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México, el eterno rebelde con causa

Fuentes: Rebelión

1968, uno de esos años que igual por mucha repetición relacionamos casi directamente con el Mayo Francés, hecho histórico importante, icónico en muchos casos sin duda, pero si hay mayo Francés, ¿Por qué no Octubre Mexicano? En un ánimo revolucionario que late desde 1910, México enfrenta un año convulso. En la presidencia Gustavo Díaz Ordaz. […]

1968, uno de esos años que igual por mucha repetición relacionamos casi directamente con el Mayo Francés, hecho histórico importante, icónico en muchos casos sin duda, pero si hay mayo Francés, ¿Por qué no Octubre Mexicano?

En un ánimo revolucionario que late desde 1910, México enfrenta un año convulso. En la presidencia Gustavo Díaz Ordaz. Desde el mes de julio se suceden las manifestaciones organizadas desde un movimiento estudiantil que es temido incluso por la administración estadounidense, que como bien es sabido no le gusta nada el ánimo «revoltoso» en el que considera su «patio trasero», así brindaría asesoramiento en tácticas represivas al igual que en tantas otras ocasiones a lo largo del continente. Entrando en las instalaciones universitarias, falseando acusaciones, infiltrando agentes en el movimiento, entrando en la propia ciudad universitaria de la UNAM, numerosos disturbios, asaltos armados orquestados por oficiales ataviados de civil, detenidos, se llega a octubre.

El 2 de Octubre, miles de estudiantes se concentran en la Plaza de las Tres culturas en Tlatelolco. Para ese entonces, la que dieron en llamar Operación Galeana ya estaba preparada. Una luz de bengala lanzada desde un helicóptero, sería la señal con la que el Batallón Olimpia grupo de choque vestido de civil, con un guante o pañuelo blanco en la mano izquierda como símbolo de impunidad, comenzaría a efectuar disparos indiscriminadamente. Los francotiradores desde lo alto de varios edificios harían lo suyo al igual que el ejército apostado en la propia plaza.

El caos se apoderó del escenario durante horas, hasta que la metralla dejó paso a las detenciones, cacheos y golpes, los traslados al Campo Militar Nº1 y cárceles. Cuentan los testigos que esa noche llovió, pero no fue suficiente para limpiar la sangre. Llegarían al día siguiente las insultantes cifras oficiales que hablan de unas pocas decenas de muertos. Cuarenta y cinco años después, la lucha y la memoria siguen.

Bajo los adoquines quizás esté la playa, lo seguro es que sobre ellos, caen los muertos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.