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México ante encrucijada arancelaria

Fuentes: Rebelión

Lo que hace meses eran solo amenazas hoy se convierte en hechos, el presidente Donald Trump firmó los decretos por los que impone aranceles a las importaciones provenientes de México, Canadá y China, bajo la justificación de que el flujo constante de inmigrantes ilegales, opioides y otras drogas ilícitas, así como las organizaciones criminales que producen y trafican drogas desde México a E.E.U.U. pone en peligro la seguridad nacional de dicho país. Sin embargo, la pérdida de competitividad industrial ocasionada por una baja tasa de inversión y el estancamiento de la productividad laboral más la creciente participación de China y otros bloques comerciales, son factores que impulsan por el deterioro de su hegemonía a nivel mundial.

La política comercial “America First Trade Policy” avanza con la imposición de aranceles de 25% a las mercancías que ingresen para consumo a los E.E.U.U. y, estipula que pueden incrementarse si hay imposición recíproca de tarifas arancelarias. Es decir, deja latente la amenaza de que si México quiere responder -como debería hacerlo- se enfrentarían en una “espiral arancelaria” o en otras palabras, una verdadera guerra comercial. Lo mismo es aplicable para Canadá, pues sus productos serán gravados con tarifas de 25% al ingresar a E.E.U.U. y 10% tratándose de petróleo.

Es claro que estas medidas del imperialismo estadounidense no se limita a sus dos socios comerciales, ya que en el Foro Económico de Davos, Donald Trump envió un mensaje claro a todos los países: produzcan en E.E.U.U. o serán sujetos de aranceles aduaneros de 20%, el mercado estadounidense es un privilegio al que pueden acceder si se someten al imperialismo. ¿En qué radica la confianza de Trump para lanzar esas amenazas al resto del mundo?

Primero, para México representa un duro golpe a su composición del comercio exterior. El 63% de su comercio se realiza con el vecino del norte, pero el dato fundamental se encuentra en la concentración de las exportaciones, las cuales más del 80% consistente en productos de la industria automotriz, electrónica y equipos para industrias diversas de la manufactura, se dirigen a ese país. Esto ha llegado a generar el espejismo de que México es un país productor y exportador de manufacturas, sin embargo, el alto contenido importado de estos sectores reflejan que solo es un ensamblador de manufacturas.

Los aranceles reducirán las exportaciones de estos productos, afectando el flujo de dólares que ingresan al país. A su vez, el tipo de cambio se depreciará y, por consiguiente, las importaciones serán más costosas lo que terminará por presionar en el nivel general de precios internos.

Segundo, para que exista una guerra comercial se requiere de una contraofensiva y México responderá, como ya anunció la presidenta Claudia Sheinbaum, con medidas arancelarias y no arancelarias a las importaciones estadounidenses, las cuales representan poco más del 40% de las importaciones totales del país. Aún no se conoce el nivel de las tarifas y el tipo de restricciones a imponer, pero cualquiera que este sea, serán un impulso adicional a la inflación.

¿Por qué estamos tan seguros de este efecto? Bueno, el bajo ritmo de crecimiento que ha experimentado la economía el cual se encuentra cerca del 1.0% promedio anual, refleja la baja capacidad de producción con que cuenta la economía. Una oferta interna rígida más restricciones a la oferta externa es una buena combinación para presiones inflacionarias.

Ahora, llamemos la atención a un componente adicional de las importaciones mexicanas: las provenientes de China. Estas representan poco mas del 21% de las importaciones totales y consisten en insumos intermedios para productos que tienen como destino el mercado estadounidense. Como E.E.U.U. impuso un arancel de 10% para las importaciones de China, el arancel efectivo que gravará a México será sustancialmente mayor, esto es de 35% para productos con componentes chinos.

Entonces, ¿debería México olvidarse de las represalias comerciales? Por supuesto que no. México debe aprovechar las oportunidades que brinda esta coyuntura. ¿Cuáles son? La política arancelaria debe tomarse como impulso al despliegue de una política industrial activa que fortalezca la industria nacional orientada al sector interno por medio de la sustitución de importaciones. Los aranceles deben proteger a las industrias que han perdido con el proceso de liberalización económica, tal es el caso de la industria de la confección, textil, calzado, por mencionar algunas.

Esta medida requiere de una política fiscal expansiva, basada en déficit fiscal, orientado a las actividades productivas: infraestructura, industria, transporte, tecnología, educación y salud. Y, por otro lado, acompañada de una política que brinde fuentes de financiamiento de bajo costo y oriente los recursos al proceso de reindustrialización.

Esto para nada es automático ni se desenvolverá plácidamente , porque el golpe será fuerte y con posibilidades de efectos aún mayores. Por ejemplo, ¿qué pasaría si Trump restringe la salida de remesas? El desequilibrio en el balance de pagos será aún mayor, pues disminuirá considerablemente la oferta de dólares en el país.

En suma, el sueño de los neoliberales de integrarse a E.E.U.U. desde la firma del TLCAN hasta el refrendo del TMEC, se ha desmoronado de un momento a otro y las tendencias mundiales chocan constantemente con sus dogmas disfrazados de teoría económica pura. Ambos tratados solo incrementaron la dependencia del país con el vecino del norte y son los responsables de las vulnerabilidades que hoy enfrentamos. Por eso, ante esto las autoridades económicas del país deben estar a la altura de las circunstancias, asumir las problemática con nuevas herramientas, olvidar lo aprendido en Cambridge o Harvard, no les pido retomar a Marx -que buena falta les hace – sino solo estudiar a los estructuralistas de la CEPAL, aprender de la historia y mirar hacia adelante.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.