Poco más de 5 millones han sido convocados el domingo a las urnas para dirimir el poder local, último y más apetecido bastión de la oposición a Evo Morales, en las primeras elecciones en Bolivia signadas por la autonomía departamental para 9 gobernadores y 337 alcaldes y escenario, además, de una batalla mixturada por proyecciones […]
Poco más de 5 millones han sido convocados el domingo a las urnas para dirimir el poder local, último y más apetecido bastión de la oposición a Evo Morales, en las primeras elecciones en Bolivia signadas por la autonomía departamental para 9 gobernadores y 337 alcaldes y escenario, además, de una batalla mixturada por proyecciones demoscópicas que han sembrado confusión en el voto.
Cinco millones cincuenta y cuatro mil ciudadanos citados a más de 23.000 asientos comiciales, elegirán a 2.502 autoridades regionales en un inédito y complicado sufragio autonómico que seleccionará a 337 alcaldes y 1.855 concejales, además de 9 gobernadores y 267 asambleístas departamentales.
La Constitución vigente desde febrero de 2009 embarca, también por primera vez en la historia boliviana, un régimen de autonomías regionales.
Se trata de la selección autoridades subnacionales y de la reconfiguración del nuevo mapa de poder regional en la Bolivia, constitucionalmente plurinacional, que gobierna hace 5 años Evo Morales.
También de la primera conformación de asambleas legislativas departamentales, de apariencia federal, en un país aún unitarista que terminará de redondear las autonomías que en el pasado reciente alzaron como escudo grupos de poder en la provincia de Santa Cruz, la más rica agropecuaria y poblada del país, donde planeó sin éxito el espectro de la secesión.
Las elecciones regionales y municipales, sexto acto democrático desde el 18 de diciembre de 2005, cuando Morales recaudó el 54% de los votos, se materializarán en medio de un escenario sustancialmente distinto al que sirvió las presidenciales de diciembre último en que el mandatario indígena de izquierdas se alzó con un triunfo aún más concluyente: 64% de los sufragios.
Hasta la noche del jueves al viernes en que entró en vigor una veda proselitista y una disposición legal que limita eventualmente los derechos constitucionales de libre locomoción y asociación, los más menos 100 candidatos a las 9 gobernaciones departamentales y a 10 municipios de las ciudades capitales discutieron palmo a palmo la preferencia electoral.
De acuerdo con una maraña de tanteos sobre la intención electoral, la pelea, con toda la connotación que comporta la palabra, se ha emplazado en las gobernaciones de Beni (nordeste, Amazonia) y Tarija (sur), Chuquisaca (sudeste) y Pando (norte, Amazonia), y en los municipios de La Paz (oeste), el más importante del país y, contra todo pronóstico, su vecino Oruro (sudoeste).
A contrapelo de su naturaleza, las encuestas preelectorales han sembrado tanta confusión, por la disparidad de los resultados divulgados, que cuesta hasta barruntar quién y quién no va en parrilla.
Los privados grupos Mori, Captura Consulting e Ipsos, que revelan diferencias de entre 10 y 30 puntos en el mismo universo y la misma muestra y cuyos estudios subrayan márgenes de error muestral de entre 5 y 7%, han emborrachado, literalmente, a los electores acostumbrados a tomar sus decisiones políticas al calor de las predicciones y a última hora y en boca de urna.
De acuerdo con las endebles encuestas de percepción política, el Movimiento Al Socialismo (MAS), de Morales, ganará sin contratiempos en las gobernaciones de La Paz, Oruro, Cochabamba y Potosí.
El indígena Oscar Cocarico, candidato oficialista, marcha a paso firme en La Paz y con una escolta esmirriada, a 40 y 30 puntos porcentuales de ventaja con respecto al segundo, según una encuestadora, aunque otra recorta a 10 puntos la diferencia.
Siempre a la luz de los ininteligibles resultados prelectorales, lo mismo, su correligionario Edmundo Novillo, ex presidente de Diputados, que en el departamento de Cochabamba saca a su contendor derechista José María Leyes 35 puntos.
A paso de parada igualmente acaricia el triunfo, en Oruro, el socialista Santos Tito que lleva al opositor Iver Pereira una diferencia de entre 39 y 55 puntos.
La cuestión parece estar zanjada también en la gobernación de Potosí donde el «compañero» de Evo Morales, Félix González, aventaja con 50 y 60 puntos a su inmediato perseguidor, Orlando Careaga.
De no mediar una reacción desde la espiral del silencio en que suelen sumergirse desde 2005 los preguntados en las ciudades y un golpe de timón en el área rural, donde los encuestadores han llegado a duras penas, el MAS resignará su chance en la gobernación del rico departamento de Santa Cruz, bastión de la más furiosa oposición empresarial y política y caterva, entre 2006 y 2008, de aprestos para fragmentar el país.
El ex prefecto y candidato a la reelección, Rubén Costas, el más ácido opositor a Morales y también líder de una organización política empresarial malquistada con el mandatario socialista, es mentado como favorito para hacerse de la poltrona en la gobernación de Santa Cruz, pese a la presencia del emérito catedrático Jerjes Justiniano que postula el MAS.
El partido del Presidente, cuyo liderazgo nacional parece revestido en titanio, dará dura pelea en Tarija, Beni, Chuquisaca y, en menor proporción Pando, regiones gobernadas igualmente por fieros opositores a su primer mandato.
En Tarija, emplazada sobre la segunda reserva gasífera de Sudamérica, el ex prefecto liberal Mario Cossio, ha visto amenazada seriamente su reelección debido al crecimiento en itinerantes encuestas del candidato del MAS, Carlos Cabrera, un reputado profesor universitario que acapara con el 45% la preferencia electoral, entre 2 y 8 puntos por encima de su principal contendor.
En el departamento ganadero de Beni, la joven candidata oficialista Jessica Jordán ha puesto en ascuas la reelección del conservador Ernesto Suárez.
En una elección de dos, Jordan y Suárez, dicen los sondeos, llegan empatados en sendos 42% de la preferencia electoral.
En Pando, escenario en setiembre de 2008 de una matanza de campesinos a manos de grupos paramilitares, se registra una situación calcada. Adolfo Flores, del MAS, y el ex senador conservador Paulo Bravo llegan a las urnas emparejados en 43% de las intenciones de voto.
La situación es potencialmente explosiva en Chuquisaca, que entre 2007 y 2009 gobernó Savina Cuéllar, indígena quechua furibunda opositora a Morales, uno de cuyos familiares, Esteban Urquizo, se ha lanzado con firmes posibilidades en pos de la gobernación a la que también aspira un dirigente de derechas acusado de racismo, John Cava.
Ambos oscilan entre el40% de los votos.
En el orden municipal, el panorama es, más menos, el mismo.
El ex aliado de MAS, el centroizquierdista Movimiento Sin Miedo (MSM), da dura batalla al partido del presidente Morales en varios municipios, pero principalmente en La Paz.
El MSM, del aún alcalde Juan Del Granado, disputa al milímetro la Alcaldía de La Paz que gobernó desde 2000.
El candidato del MSM, Luis Revilla, presidente del Concejo de La Paz, y la candidata del MAS, la ex diputada Elizabeth Salguero, libraban un duelo incluso en medio de la veda electoral, lo mismo que el oficialista Roberto Fernández y el opositor de derechas en camino de reelección Percy Fernández en el municipio de Santa Cruz.
En El Alto, la tercera ciudad más poblada de Bolivia y circunsvecina de La Paz, las cuentas cierran a favor del oficialista Edgar Patana favorito en todas las encuestas, lo mismo que en la ciudad de Tarija donde el candidato a la reelección Oscar Montes enrumba a la victoria sin oposición, lo mismo que en el municipio de Potosí, donde el abogado y albañil René Joaquino roza ya su cuarto mandato consecutivo.
Ana María Quinteros, del MAS, intenta desbancar de la preferencia electoral al opositor Jaime Barrón, en Sucre, capital de Bolivia, mientras que la correligionaria de aquella, Ana Lucía Reis perece tener todo allanado para hacerse con el municipio de la septentrional Cobija, capital de Pando, a despecho del centroderechista Miguel Santa Lucía Ojopi.
En los papeles previos, el ex militar conservador Moisés Shiriqui se perfila como ganador de la elección para la alcaldía de Trinidad, capital de Beni, que él mimso viene de gobernar, mientras que el ex senador Félix Rojas, del MAS, y la periodista Rocío Pimentel, del MSM, anuncian un duelo palmo a palmo hasta el último minuto del acto de sufragio.
Las elecciones de este domingo, que también plantean un desafío de vida o muerte a las encuestadoras, han sido condimentadas y también contaminadas por una ley anticorrupción promulgada por el Presidente aymara que provocó la huida de un ex ministro del ex dictador Hugo Banzer, que llevó a un fiscal a gatillar a priori y sin pruebas acusaciones contra el líder de la Iglesia Católica, cardenal Julio Terrazas, al que acusó de haber embolsado billetes provenientes de la partida de gastos reservados, cuyo destino quedaba, hasta 2005, en el conocimiento del Presidente en funciones.
Se trata de la elección más entreverada de la historia reciente del país que sale de comicios generales, en diciembre último, para presidente, vicepresidente y miembros de la ALP o Congreso.
Por su complejidad, dispersión y tecnicismos, desconocidos hasta ahora para el electorado acostumbrado a pronunciarse alternativamente (sí o no) la elección de este domingo se diferencia sinodalmente de los referendos y plebiscitos a que fue sometido el electorado boliviano en los últimos cuatro años.