite hacer múltiples viajes alrededor del mundo, aun así se ignora su fuente de ingresos o situación laboral. En fin, lo que se sabe también es que forma parte de un proyecto llamado Nasruas. Lo demás lo dicen sus propias declaraciones: «En un futuro vamos a vivir en libertad, entre quienes de nosotros vamos a luchar por la libertad, porque no es contra el Gobierno sino una lucha contra el socialismo y contra el comunismo que está atacando a nuestros países».

De acuerdo a sus propias publicaciones en Facebook es posible que hubiera recibido adiestramiento militar, o de otro tipo, en Israel. Es la misma mujer que es premiada con una medalla del Estado judío como ‘activista de la paz’. Siendo más bien portadora de un discurso cargado de odio e incendiario que llama directamente a la confrontación con arengas tales como: ‘con los cruceños más unidos que nunca vayamos al Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) a echar a estos ‘indeseables de los collas’, tipificándolos como ‘zepes (hormigas) que depredan suelo cruceño para sembrar coca’. En general sataniza a los migrantes indígenas del altiplano y valles (tal como se lo hizo en Sucre el año 2008).

En esa dirección, su mentalidad de rechazo al indio es afín al discurso de su más férreo portador: Jair Bolsonaro, quien se ha declarado abiertamente enemigo de los indígenas y del socialismo. Uno de sus diputados, Rodrigo Amorim declaró recientemente «que el que quiera a los indios que se vaya a Bolivia». Coincidente mentalidad con la de María Anelín Suárez, quien se entrevistó sumisa, incluso se fotografió, con el fascista Bolsonaro, cuando ni siquiera los propios brasileños tienen acceso directo con alguien que no hace mucho fue víctima de un atentado. En ese sentido aquel encuentro no sino producto de un solapado lobby (¿judío?) en la misma línea de Trump, quien sataniza igualmente a los migrantes centroamericanos tipificándolos de narcotraficantes y violadores. Para estar a tono con Trump, Bolsonaro pronto trasladará su embajada a Jerusalén.

Esta «embajadora de la paz», en sus discursos de odio, expresado sobre todo en redes sociales, muestra como ejemplo ideológico a Pinochet. Lo cita: ‘en Chile no hay una dictadura sino una ‘dictablanda’. En realidad es un país dividido por los miles de muertos y desaparecidos en aras del sacrosanto mercado global, representado ahora por Piñera.

En su labor de agitadora y lideresa de los amorfos colectivos ciudadanos Anelín les presta su rostro a los resentidos contra un Estado Plurinacional. Usa, como herramienta heredada de Carlos Valverde, sin ninguna vergüenza, fakenews, cuando acusa ‘al infiltrado masista que lleva el tatuaje del rostro del Che, que fue quien provocó el incendio del Tribunal Electoral en Santa Cruz. Algo que fue públicamente desmentido: porque el agitador de marras resultó que no era ni masista ni tenía un tatuaje del Che, sino el de su madre. En todo caso se trata del trillado y mecánico libreto de acusar sin pruebas e inventar falacias para que el nivel de odio suba. Otra de sus mentiras es que Bolivia compra gasolina chilena (siendo que Chile no es productor de Gasolina). Este hervidero de engaños es lo que intenta hacer creer a una sociedad anestesiada por sus prejuicios.

Algo muy importante que debería llamarnos la atención -el motivo del presente artículo- es la máscara que usan estos actores-agentes como María Anelín Suárez para camuflarse en las «plataformas ciudadanas«. Lo cierto es que esta actriz-agente no está reconocida por ninguna institución, es casi desconocida en el país, aunque en el exterior use sus fake news como que, según ella, representa al 70% de los bolivianos. ¡Sí de los bolivianos! proclamándolo en actividades públicas oficiales y militares, tal como se la puede ver en sus videos en su cuenta de Facebook en Israel.

Se sabe que el sionismo es ‘un movimiento político que busca el exterminio del pueblo palestino apropiándose de su territorio. Es una ideología basada en la supremacía de la raza judía sobre las demás por ser, como dicen ellos, los elegidos de Dios y reinar ‘donde quiera que estén’. Actualmente está digitada por grupos ultra ortodoxos, nacionalistas y de la extrema derecha israelí como Kulanu, Shas, Judaísmo Unido de la Torá, para apuntalar a Benjamín Netanyahu, a quien la misma Mossad califica como belicista, muy dispuesto a un ataque nuclear contra Irán. En su reciente visita a Brasil – en una fortaleza militar de Rio de Janeiro- Netanyahu acordó con Jair Bolsonaro, ‘como buenos hermanos y aliados’, crear una asociación estratégica en áreas tan sensibles como defensa y seguridad, además de definir una agenda política y diplomática común.

El Mossad operaba ya en México, con asesoría de fuerzas militares israelíes, que socavaron su soberanía nacional. «Oficialmente, los acuerdos de seguridad entre México y el régimen de Israel son para combatir el narcotráfico, pero organismos de derechos humanos sostienen que empresas de seguridad israelíes trabajan con grupos paramilitares que atentan contra la población civil indígena, como lo ocurrido en la comunidad de Copala, en el Estado mexicano de Oaxaca, con métodos análogos a las muertes del pueblo triqui, procedimientos similares en relación a los palestinos, donde hubo asesinatos de activistas que intentaban llevarles ayuda humanitaria». (Ramsés Ancira). El experto en Seguridad Cibernética, Armando Soto confirmaba que agentes de la Mossad en México estuvieron coludidos con la venta de armas y de represión interna: gases lacrimógenos de tecnología israelí. De igual manera llama la atención que el gobierno de Peña Nieto no condenara el atentado contra Evo Morales.

Con AMLO en la presidencia de México, obliga al sionismo a mover sus fichas más al sur, en contra de gobiernos abiertamente pro-palestinos, que son el objetivo del Mossad (incluso se da el lujo de adiestrar a agentes de la CIA y del FBI). Para ello emplea a agentes internos para desprestigiar al progresismo acusándolos de ‘terroristas globales’ o ‘narcos’, etc. En principio, libraron una guerra mediática, muy hábil, con la que logró reemplazar los proyectos políticos de vanguardia sustituyéndolos con conservadores como Macri y Bolsonaro para, finalmente, hacer abortar UNASUR, evitando así una América latina independiente de Washington. Hoy, la geopolítica imperial ha recuperado terreno (el hijo de Bolsonaro en su visita a Washington tenía puesto un gorro con la leyenda ‘Trump 2020’), ya no usa estrategias judiciales como lo hizo con Lula da Silva; sino usa hasta a ex presidentes derechistas (Álvaro Uribe, Tuto Quiroga, José María Aznar, etc.) con el fin de ‘internacionalizar’ los conflictos domésticos y defenestrar a líderes pro-palestinos como Evo Morales. O ahora, abiertamente en Venezuela con el reconocimiento de un gobierno espurio.

En general, Washington & Tel Aviv, a través de la Mossad, utilizan una estrategia a pequeña escala, un trabajo de hormiga disfrazado de activismo, lo que es más útil como camuflaje. Ahí se inscribe María Anelín Suárez, ante el riesgo de que los dinosaurios conservadores (como Carlos Mesa, Óscar Ortiz) reviertan el rechazo a los partidos políticos tradicionales a partir de la crisis surgida en2003. Lo cierto es que como no hay un líder opositor que haga contrapeso real, menos se avizora el nacimiento de líderes jóvenes hay que crearlos.

«No nos importa lo que hayas hecho, nos importa quién eres». Parece una novela negra pero es lo que busca el Mossad: reclutar mujeres jóvenes a lo largo y ancho del mundo. En ese sentido, el perfil de María Anelín Suárez se encuadra perfectamente como agente potencial: alguien que moviliza y puede convocar a asambleas de vecinos, jóvenes, mujeres y activistas de toda laya, con el fin de impulsarlos hacia la causa imperialista. Sus nexos con el sionismo son oscuros por ‘evidentes’: en RRSS se la ve retratada con militares judíos, ora ante el Muro de los Lamentos, etc. En toda esta parafernalia psicológica, precisamente para mantenerse en la sombra, ella exacerba los miedos de la gente, tal como lo haría una agente en la guerra de Quinta Generación, o la guerra santa israelí.

Alfonso Murillo Patiño es licenciado en Literatura, antiestadounidense y militante evista del proceso de cambio.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.