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Mercosur: el despertar de la América morena

Fuentes: Rebelión

Hace pocos días, la ciudad de Córdoba, capital de la Reforma Universitaria y escenario de las épicas jornadas del Cordobazo, fue, una vez más, sede de un hecho de gran importancia histórica: la asombrosa transformación del Mercosur, que, de herramienta al servicio de las transnacionales, hoy se ha convertido en el principal instrumento de Integración […]

Hace pocos días, la ciudad de Córdoba, capital de la Reforma Universitaria y escenario de las épicas jornadas del Cordobazo, fue, una vez más, sede de un hecho de gran importancia histórica: la asombrosa transformación del Mercosur, que, de herramienta al servicio de las transnacionales, hoy se ha convertido en el principal instrumento de Integración regional, y por ende, de resistencia suramericana.
 
Ese es el significado de la XXX Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur y Estados Asociados. La misma fue coronada por la palabra de Fidel Castro y Hugo Chávez, en un acto masivo realizado en la Universidad; al cual asistí en calidad de Secretario de Integración y Asuntos Latinoamericanos del Centro de Estudiantes de la Facultad de Derecho de la UNCuyo; asimismo, la agrupación universitaria que represento, participó mediante su adhesión pública en el memorable suceso.
 
La importancia de esta reunión de mandatarios se comprende si se deja de lado la ingenuidad letal de mostrar a la globalización como una inocente aldea global. De acuerdo con autores como el egipcio Samir Amin, la globalización no es otra cosa que el control monopólico que los países centrales ejercen sobre las finanzas mundiales, la prensa internacional, la tecnología de punta, las armas de destrucción masiva y los recursos naturales del planeta. Entonces, vivimos en un mundo dividido entre países globalizadores y globalizados, donde los primeros disfrutan de un alto nivel de vida gracias a la injusta apropiación de la renta de los segundos.
 
Así, el drenaje de riquezas suramericanas a las metrópolis globalizadoras, exigió la aplicación implacable de modelos de concentración y transferencia de la renta en cada país. Incluso el diseño original del Mercosur, a finales de los años ’80, era un mecanismo más de transferencia.
 
Pero el nuevo Mercosur confronta con este orden globalizador. El ingreso de Venezuela, el apoyo del bloque a la postulación venezolana al Consejo de Seguridad de la ONU, el rechazo al ALCA efectuado en Mar del Plata, Telesur, las nacionalizaciones bolivianas, el gran Gasoducto continental, la desdolarización de las relaciones comerciales entre Argentina y Brasil como preámbulo hacia la moneda común y, muy especialmente, el Banco de Desarrollo del Mercosur, son pruebas contundentes de esta afirmación. Hay que combatir contra los mecanismos de concentración y fuga de la renta gasífera, petrolera, agraria, etc. La respuesta contra la explotación es un modelo continental de acumulación y distribución de la renta nacional suramericana entre los humildes. Y las medidas que se han tomado van en esa dirección.
 
Sin embargo, el proyecto integrador está incompleto sin un plan de industrialización a escala continental sustentado en una política crediticia autónoma. Y allí es donde merece destacarse la propuesta aprobada en Córdoba de creación de un Banco Regional. Como enseñaba el Dr. Arturo Jauretche: «el que maneja el crédito y lo orienta, maneja la economía». La propuesta de una banca pública suramericana, el proyectado Bono del Sur, sumados a la ya consumada cancelación de la deuda argentina y brasileña con el FMI, rompe con las cadenas del sistema financiero globalizado.
 
La independencia económica es insostenible e inalcanzable, sin la resistencia cultural. Aquella autonomía del espíritu, aquél pensamiento genuino suramericano, libre de la sumisión a las categorías mentales euro-yanquis que propone la intelectualidad servil y aplica la dirigencia colonizada por las internacionales políticas, a lo cual se refirió Lula Da Silva y luego fue esclarecido por Fidel Castro cuando dijo: «la batalla no será con las armas, será con las ideas».
 
De esto deberán tomar nota los izquierdistas for export, maoístas o trotskistas, amigos de revoluciones foráneas; pero mitristas en historia, antiyrigonenistas y antiperonistas en política. Algunos de ellos, han pasado de las infortunadas tesis guerrilleras al delirio esquizofrénico de sostener que el Mercosur ¡está alineado con los Estados Unidos! Así, los enemigos izquierdistas del Mercosur, como los piqueteros anti-K o cierto progresismo socialdemócrata, coinciden curiosamente con la derecha nostálgica de las relaciones carnales organizadora de la «anticumbre» de marzo pasado, ante la, finalmente frustrada, cumbre de presidentes en nuestra provincia.
 
Las actuaciones del presidente Kirchner, quien señaló que «el Mercosur es el núcleo de nuestra política regional», demuestran que el renovado carácter del proceso de integración no obedece a algún determinismo histórico, sino a las decisiones políticas soberanas de los Jefes de Estado. Así la recuperación de la política como actividad transformadora de la realidad toma una importancia decisiva. Pues sólo la movilización democrática de los excluidos, de los «morochos» suramericanos (pues aquí, raza y clase social generalmente coinciden), puede sostener un proyecto integrador concebido como una democratización de la riqueza. Integración y cuestión social deben ir unidas en su resolución.
 
En esta tarea de resistencia cultural y recuperación de la política, es fundamental el papel de la Universidad. Se debe recuperar la tradición latinoamericanista de la Reforma de 1918, y generar una usina de pensamiento crítico y plural, que forme ciudadanos comprometidos con la unidad democrática y social de América del Sur.
 
En este sentido merecen destacarse algunos esfuerzos llevados a cabo en la UNCuyo, como la realización del Primer y Segundo Encuentro Universitario del Mercosur y la Comunidad Andina en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (2004 y 2006), así como el programa de Radio Universidad «La Integración Posible», ambos organizados por el Instituto de Integración Latinoamericana de la  UNCuyo. Desde el Centro de Estudiantes de Derecho acompañamos estas iniciativas, porque entendemos que el movimiento estudiantil debe alistarse en la resistencia cultural, formando cuadros capacitados para la lucha por el destino suramericano.
 
Hace doscientos años, la independencia nos costó la unidad; aún hoy millones de latinoamericanos vivimos las consecuencias de aquella gran tragedia histórica. Ya lo decía Jorge Abelardo Ramos: «somos un país porque no pudimos ser una Nación y somos argentinos porque fracasamos en ser americanos». Pero también es cierto que nunca hemos avanzado tanto en el proceso de integración. Ni siquiera en los tiempos en que el General Perón proponía el ABC a Chile y Brasil, tenazmente combatido por ingleses y norteamericanos.  Tal vez, parafraseando al Indio Solari, después de la noche más oscura, se viene el día, en el corazón de la América Morena.
 
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GABRIEL DELGADO es Secretario de Integración y Asuntos Latinoamericanos. Centro de Estudiantes de Derecho