La Paz, septiembre 29, 2004.- El presidente Carlos Mesa y el diputado cocalero Evo Morales transaron esta tarde una tregua de cuatro días en el convulsionado Chapare boliviano para evacuar a decenas de heridos y evitar nuevos enfrentamientos, que parecían inminentes tras la muerte del campesino Juan Choque. Tras reunirse por dos horas en Palacio […]
La Paz, septiembre 29, 2004.- El presidente Carlos Mesa y el diputado cocalero Evo Morales transaron esta tarde una tregua de cuatro días en el convulsionado Chapare boliviano para evacuar a decenas de heridos y evitar nuevos enfrentamientos, que parecían inminentes tras la muerte del campesino Juan Choque.
Tras reunirse por dos horas en Palacio de Gobierno, en La Paz, Morales informó que se acordó establecer una pausa de cuatro días en la erradicación, la indemnización a la familia de la víctima fatal de los últimos enfrentamientos en el Chapare y la inmediata ayuda a los heridos.
Con estas acciones, Mesa y Morales intentan evitar que varios miles de cocaleros, que habían cortado casi 40 kilómetros de camino en el parque Isiboro Sécure se enfrenten con los militares y policiales de la Fuerza de Tareas Conjuntas, que aún permanecían rodeados en tres campamentos. El asesinato de Choque y los sistemáticos abusos y vejaciones que los militares habían inferido a los cocaleros y sus familias habían generado un clima de indignación casi incontrolable.
La situación se había tornado tan tensa que delegados de la Iglesia Católica, de la Defensoría del Pueblo y de la Asamblea de derechos Humanos habían demandado medidas para apaciguar la zona, por lo menos en lo inmediato.
Según los reportes de radioemisoras locales, tanto militares como los campesinos cocaleros estaban listos para el enfrentamiento, unos para erradicar los cultivos de coca y los otros para defender su única fuente de ingresos y para vengar a sus compañeros.
Tras reunirse con Mesa, el diputado cocalero informó que serían levantadas las «vigilias» o cercos que realizan los campesinos sobre los campamentos militares.
Por su parte, el ministro de Gobierno, Saúl Lara, aseguró que la tregua de cuatro días en la erradicación no será motivo para crear fricciones con la embajada de Estados Unidos, que financia el programa de erradicación y presiona para su total cumplimiento. «No debería, en absoluto, si simplemente significa una pequeña pausa», insistió.
Lara dijo que tras la pausa, se continuará con la erradicación de coca ilegal en el Chapare, donde la producción de ese almácigo se han incrementado en un 30%.
Hasta el cierre de este despacho (20:00 horas) no se conocía si los campesinos cocaleros acatarían las instrucciones del diputado Morales, que aún mantiene una tácita alianza con el presidente Mesa. Este apoyo, vital para el sucesor del derrocado ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, sería imposible si se produjeran nuevos enfrentamientos y violencia en el Chapare.
Bajo la asfixiante presión de la Embajada de Estados Unidos y con la cobertura de los sectores más duros del Ejército y del Ministerio de Gobierno, la administración del presidente Carlos Mesa advirtió hoy que no habrá pausa en la erradicación forzosa de los cultivos de coca, acción que cobró en las últimas horas la vida de un campesino y dejó heridos a decenas de cocaleros en el Chapare.
La decisión gubernamental podría provocar, en lo inmediato, mayores y peligrosos enfrentamientos en las zonas productoras de coca, así como un mayor distanciamiento o la ruptura en las relaciones entre Mesa y el líder cocalero, Evo Morales, que es el principal sostén del gobierno que sucedió al derrocado ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.
Por separado, los ministro de Defensa, Gobierno y Asuntos Campesinos, así como el Comandante de la militarizada Fuerza de Tareas Conjuntas anunciaron la continuidad de las operaciones militares de destrucción de cultivos y convocaron a los campesinos a no enfrentar ni hostigar a las tropas para evitar saldos fatales como los de la víspera.
El ministro de Defensa, el general Gonzalo Arredondo, advirtió que la erradicación de coca se mantendrá «con firmeza» en el Parque Isiboro Sécure, lujar de los recientes enfrentamientos.
«Hay la instrucción de tener la máxima precaución y en ningún momento provocamos a los cocaleros, ellos están en vigilia bloqueando los campamentos y hostigando permanentemente a los efectivos de la Fuerza de Tarea Conjunta», dijo el Comandante de las tropas, Darío Leigue Moreno al anunciar que «las tareas de erradicación en el continuarán hoy al existir suficientes efectivos para llevar adelante este proceso sin descuidar la integridad física de los erradicadores».
Los ministros de Gobierno, Saúl Lara, y de Asuntos Campesinos, Diego Montenegro, aseguraron también que «no se detendrá la erradicación de cocales», en cumplimiento de la nueva estrategia de lucha contra la drogas, aprobada la semana pasada con el aval y apoyo de la Embajada de Estados Unidos.
En esa ocasión, el embajador David Greenlee había advertido que una eventual suspensión en las tareas de erradicación de la coca, exigida por los campesinos cocaleros, no sería bien vista por la comunidad internacional que financia las actividades antidrogas del gobierno boliviano.
Esta decisión gubernamental deja también de lado la exigencia de la Cámara de Diputados que ayer, mediante una minuta de comunicación, recomendó el retiro inmediato de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) para que no sigan destruyendo cocales ni enfrentando militarmente a los cocaleros y población civil del Chapare.
COCALEROS EN APRONTE
Frente a la militarización de la política anticoca de la administración Mesa, los sindicatos cocaleros optaron por reforzar las «vigilias» que ejercen sobre los campamentos militares, aumentando el número de campesinos que rodean y hostigan a las tropas erradicadoras. Estas acciones son llevadas delante de manera dispersa por cada núcleo campesino, que enfrenta por sí solo las acciones de erradicación. No hay, como en el pasado, acciones colectivas unitarias de todos los sindicatos cocaleros, que enfrentaban a través del bloqueo de los principales caminos de Cochabamba, la política global de erradicación.
Desde casi un año, la resistencia contra la erradicación es zonal y está a cargo de cada sindicato o núcleo campesino, táctica que sin embargo podría modificarse tras la muerte del cocalero Juan Choque (37), caído junto a otros 15 heridos en el sindicato Bustillo, ubicado en el Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis), distante a 290 kilómetros de la ciudad de Cochabamba.
La adopción de las «vigilias» sobre los campamentos militares en reemplazo de las acciones colectivas de masas (bloqueos de caminos y marchas) estuvo marcada por la intención de la dirigencia cocalera, controlada por el Movimiento al Socialismo (MAS) del diputado Evo Morales, de evitar un enfrentamiento directo con el gobierno de Mesa, al que creían proclive a eludir la presión estadounidense y cambiar la política sobre la coca.
Pero ahora, tras los últimos enfrentamientos, la presión de las bases cocaleras podrían llevar el conflicto zonal a un terreno más amplio y generalizado.
«Yo no sé si es una provocación del Gobierno o del Gobierno de Estados Unidos para desestabilizar la democracia. Esto vamos a investigar», dijo Morales, preocupado por la «escalada de violencia» en el trópico, donde los cocaleros decidieron mantenerse en «vigilia» a fin de evitar la erradicación de cocales.
Morales aseguró que los cocaleros no aceptarán ninguna tregua hasta que las fuerzas de represión del Estado y de erradicación dejen el Chapare. «Las movilizaciones se van a radicalizar», dijo.