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México 2018, elecciones y fragmentaciones (parte III)

México 2018, elecciones y fragmentaciones (III)

Fuentes: Rebelión

En las primeras dos entregas de esta serie de artículos hemos analizado los horizontes en los que se mueven las izquierdas en México frente a la pregunta: ¿qué se juega en las elecciones en general? Asimismo, nos enfocamos al análisis de los dos sectores que definimos como antielectoral y electoral y sus posicionamientos frente a […]

En las primeras dos entregas de esta serie de artículos hemos analizado los horizontes en los que se mueven las izquierdas en México frente a la pregunta: ¿qué se juega en las elecciones en general? Asimismo, nos enfocamos al análisis de los dos sectores que definimos como antielectoral y electoral y sus posicionamientos frente a la pregunta antes referida. En la presente entrega, intentaremos trazar, sin caer en ejercicios escolásticos, los posibles escenarios a los que se enfrentará el movimiento social y popular después de las elecciones, es decir, las posiciones políticas que enarbolarán, como resultado de su inclusión en alguno de los dos sectores que ya hemos analizado, aunque, de entrada, pondremos un poco más énfasis en las posiciones del sector antielectoral. Comencemos.

¿Retembló algo?

Queremos señalar algunos puntos de lo que significó el intento del Congreso Nacional Indígena (CNI) y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) de figurar, aunque fuese simbólicamente en la boleta electoral de las elecciones presidenciales del próximo 1º de julio. Pues, a pesar de haber llamado a sus simpatizantes e interesados a compartir sus valoraciones al respecto, parece que muy pocos o casi nadie lo hizo (o al menos aún no se hace público).

Después del sonoro, pero silenciado, fracaso de la recolección de firmas para la candidatura independiente de María de Jesús Patricio Martínez «Marichuy», impulsada por el CNI-EZLN, aderezado por el misterioso silencio de la comandancia zapatista durante por lo menos un mes [1], los hechos saltan a la vista. Es decir, nuevamente, el EZLN anunció con bombo y platillo que cimbraría al sistema político mexicano y, nuevamente, no pudo abrir esa ansiada grieta en el muro del sistema, no hizo retemblar en sus centros la tierra: ni tembló ni retembló. Eso sí, la campaña de recolección de firmas vino a comprobar lo que ya habíamos dicho anteriormente: la existencia del poco o nulo trabajo político entre la gente de «abajo y a la izquierda» a la que dicen representar y con la que pretenden organizarse.

El zapatismo, incluyendo aquí tanto al EZLN, el CNI y el llamado «zapatismo civil», nunca antes había fracasado tan estrepitosa y vergonzosamente. El resultado obtenido se debe en buena medida a que en los últimos doce años el zapatismo se dedicó a dinamitar su base social y política por medio de una política de alianzas altamente sectaria. No es de extrañarse que la campaña de recolección de firmas para el que Instituto Nacional Electoral (INE) procediera a registrar la candidatura de Marichuy apenas haya logrado juntar 281,955 firmas (de las cuales 10,624 fueron capturadas en papel, no en aplicación digital, porque el INE les permitió también recolectar firmas en papel después de un procedimiento interpuesto por los representantes legales de la campaña de recolección) y que, un detalle importante, solamente haya contado con 5,704 auxiliares activos (personas comprometidas y activas en la recolección de firmas).[2]

Dichas cifras contrastan, por ejemplo, con las que llegó a alcanzar la participación en la llamada «Consulta nacional para el reconocimiento de los derechos de los pueblos indios y por el fin de la guerra de exterminio» convocada por el EZLN en marzo de 1999. Consulta que se llevó a cabo en urnas instaladas en zonas urbanas y rurales del país y, también, por el método de usos y costumbres en las comunidades indígenas y rurales que así lo decidieron. Para dicho proceso se formaron brigadas de promoción y difusión de la consulta en todo el territorio nacional las cuales lograron la participación de 2 millones 854 mil mexicanos y, pese a que la cifra de voluntarios, brigadistas y promotores no es precisa o, bien, no existe una cifra exacta, se sabe que fueron más de cinco mil.[3]

Entonces, sorprende el hecho de que una fuerza política, correspondiente a una organización político-militar y a sus bases sociales y políticas, que en 1999 convocaba a las urnas (lo cual, por sí mismo, implica un compromiso y una toma consciencia política mucho mayor al de sólo firmar) a más de dos y medio millones de personas, hoy día no alcancé a reunir poco menos de un millón de firmas. En cualquier organización político-militar seria (pese a que Marcos-Galeano, en sus palabras, se cague en las vanguardias revolucionarias de todo el mundo y afirme que en el EZLN no son ni serios ni relajados sino todo lo contrario), un fracaso de semejante magnitud reportaría como consecuencia un ejercicio abierto de crítica y autocrítica y hasta la renuncia en pleno de la dirigencia que haya propuesto semejante iniciativa con semejante envergadura y semejantes resultados. La actitud de nula autocrítica y de sólo afirmar, con su ya característica ambigüedad, que «nuestro caminar sigue», no hace sino abonar a la frustración y el desaliento de sus ya desgastadas bases.

Así, sin registro de la candidatura de Marichuy, seguramente es más fácil mantenerse «puros» e «intocados» frente a la podredumbre del sistema. Es más, nos atrevemos afirmar que, sin candidatura independiente indígena la dirigencia del EZLN, y buena parte del zapatismo civil, están más cómodos, aunque no lo digan públicamente, así, seguirán tildando de machista y racista a todo aquél que los critique, sin necesidad de reconocer errores, porque en su extrema peculiaridad parece que nadie los entiende, como si fueran adolescentes, y cuando los criticamos es porque, como ellos mismos dicen, no sabemos leer. Al final, para el EZLN se trata del «sistema electoral» cuando quieren participar en él y de la «farsa electorera» cuando este les cierra las puertas como resultado de su propia incapacidad y de su falta de alcance organizativo.

¿Están presentes?

Otra organización político-militar que en esta coyuntura se encuentra presa de sus propias consignas es el Partido Democrático Popular Revolucionario-Ejército Popular Revolucionario (PDPR-EPR), basta leer la edición digital de su periódico El Insurgente, para darse cuenta de ello. Esta organización, pese a su orientación marxista-leninista, no hace otra cosa que desempolvar una vieja fórmula trotskista, el llamado «abstencionismo consciente» en aras de la lucha por el socialismo. Dicha consigna es una vieja fórmula para aparentar como que se propone algo nuevo sin proponer nada o proponiendo lo mismo de siempre.

Exigirle al pueblo que construya y luche por el socialismo cuando no puede ni está organizado en función de la defensa de sus derechos más elementales dentro del marco burgués, es una utopía que sólo encuentra lugar en la consigna política, pero no en la realidad cotidiana de los explotados. A eso se le llama, sencillamente, sustituir deseos por realidades.

Quien, como el PDPR-EPR llama al «abstencionismo consciente» o no llama a nada o quien cantinflea y dice que no llama ni a votar ni a no votar, muestra su incapacidad para posicionarse ante una coyuntura concreta que exige defender la voluntad popular. Nada más nada igual a nada. Proponer abstracciones de ese tipo sólo puede servir a la dinámica fraudulenta que ha desplegado la clase política y la oligarquía del país; lo cual queda nada más como un intento para que quienes propugnan tales abstracciones oculten su carencia de poder de convocatoria y movilización, sustituyéndolas por retórica incendiaria y cantinflesca. Necesitamos que quede bien claro: no se trata de elegir entre no votar, votar o la construcción de conciencia revolucionaria, sino de lograr captar la unidad de ambos procesos y poder articular las luchas democráticas con la radicalización de la conciencia de clase revolucionaria.

Si proponer el ejercicio y la defensa de un derecho elemental como es el voto es, según ciertos posicionamientos políticos, conducir a la ilusión y a la derrota al movimiento social, entonces… ¿cómo habría de definirse la propuesta que quiere construir el socialismo desde la inexistencia de la conciencia de clase y de las mediaciones organizativas de carácter nacional que pudiesen servir como bases materiales para tal fin? De nuevo, nada más nada igual a nada.

Si, por ejemplo, las organizaciones que propugnan que «sólo el socialismo es cambio verdadero» en los últimos diez o doce años no han podido articular el descontento social ni organizar la resistencia en contra de las reformas neoliberales, ¿cómo pretenden conducir un proceso aún más complejo que sueñan con derivar en la revolución socialista?

La posibilidad de estructurar un movimiento social y popular realmente amplio y con carácter de clase sólo puede lograrse si las organizaciones y posturas revolucionarias se organizan en esta coyuntura proponiendo respuestas ante la inminente violación y ultraje a la voluntad popular, es decir, ante la inminente amenaza de fraude electoral. Lo cual no excluye la posibilidad y obligación de la construcción, con los sectores más progresistas y politizados, de procesos de formación de conciencia de clase que defiendan y superen los derechos más elementales de la democracia burguesa.

Soñar con que un día los proletarios despierten con una conciencia de clase revolucionaria y se adhieran a las filas de la revolución comunista es una quimera que sólo tiene realidad en la poética de agitación de ciertas organizaciones clandestinas o pretendidamente radicales. Cerrar los ojos ante una coyuntura compleja sin ponerse a la altura de la misma o repetir consignas aparentemente incendiarias y radicales, sólo sirve para desmovilizar la potencial organización que podría emanar de la coyuntura actual. Además de que muestra, sobre todo, la carencia de herramientas teóricas y políticas para comprender la concreción de la coyuntura.

En todo caso, si dichas organizaciones vislumbran una situación no sólo de descontento social sino una situación revolucionaria, entonces deben proporcionar sus medios objetivos y subjetivos para preparar la toma del poder. Repetimos, sin temor a equivocarnos, si los llamados revolucionarios sólo se hacen de manera retórica y sin tener o haber preparado las condiciones necesarias, entonces, más vale que nadie los secunde, pues ello conduciría a la muerte heroica, pero inútil, de los sectores más politizados y, al mismo tiempo, los más susceptibles al inmediatismo y el espontaneísmo.

Por tanto, queremos que quede bien claro: defender el voto, emanado de la voluntad popular, frente a la oligarquía mexicana es una tarea que los comunistas deben emplazar y organizar si pretenden aumentar la conciencia de clase y organizar a los sectores más avanzados políticamente, no sólo quienes creen en la lucha electoral, también quienes realmente aspiren (y no sólo como retórica) a algún día encabezar a las más amplias masas a la toma del poder y la construcción del socialismo.

Quizás lo más interesante a estas alturas sea que, tanto el PDPR-EPR [4] como el EZLN [5] y sus simpatizantes, saben, intuyen y pronostican un fraude histórico, pero, a pesar de eso, no son capaces de proponer nada más que abstracciones retóricas.

¿Seguirán los llamados abstractos a «seguir organizándose» y a «no caer en la farsa electoral», etcétera? Frente a eso o nada, mejor nada. El movimiento democrático independiente en esta coyuntura no está proponiendo nada, a lo más hay quien dice que de ganar Andrés Manuel López Obrador (AMLO) luego habrá que «presionarlo» para que cumpla sus promesas, pero… ¿cómo y con qué lo van a presionar si sus fuerzas son prácticamente inexistentes o, bien, sus propuestas tienen poca influencia entre las más amplias masas?

Escenarios abiertos

Como conclusión de esta entrega, quisiéramos contemplar dos posibilidades muy generales frente al proceso electoral del día 1º de julio del presente año, en el que no hay que olvidar que no sólo se elige al presidente de la República, sino también 128 senadores, 500 diputados y 9 gobernadores.

La primera posibilidad es que gane AMLO y, nuevamente, le roben la elección presidencial. Esto generaría un clima de inconformidad y molestia social que podría derivar en acciones espontáneas de protesta a escala nacional (aunque desarticuladas y dislocadas espacialmente) que vayan más allá de las pacíficas marchas y plantones que, AMLO dixit, no rompen ni un vidrio, mucho más grandes que las que se observaron el 1º de diciembre del 2012 (1dMx). Aunado a ello, la respuesta, igualmente inmediata y ahora legal, y jurídicamente amparada con la nueva Ley de Seguridad Interior, sería la de la represión camuflada de contención por parte de las fuerzas armadas y policiales. La situación de crisis política no derivaría en una ruptura del régimen y el mismo MORENA serviría para aplacar el descontento y neutralizar su posible radicalización. Frente al caos popular, la «mafia del poder» preferirá el orden estatal… y AMLO también.

La segunda posibilidad es que gane AMLO y que su triunfo sea reconocido. En este escenario, el movimiento social y popular, así como las personas que a título individual y colectivo votarán por MORENA podrían, siempre y cuando confluyeran en proyectos unitarios y concretos, encontrar espacios de representación y de interlocución que tendrían que ser usados para profundizar posiciones de izquierda e incentivar un posible giro hacia posiciones más progresistas y, eventualmente, socialistas. Algo debe de quedar claro, este giro no dependerá de AMLO y el MORENA, es más, ellos se opondrán y harán lo que esté en sus manos (y, a esas alturas, será mucho) para limitar y frenar ese posible giro.

Esto último, no obstante, parece algo complicado si ambas posturas, tanto la electoral como la antielectoral, sólo piensan sus estrategias y se organizan a partir de la coyuntura que se va abriendo de tiempo en tiempo. La falta de un proyecto realista, concreto y progresista de largo aliento y de amplio alcance es una ausencia constante en el movimiento popular de izquierda independiente mexicano. Eso sí, cuando hablamos de proyecto no nos referimos a las abstracciones panfletarias que elaboran sendos comunicados en donde la realidad queda anulada y suplantada por la ficción del deseo y la retórica. Repetir consignas como «control obrero de la producción», «revolución socialista, ahora», «toma del poder y asalto al cielo», «muerte al estado y al capital», son frases hueras que en el contexto actual no expresan más que los deseos de algunos cuantos.

Pero los deseos, deseos son, o lo que es lo mismo, no son realidades, no son nada. Así que, si la apuesta es desbordar, con esta coyuntura, el marco institucional y convertir el descontento social en una revuelta, entonces, eso significa que, dado el fraude, alguna vanguardia subrepticiamente guiará a las masas encolerizadas… pero una vanguardia, para ser tal, debe ser reconocida por su labor, congruencia y existencia, debe estar presente (y no sólo como consigna) de manera activa y militante en todos esos espacios que pretende transformar y no imaginar guiar a esas masas desde la oscuridad.

En el sector electoral [6] tampoco se observa alguna propuesta frente a cualquiera de las dos posibilidades que hemos mencionado. Es decir, no se observa ningún plan de acción ni propuesta político-organizativa en el caso de que nuevamente se produzca un fraude electoral, tampoco se observa ningún conjunto de propuestas que no sólo considere exigir de manera efectiva que se respeten las propuestas enunciadas por el MORENA, sino, de igual modo, estirar lo más que se pueda dicho proceso hacia posiciones más progresistas y, eventualmente, socialistas.

En ambos casos, preguntamos, ¿estarán las organizaciones de ambos sectores a la altura de las circunstancias y servirán como catalizadores de procesos organizativos independientes, pero no utópicos o serviles, que logren articular unitariamente la lucha en contra de la barbarie capitalista que se despliega en México? o ¿seguirán haciéndole el juego a los sectores más reaccionarios y neoliberales defendiendo sus prebendas o su pureza ético-política, mesiánica y «radical», a costa de la muerte y la pobreza de las clases subalternas que dicen defender y representar?

Notas: [1] La recolección de firmas culminó oficialmente el 18 de febrero y no fue sino hasta el 16 de marzo que el Concejo Indígena de Gobierno (CIG), el CNI, el EZLN y «Llego la hora del florecimiento de los pueblos» A.C. emitieron un comunicado conjunto al respecto, el cual fue titulado como «Convocatoria al siguiente paso en la lucha», 16 de marzo de 2018, véase en: http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2018/03/16/convocatoria-al-siguiente-paso-en-la-lucha/

[2] Estos son datos que se encuentran en el comunicado ya antes citado del EZLN, el CIG, el CNI y «Llego la hora…» A.C., es decir, son datos proporcionados y recabados por ellos mismos.

[3] Datos tomados del artículo «Candidaturas independientes y cuentas pendientes», véase: http://casadetodasytodos.org/portada/candidaturas-independientes-y-cuentas-pendientes/ Recomendamos ampliamente su lectura pese a no compartir parte de su análisis final.

[4] En el número 184 de El Insurgente en el artículo titulado «Una mirada al México neoliberal», el PDPR-EPR afirma, por ejemplo, que: «Los mecanismos de la imposición ya están definidos; la ruta del fraude ya está en curso; los artilugios legaloides engrasan la maquinaria política del régimen; la aritmética electoral en trayectoria con sus respectivos algoritmos; la ‘magia electoral’ está en marcha […].» Véase: http://www.cedema.org/ver.php?id=8009

[5] El subcomandante Marcos-Galeano incluso llegó a mencionar en el conversatorio titulado Miradas, escuchas, palabras: ¿prohibido pensar? que «el capital va por todo y no va a permitir Lulas, ni Dilmas, ni Kirchner ni Correas, ni Evos, ni López Obrador, ni como se llame cualquier cosa que ofrezca un respiro». Véase: http://www.jornada.unam.mx/2018/04/19/politica/011n1pol

[6] En la segunda parte de esta serie de artículos hemos definido a las organizaciones que pertenecen a dicho sector. Recomendamos su lectura.

Leer:

De buenos deseos, coyunturas y realidades: México 2018, elecciones y fragmentaciones (I)

México 2018, elecciones y fragmentaciones (II) Ricardo Armando Flores y Viridiana Alarcón

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